miércoles, 31 de diciembre de 2008

PLAN DE MEDITACIONES GENTE JOVEN 08

–PARA GENTE JOVEN
(Los días marcados son los sábados)












-Enero
5: Epifanía
12: Es mi padre
19: El Cordero de Dios
26: La luz en las tinieblas

-Febrero
2: Los felices años de nuestra vida
9: El diablo se viste de Prada
16: Qué me importa Granada si me faltas tú
23: El agua corriente

-Marzo
1: Ciego en España
8: ¡Sal Fuera!
15: Domingo de Ramos
20: Jueves Santo
21: Viernes Santo
22: Vigilia Pascual
29: Dios es más humano que nosotros

-Abril
5: Está leyendo este blog
12: Mi monitor de esquí

19: Obispos También

26: La cajera del Carrefour

-Mayo
3: Oscar al mejor hombre
10: Borrachos sin fronteras
17: Dios es una familia
24: Desde que te conozco como más

31: El GPS

-Junio
7: Frodo vive
14: Mi pueblo
21: El cuchicheo de la gente
28: Apostolado: Dios es alegre

-Julio
19: Efectos colaterales
25: La Pasarela (25 de julio)

-Agosto
30: Lógica difusa

-Septiembre
6: ¿Cantar las cuarenta?
14: Exaltación de la Guillotina
21: La propina
28: La sordera

-Octubre
4: KEKOUKELE
11: Alérgicos al arroz
18: Dios y el Fútbol
25: La Princesa Prometida

-Noviembre
1: ¿Cuánto tiempo tenemos?
9: Templos de Dios
15: Ama
22: El gran divorcio
29: La Parada del Autobús

-Diciembre
6: Frikis
13: Viva la Pepa!
20: Cuervos mensajeros
25: Dió a luz


- Enero
1: Puerta del Sol

martes, 30 de diciembre de 2008

PLAN MEDITACIONES GENTE MAYOR 08

*PARA GENTE MAYOR
(no se pone el día, se señalan solo los temas)











*Enero 2008
1) Epifanía.
2) El Bautismo del Señor
3) Aniversario de San Josemaría
4) Buscar a Dios en la piedad.
5) La unidad de los Cristianos.
6) Las Tentaciones del Señor.
Retiro:
Tú eres mi hijo/Altruismo infinito.

*Febrero
1) Miércoles de Ceniza-conversión.
2) 14 de febrero.
3) Abandono.
4) Santidad en lo ordinario.
Retiro:
Sólo una vida/Nuestra Misa/Puentes.

*Marzo
1) Fraternidad.
2) Fidelidad a la vocación.
3) San José.
4) Jueves Santo.
5) Domingo de Resurrección.
6) Ordenación de san Josemaría.
7) Anunciación.
Retiro:
La llamada que nos hace Dios/Convocados/Tiempo de amigos.

*Abril
1) Trabajo.
2) Apostolado de amistad
3) El Transvase del Evangelio.

4) 1ª Comunión de San Josemaría.
Retiro:
Vida oculta de Jesús/Central nuclear/Humildad.


*Mayo
1) Ascensión del Señor.
2) Pentecostés.
3) Santísima Trinidad.
4) Corpus Christi.
5) Sagrado Corazón de Jesús.
Retiro:
Templanza y mortificación/Santa pureza/La fuerza de los débiles.

*Junio
1) Virtudes humanas.
2) Vida contemplativa.
3) 14 de junio.
4) San Pedro y San Pablo
Retiro:
Trabajo de Dios/Hace falta imaginación/La base, lo principal y el producto.

*Julio
Retiro:
El trozo de mármol/Mucho ruido y pocas nueces/Activar el modo vuelo

*Agosto
1) Asunción de la Virgen
Retiro
No ser tacaños/Lucha interior: derrrocar al tirano/Afán apostólico

*Septiembre
1) Amistad con Dios
2) Santos Arcángeles
3) Santos Ángeles Custodios
Retiro
La Esperanza de ser santos /Examen / Tibieza

*Octubre
1) Aniversario de la Canonizaciáon de San Josemaría
2) El Galo insensato
3) El Buscador de Oro
4) Una historia de amor por entregas
Retiro
Amor a la vocación /Lealtad /Acciones de gracias

*Noviembre
1) Nuestros parientes ricos
2) El faisán dorado
3) Café para todos
4) 28-XI: La inauguración de la Autopista
Retiro
Amar al mundo apasionadamente /Alegría fundamentada en la fe /Presencia de Dios

*Diciembre

1) Nuestra mejor arma
2) Estar al loro
3) Navidad
4) San Juan Evangelista
Retiro
Amor de Dios/Humildad de instrumentos/Cariño humano, vida en familia

Enero 2009
Retiro

Febrero

Retiro

SER O NO SER

El Evangelio de la Misa tiene como protagonistas a los pastores que en la Nochebuena se encontraban cerca del Portal.

Podemos servirnos de ellos para hacer nuestra oración en este último día del año.

En aquellos tiempos, los pastores no estaban muy bien considerados. Se les tenían como gente de poca confianza.

Por ejemplo, no se les admitía para que fueran testigos ante un tribunal. Por algo sería. Pues, justo a ellos se manifestó primero el Señor.

Nosotros, viendo nuestra miseria, faltas de amor y pecados, podemos pensar, con razón, que toda la alegría del 25 de diciembre también es para nosotros.

«En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre» (Lc 2, 16-21: Evangelio de la Misa).

Fueron «corriendo». Uno no va corriendo hacia algo desagradable. Ellos iban con prisa, alegres porque iban al encuentro de la felicidad.

іIban a ver nada menos que al Mesías esperado durante tantos siglos!

Todo el mundo quiere ser feliz de alguna manera. De hecho muchos llevan pensando y preparando desde hace semanas la fiesta de fin de año.

En estos días ha sido habitual escuchar en la calle o en el bus comentarios tipo: ¿dónde vas a ir este año, qué te vas a poner, con quién vas?, etc.

Ahora mismo, están ya preparados para salir a fiestas y cotillones en busca de felicidad, después de comerse las uvas. Risas, rímel, música, cubatas, baile, futbolín, etc.

Eso no es que esté mal. Pero, la noche del 31 para muchos no deja de ser una noche como tantas otras. La gente hace lo mismo que un viernes o un sábado. No hay novedad.

Contaba uno que, antes, la Nochevieja tenía su cosa porque te quedabas toda la noche por ahí de fiesta. Ahora eso se hace cualquier día, incluso los jueves.

No hay que equivocarse. Ser feliz no consiste en reírse y divertirse sin más. Es algo más profundo.

La felicidad consiste en dar, en desprenderse de cosas para los demás. Esto, a simple vista no parece que sea lo mejor. De hecho, por nuestra naturaleza tendemos a lo contrario.

–Señor, queremos ser como tú, siempre dando.

Como decía San Josemaría, nos duele pensar en los hombres que aún no conocen a Cristo, que no se dan cuenta todavía de la profunda felicidad<> «Van por la tierra como ciegos persiguiendo una alegría de la que ignoran su verdadero nombre, o perdiéndose por caminos que les alejan de la auténtica felicidad» »Qué bien se entiende, sigue diciendo, lo que debió sentir el Apóstol Pablo aquella noche en la ciudad de Tróade cuando, entre sueños, tuvo una visión: un varón macedonio se le puso delante, rogándole: pasa a Macedonia y ayúdanos». (Es Cristo que Pasa, n. 163).

En estos días atrás hemos mirado mucho al Portal. Hemos visto a Jesús que nace en un lugar para animales: nace pobre ¿qué felicidad puede haber en eso?

Nació rodeado de mucha pobreza material. Pero si lo pensamos despacio, también de mucha riqueza que no ve a simple vista.

Los pastores al asomarse vieron al Niño, a María y a José. Vieron la pobreza del Pesebre, pero también había riqueza.

La riqueza eran el Niño, la Virgen y san José ¡Qué alegría cuando los vieron!

¡Qué contraste con el lujo de Herodes! Rico por fuera y nada por dentro. Fiesta exterior y miseria interior. Así es la tentación, pura apariencia.

Empezamos el año con la fiesta más grande de la Virgen: Santa María Madre de Dios.

Cuando la Virgen vivía en la tierra, sería una mujer físicamente normal. No llamaría la atención por su aspecto exterior. Su belleza era de otro tipo, sobre todo interior, que es la importante.

Cuanta gente emplea horas y horas en el espejo (sombra de ojos, cremas protectoras, etc…). Eso, que no está mal, no es lo esencial.

La bondad, la generosidad, la cercanía con Dios, esa es la belleza que atrae a las personas buenas. Porque más que en tener algo, lo que vale es ser.

María no tenía mucha riqueza material. Tampoco un aspecto físico llamativo. María no tenía, era. Era una mujer con un cariño impresionante. La cuestión en definitiva se reduce a ser o no ser.

Sigue el Evangelio contando que, la Virgen, al oír lo que los pastores contaban de su Niño, «conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón».

En la fiesta de su maternidad es bueno que nos paremos a pensar en cómo es el corazón de María.

Gracias a Ella nos vino el Amor de Dios. Es la esposa del Espíritu Santo, que es el que nos hace decir «¡Abba! Padre» (Gal 4, 4-7: Segunda lectura).

A través de María pasó el Amor de Dios. A todos trataba como si fuera un hijo suyo. Su cariño de madre lo tenía con todo el mundo.

Era delicada, alegre, estaba en los detalles. Era una mujer que vivía para los demás.

Parecía que Ella no contaba. Cuanto más daba, más se enriquecía por dentro. Porque lo que embellece es el amor que tiene una persona.

¿Fue feliz María en esta tierra? Mucho, muchísimo ¿Sufrió? Muchísimo también. Porque el amor en esta vida está unido al sufrimiento.

Darse en lo que Dios quiere cuesta. No hay amor grande sin sufrimiento grande. Es imposible querer sin poner esfuerzo.

Pero, tampoco hay que exagerar, porque cuando se ama el sufrimiento se dulcifica. Todo el mundo sabe que, cuando una persona está enamorada, no le importa pasarlo mal con tal de querer al otro.

Mucho le pidió el Señor a nuestra Madre. Fue a la que más ha pedido. Porque Dios, a los que quiere mucho, no le da mucho, sino que les pide mucho.

Dios le pidió el amor humano, el amor esponsal. Le pidió que fuera virgen. Y, cosa curiosa, es la mujer que más gente ha llamado y llamarán madre. Es la Madre de Dios. Eso es lo que hoy celebramos.

Y ¿para qué le pidió tanto? Para salvar a muchas personas. La vida de María es la vida de una madre que hace todo lo posible por sus hijos.

A través de Ella, Dios nos bendice, nos protege y nos llena de paz (cfr. Num 6, 22-27: Primera lectura y Sal 66, 2-3. 5. 6 y 8: Salmo responsorial).

«Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído». Pensar en estas cosas nos llenan de optimismo para comenzar el nuevo año.

Nuestra Madre es la misma que se buscó Dios, como para no estar contentos.

Por la intercesión de santa María, nuestra Madre, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del cielo. (Oración colecta)

martes, 23 de diciembre de 2008

LA PUERTA DEL SOL


«¡Salve, Madre, santa!, Virgen, Madre del Rey» (Antífona de entrada de la Misa). Así saludan los cristianos a la Madre de Dios en esta noche.

Otros saludan al 2009 con pitidos y petardos.

En la madrileña Puerta del Sol mucha gente espera la llegada del nuevo año: «solteros, casados, viudos,... y algún cura despistao».

Nosotros hemos querido celebrarla junto al Señor, a la puerta del Sagrario

Queda media hora para que empiece el año, y queremos comenzarlo también junto a nuestro Dios, que está siempre con María.

Queremos que el Señor nos «bendiga y proteja» (Nm 6, 24: primera lectura de la Misa).

Y por eso le repetiremos en el Salmo de la Misa, y lo hacemos también ahora, de la mano de la Virgen, porque hoy es su fiesta:

–Madre, «el Señor tenga piedad y nos bendiga» (Sal 66, 2).

El Señor nos bendice, especialmente cuando recibimos en la Comunión, y ahora que estamos haciendo oración.

Nuestro Señor nos bendice siempre a través de su Madre. María –como Ama de la Casa de Dios– es la Administradora de su Despensa.

Por Ella Dios tiene Humanidad. Tenemos la suerte de que Dios pueda ser un Amigo que tiene los mismo intereses que nosotros, porque es Hombre, y habla nuestro lenguaje.

«En distintas ocasiones habló Dios a nuestros Padres por los profetas. Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo» Así dice el Aleluya de la Misa de hoy.

Dios nos habla. Y su voz es humana. Si queremos ir al Señor hemos de utilizar este camino. Por eso dice Teresa de Jesús:

«Miremos al glorioso san Pablo, que no parece se le caía de la boca siempre Jesús, como quien le tenía bien en el corazón. Yo he mirado con cuidado, después que esto he entendido, de algunos santos, grandes contemplativos, y no iban por otro camino»

EL SOL

Jesús es el Sol que nace de lo alto. Por eso le pedimos que «ilumine su rostro sobre nosotros» (Sal 66,2: Responsorial de la Misa).

Y Dios tiene rostro humano porque ha «nacido de mujer» (Ga 4,4: segunda lectura de la Misa) en la Persona del Hijo.

Por eso para llegar a Dios es necesario pasar por la Humanidad del Señor. Esto es lo que han experimentado los santos:

«He visto claro que por esta puerta hemos de entrar» repetía insistentemente Teresa de Jesús.

«Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien dijo su Majestad se deleita».

La Iglesia en la Misa de hoy, antes de recibir el cuerpo de nuestro Señor, dice:

«Jesucristo es el mismo ayer y hoy y siempre» (Hb 13,18).

Por eso los santos repiten:

«Así que no queramos otro camino, aunque estemos en la cumbre de contemplación; por aquí vamos seguros. Este Señor nuestro es por quien nos vienen todos los bienes».

Y para llegar a Jesús el camino más corto es María.

IR A JESÚS A TRAVÉS DE MARIA

Nos cuenta el Evangelio que las personas que se le comunicó la venida del Señor «fueron corriendo» a ver a Jesús «y encontraron a María» (Lc 2,16: Evangelio de la Misa).

Hemos de ir a Jesús por María. Ella es su Madre, la Madre Dios. Éste es el principal título de la Virgen.

Vamos a repetírselo porque es la mejor alabanza que le podemos decir, como le han dicho los cristianos desde hace siglos:

–Santa María, Madre de Dios.

Vamos a decírselo con como un piropo, con chulería: Ma-dre de Di-os.

Cuentan de una señora mayor que vivía en el mismo bloque que su hija, pero en el piso de abajo.

Por eso se oía como la abuela tenía puesto el video, y por enésima vez estaba viendo «Casablanca».

La nieta, cuando pasó un rato, y ya no se oía, fue al piso de la abuela, porque tenía curiosidad por ver esa película en blanco y negro.

Y cuando bajo se encontró a su abuela –que a los veinte años se parecía a Ava Gardner– con el rosario en la mano.

La chica le preguntó: –¿Es buena la película, de que trata?

La abuela le dijo: –Ingrid Bergman y Humphreid se conocen en París. El amor que nace entre los dos está muy unido a una melodía que escuchan en esa ciudad...

–No me lo cuentes, dijo la nieta.

Y siguió: –Abuela, ¿no te resulta pesado rezar el rosario?

Doña Pilar se levantó de la butaca: –Mira te voy a enseñar una cosa.

De una caja de lata, vieja, de Colacao, donde guardaba las fotos antiguas de su marido, del viaje de novios, y la primera del libro de familia.

De allí sacó una foto. Era de un cuadro antiguo. Se veía a San José muy joven, tocando el laúd, y a María asomada a una ventana baja, llena de macetas, oyendo la serenata con una sonrisa.

Y en el cielo, separado de la Tierra por nubes, muchos ángeles, de pie, aplaudiendo.
–Mira, una foto de cuando los dos eran novios.

–¡Qué gracia!, dijo la nieta.

–Abuela, ¿tú no te distraes rezando el rosario?

Fíjate en unas palabras. Y subráyalas. Dilas como si fuese un piropo: bendita tú eres, en-tre to-das las mu-je-res.

Y terminó diciéndole a la nieta, mientras miraba aquella foto de los dos Novios:

–Imagínate que esas cosas se las dices, de parte de San José.

Pues vamos a repetirle hoy a la Virgen, en mejor piropo.

LA MADRE DE DIOS, PUERTA DEL SOL

La Iglesia quiere que celebremos hoy esta solemnidad.

Así empezamos el año dándonos prisa por llegar hasta la Humanidad del Señor, llevados de su mano.

Por eso le decimos: –Eres la Puerta del Sol que nos ha nacido.

Por donde ha pasado Dios desde el cielo a la Tierra.

Dicen los teólogos que Dios podría haber hecho un mundo mejor, pero que no podría haber hecho una Madre mejor: no sé exactamente porque pero nos lo dice el corazón.

Dios no puede hacer una Madre mejor de la que ha hecho. María roza lo infinito, si pudiéramos habla así.

Nos mueve el cariño: sobre María los piropos nunca son suficientemente grandes. Y además como dice el poeta a las palabras de amor le sientan bien su poquito de exageración.

Pero no es exagerado lo que hablamos de María, siempre nos quedaríamos cortos: nunca es bastante.

El Evangelio de la Misa de hoy nos dice que Ella, «conservaba» todas las cosas que le sucedían a su hijo, las guardaba «en su corazón».

Todas la miradas del Señor las tenía guardadas su corazón de Madre. Especialmente conservaba con más afecto las miradas más necesitadas de su Hijo.

San Josemaría nos habla de las miradas de Jesús a María, el encuentro de la Madre con su Hijo en un momento muy duro.

Es la IV estación del Vía Crucis: el encuentro de Jesús con su Madre, la mirada que cruzaron durante un segundo, el segundo que ha durado más siglos.

La mirada más completa, y podíamos decir más necesitada de afecto que Dios ha lanzado.

«Ha esperado Jesús este encuentro con su Madre. ¡Cuántos recuerdos de infancia!: Belén, el lejano Egipto, la aldea de Nazareth».

Vamos nosotros a meternos en el corazón de la Virgen. Que como todas las madres guarde en su interior las instantáneas de la vida de sus hijos.

Como la abuela que guardaba en la caja de lata de Colacao esos recuerdo en papel Kodak, la Virgen también guardaría esas instantáneas:

El primer lloro de Jesús, la Palabra de Dios que llora en Belén.

El lejano Egipto: Jesús que empieza a andar a la sombra de las pirámides, o cuando se le cayó el primer dientecillo, y vino el ratón Pérez.

Y la aldea de Nazareth: Jesús –que cada vez se parece más a su padre– y va ya a ayudar en la carpintería.

Y cuando empieza a despuntarle el bigotillo, entrando en la adolescencia, y le salió el primer gallito al hablar: cómo sonreirían María y José.

Se va haciendo mayor, y cada día es más bueno.

« ¡Cuántos recuerdos de infancia!» dice San Josemaría.

También la Virgen, que es nuestra Madre, tiene guardadas nuestras fotos porque para Ella, nosotros somos Jesús, que va creciendo.

« ¡La necesitamos!... en la oscuridad de la noche, cuando un niño pequeño tiene miedo grita: ¡Mamá!

Así tengo yo que clamar muchas veces con el corazón: ¡Madre, Mamá, no me dejes!»

Vamos a repetírselo también nosotros con el corazón. Porque todavía, quizá seguimos con nuestros miedos: quizá no el miedo a la oscuridad. Pero puede pasarnos que todavía seguimos teniendo miedo a sufrir.

Nos sigue horrorizando pasarlo mal, y no queremos pasar por el pasillo oscuro de las humillaciones, nosotros que pensamos que nacimos para triunfar, y que los demás nos admiren.

En este año que comienza hemos de ir a Ella y decirle ya desde el primer momento: «¡Madre! ¡Mamá! no me dejes».

sábado, 20 de diciembre de 2008

DIÓ A LUZ (NAVIDAD)

Ver resumen
«El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande» (Is 9,1: primera lectura de la Misa de medianoche)

Y eso que profetizó Isaías se cumple hoy: nosotros que caminamos en este mundo hemos visto una luz maravillosa. Esa Luz es Cristo.

Por eso ha escrito recientemente Mons. Echevarría: «Sólo Cristo es la razón de nuestra vida».

Jesús es la luz de nuestros ojos. Como dijo el poeta: 

«veante mis ojos, pues eres lumbre de ellos, y sólo para ti quiero tenello

LUZ DE LUZ

Celebramos que esta noche la Virgen ha dado a luz a la Luz.

La Segunda Persona de la Trinidad, el Hijo, se ha encarnado. Es Dios que procede de Dios, Luz que procede de la Luz, como decimos en el Credo.

Verdaderamente Dios Padre, puede decir a Jesús: «Tu eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy» (Sal 2: antífona de entrada de la Misa de medianoche)

Pero esto es valido siempre, porque Jesús es el Hijo de Dios que está siendo engendrado en el hoy eterno.

Dios Padre continuamente está entregándose a Dios Hijo, lo está engendrando. Y Dios Hijo corresponde continuamente a ese amor con la misma generosidad, no quedándose nada.

Por eso Isaías da en el clavo cuando dice que hoy hemos visto «una luz admirable». Precisamente hoy Dios ha querido revelarse, mostrarse a los hombres de una forma que el hombre entiende.

DIOS SE HA ENPEQUEÑECIDO

Dios ha querido hacerse hombre para que lo escucháramos mejor. Y ha nacido débil, como nosotros nacemos.

El Grandioso que se hace diminuto. Para que nosotros comprendamos el Amor que Dios nos tiene: para eso se pone a nuestra altura, mejor dicho se pone a nuestra bajura.

Ya nadie podrá decir que es difícil conocer a Dios. Porque hasta el más ignorante puede contemplar el cielo en la tierra.

ASOMAR NUESTRA CABEZA 

Hemos de utilizar la cabeza para fijarnos. Pensar en un Dios que se hace pequeño.

Decía un pensador inglés que «el sabio es quien quiere asomar su cabeza en el cielo».

Esto es lo que nosotros deseamos esta noche: contemplar a Dios. 

Quizá nos desconcertará ver al Creador del universo entre dos animales. Es imposible entenderlo: porque el amor de Dios sólo se puede admirar, el hombre es imposible que lo abarque.

Decía el inglés: «El sabio es quien quiere asomar su cabeza al cielo; y el loco es quien quiere meter el cielo en su cabeza».

Hoy reza la Iglesia: «Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con el nacimiento de Cristo, la luz verdadera, concédenos» llegar al cielo, y allí ver el «esplendor de su gloria» (Colecta de la Misa de Medianoche).

BUENANOCHE

Hoy la Iglesia no solamente nos propone rezar con palabras nos dice que cantemos al Señor, y si es posible «un cantico nuevo» (Sal 95,1: responsorial de la Misa de medianoche)

Un sacerdote desde Guatemala me escribe como se preparan allí para la Navidad.

«Cuatro niños llevan en andas unas imágenes de S. José, y de la Virgen, embarazada de nueve meses. La gente se divide en dos grupos. 

Un grupo se mete en una casa del pueblo, cerrada a cal y canto. Y otros están fueras con las imágenes de José y María.

A esto se le llama una “Posada”. Tradición de muchos sitios de América que principio se desde 9 días antes de Navidad.

Os copio lo que iban cantando y respondiendo: 
–En el nombre del Cielo os pido posada, pues no puede andar ya mi esposa amada.

–Aquí no es mesón sigan adelante yo no puedo abrir no sea algún tunante.

–Venimos rendidos desde Nazareth, yo soy carpintero de nombre José.

–No me importa el nombre Déjenme dormir pues ya les digo que no hemos de abrir. 

–Mi esposa es María es reina del Cielo y madre va a ser del Divino Verbo. 

–Tu esposa es María, eres tú José: entren peregrinos, no les conocía. 

(Se abren las puertas, y entran todos cantando)

–Entren santos peregrinos, peregrinos reciban este rincón, que aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón.

Luego como ya os podéis imaginar más villancicos, ponche (fruta en almíbar hervida en agua y esta vez sin alcohol), pastas … y frijoles en grandes abundancia.

San Lucas nos cuenta en el Evangelio de la Misa del Gallo que la Sagrada Familia «no tenían sitio en la posada» (2,7).

Y por eso estos guatemaltecos quieren darles hoy posada con alegría, aunque no haya alcohol. 

El sacerdote guatemalteco me habla de que allí al alcohol se le llama “piquete”, y que, comúnmente es ron lo que allá se produce en abundancia.

Hoy vamos a inaugurar un nuevo villancico: cantaremos al Señor con ilusión nueva.

Hay un libro que trata sobre el desamor, sobre la tibieza, que se titula así: Donde duerme la ilusión.

La ilusión, eso que es tan propio de los soñadores, y también de los borrachos.

Hemos de pedirle a la Virgen que nos de su ilusión. A ella que está llena de gracia le decimos que queremos llenarnos de ese vino maravilloso que es el Amor de Dios:

–Dame la bota María que me voy a emborrachar. 

Los cristianos estamos alegres, no con una alegría etílica, que da una comida de empresa. Estamos alegres por el regalo que nos ha hecho Dios.

EL REGALO ESENCIAL

El sacerdote de Guatemala contaba que al final de la misión que realizó en un poblado de inditos.

«Al final reparto de los regalos: muñequillos de plástico, pistolas, algún cochecito… Aunque hicieron grupos por edades y sexos aquello fue la debacle, se quería meter todos en la furgoneta por si quedaban más regalos.

Y aunque era uno por niño, todos decían tener un hermano no sé donde... 

Todos los regalos iban envueltos en papel de regalo (nuestro tiempo nos llevó), pero la ilusión de abrirlos duraba poco: lo hacían de una vez».

Santo Tomás que era un sabio decía que el Amor es «el regalo esencial».

Por definición el amor es un regalo que se nos hace sin merecerlo. Y además de que la esencia del amor es que sea un regalo.

También podemos decir que el mejor regalo, el regalo por esencia es el amor.

Un poeta expresando en qué consiste lo que nosotros llamamos un regalo. Dice que es: «Símbolo puro, símbolo de que me quiero dar»

Y sigue:«Qué dolor, separarme de aquello que te entrego y que te pertenece sin más destino ya que ser tuyo, de ti, mientras yo me quedo en la otra orilla, solo, todavía tan mío».

Y termina diciendo, lo que desearían todos los enamorados al hacer un regalo:

«Cómo quisiera ser eso que te doy y no quien te lo da»

Pues eso que los hombres de todos los tiempos desean y no pueden conseguir, el Señor lo ha hecho. 

San Pablo nos habla de «la aparición gloriosa del gran Dios» (Tt 2,13: segunda lectura de la Misa de medianoche). Hemos abierto el regalo y nos hemos encontrado con sorpresa que lo que el Señor nos ha regalado no es un símbolo de su amor, sino que se nos entrega Él mismo.

LA MEJOR NOTICIA

«Os traigo una buena noticia, una gran alegría: nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11: Aleluya de la Misa de medianoche).

El ungido de Dios, el Mesías, el Salvador, sería el mismo Señor, que se ha hecho hombre.

Por eso Jesús lleva ese nombre: significa Dios que salva.

No ha enviado a un mensajero para salvarnos sin que ha venido en la Persona de su Hijo. Y San José no fue su padre según la carne porque ya tenía un Padre.

NACIDO PARA SALVAR 

«La Palabra se hizo carne y hemos contemplado su gloria» Esto que dice San Juan (1,14) y la Iglesia lo recita esta noche como antífona de comunión, lo hemos querido hacer en la meditación.

El Hijo de Dios se ha hecho carne y nosotros estamos aquí contemplando esta maravilla.

Pero no sólo ha venido sólo para que nos sorprendamos con alegría. Ha venido para salvarnos. Por eso terminamos rezando:

«A cuantos celebramos rebosantes de gozo el misterio de Cristo, concédenos, Señor, la gracia de vivir una vida santa y llegar así un día a la perfecta comunión con Cristo en la gloria» (Oración después de la Comunión de la Misa de medianoche).

Y terminamos con la letra de un Villancico manchego: «¡A San José y la Virgen, felicidades y enhorabuena!».

lunes, 15 de diciembre de 2008

CUERVOS MENSAJEROS

David quería construirle al Señor un santuario digno: el Rey vivía en una casa hecha con buena madera, mientras que el lugar destinado a Dios era una tienda de campaña.

El Señor agradece este ofrecimiento del Rey David. Y es su hijo Salomón el que construiría el famoso templo de Jerusalén.

Pero el verdadero lugar donde habitará Dios será el vientre de una mujer, porque el Señor ha decidido hacerse hombre, poner verdaderamente su tienda entre nosotros.

Dios se hará hombre y ya nunca dejará de serlo. Además tenía pensado nacer de la familia de David.

Como se ve Dios siempre supera nuestros deseos. Y al que quiere tener un detalle con Él le premia como algo nunca soñaría.

Es como si Dios hubiese pensado: –
Tú has querido tener el detalle de hacerme una casa para mí, pues mi templo será una mujer de tu familia. Y allí estaré pero de una forma especial: como un niño.

También a nosotros se nos ocurre hacer cosas por Dios. Hemos de pensar que todas esas ideas el Señor las transformará en regalos sorprendentes.

En el cielo nos daremos cuenta de cómo ha mejorado Dios nuestras ilusiones. Con los hechos el Señor nos dice: –
Atrévete a desear cosas grandes que Yo que soy Tu Padre te las mejoraré. Tú pides juguetes, yo te daré cosas reales.

Por eso en tiempos de crisis y en tiempos de bonanza la mejor inversión es la que se hace en las cosas del Señor. Nuestro Padre Dios siempre es «la pasada», porque siempre se pasa: supera nuestras expectativas.

Todos los monarcas buscan estabilidad en el reinado. Y todo eso Dios se lo promete a David, pero de una forma que el Rey no podía imaginar.

En profeta Natán fue el enviado por el Señor para decirle a David: «Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre» (2 Sam 7,16: primera lectura de la Misa).

El Señor envía a un mensajero para decirle que había escuchado sus buenos deseos. Y esto es curioso. Dios no sólo mira nuestras obras sino nuestros deseos.

También en nuestro caso puede que, una persona de parte de Dios, nos comunique que el Señor está contento con lo que pensamos el otro día.

Dios que podría hablarnos directamente, por lo general, utiliza instrumentos. A nosotros nos gustaría que Él personalmente nos dijese las cosas, pero...

Algunos santos se han quejado en su oración: –
Que no me envíes ya más mensajeros, que no saben decirme lo que quiero.

Es lo que han dicho las personas enamoradas: –
No me mandes papeles, que no sé leer, que no sé leer. Por el correo mándame a tu persona...

Hoy se diría menos poéticamente: –
No me mandes e-mail que se cuelga la red, que se cuelga la red. Por internet mándame a tu persona...

El Señor se adapta a nuestra forma de ser, por eso prefiere no avasallar. Y hace como la persona que buscan el cariño de otro. Nada más que hay que leer a Jane Austen para darse cuenta de lo que hacen los enamorados.

Hay que dejar aparte «orgullo y prejuicio», y tener «sentido y sensibilidad» para buscar que la otra persona no se sienta acorralada y de el primer paso. Hacerle ver que nos interesa pero sin grandes aspavientos. Buscar a otros que le vayan contando lo que nosotros pensamos. Y evitar a todo trance que la persona que nos interesa nos dé calabazas. Estas son las cosas del amor.

Y Dios actúa así. Nos quiere tanto que sentiría mucho la ruptura, que nosotros zanjáramos la cuestión. Prefiere ir dando pasos poco a poco para ganarse nuestro afecto.

Y, cuando ya lo ha conseguido, sigue avisando de su cercanía, para que el amor crezca. El Señor nos va dando «toques» a nuestro móvil, antes de presentarse, para ir preparando nuestro amor.

Y esto es lo que hizo con David, y con María: después de tanto preparar su llegada, al final la sorpresa.

Lo que había sido profetizado, se cumplió. Y fue otro mensajero de Dios, esta vez propiamente un «ángel», el que le dijo a María: «Darás a luz un hijo[...], el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1, 31-24: Evangelio de la Misa).

Menuda sorpresa. María estaba casada, pero había decidido entregarse a Dios por completo, en alma y en cuerpo. Se había consagrado a Dios en virginidad.

Sabia que de ella podría descender el Mesías esperado, pero prefirió ofrecerle a Dios todo ese honor. Y el Señor la sorprendió con una gracia mayor.

Ella pensaría que nadie sobre la tierra le diría nunca «mamá». Pero se equivocó: ha sido la persona que en la historia de la humanidad ha oído la palabra «Madre».

Además no sólo ha sido la Madre de un hombre, sino que es verdaderamente la «Madre de Dios».

También esta vez el Señor envió a un mensajero: su nombre era Gabriel.

Más tarde, el apóstol Pablo fue enviado por Dios para revelarnos a nosotros ese «misterio mantenido en secreto durante siglos» Rm 16, 25: segunda lectura de la Misa).

Ya se ve que Dios no deja de enviarnos mensajeros para que conozcamos a Jesús. Ahora también lo hace. La iluminación de las calles, los belenes, los regalos, el turrón, el pavo, y los árboles de Navidad... todo nos recuerda el nacimiento de este Niño que dará la vida por nosotros y que resucitará, para que su reino no tenga fin.

Todo nos recuerda que los hombres y nuestras cosas pasaremos, pero que el reino de Jesús estará siempre ahí.

Aunque los cristianos sean masacrados, humillados, perseguidos, crucificados como lo fue Jesús, sin embargo su reino seguirá.

Siempre habrá gente –aunque queden pocos– que sean súbditos de este Rey muerto y resucitado.

Dios también te ha elegido a ti –que lees estás líneas por internet– como eligió a Natán, a Gabriel, y a Pablo.

En este tercer milenio quiere el Señor que comuniques a los que tienes alrededor la posibilidad de tener amistad con Él.

En algunos países que antes fueron adoctrinados en el ateísmo, como Rusia o Rumanía, hoy el cristianismo está de moda.

En otros que fueron llamados católicos, en la actualidad, seguir a Jesucristo no está de moda. Los que son amigos de Dios son etiquetados como «carcas».

Y por la calle, a los curas, que visten de curas, suelen llamarles «cuervos». Tanto es así que un sacerdote francés se ha extrañado de la falta de educación en algunas ciudades españolas. No importa.

Cuando no está de moda ser católicos. Cuando ser amigo del Señor no está bien visto por la mayoría aquí estamos nosotros para hacer como los primeros cristianos.

Hablar de Jesús. En Roma, durante la época Nerón, un niño cristiano estudiaba en la escuela de pajes. Y sus compañeros para reírse de él habían hecho una pintada en la que se veía a un crucificado con cara de asno, y junto a él alguien orándole.

Y como lema había escrito el nombre del chico: Anaximeno adora a su Dios. Pero el muchacho cristiano no se cortó un pelo porque añadió: Anaximeno, fiel.

Esto es lo que tenemos que hacer no desanimarnos sino seguir hablando de Dios. Alguien nos escuchará. Puede ocurrir como en el caso de Pablo: también los fanáticos se convierten, y no cuando nosotros queremos sino cuando le toca la gracia de Dios. Porque el reino de Jesús no es un reino de violencia, sino de misericordia.

Y aunque nos llamen cuervos, habría que decir: –soy un cuervo, pero un cuervo mensajero.

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