viernes, 26 de abril de 2019

6. LOS ENGAÑOS DE SATÁN


Llamarle amor al sexo 
Tratar al sexo como juego 
Sexo sin amor 

LLAMARLE AMOR AL SEXO

Como escribió san Juan: Dios es amor. Los cristianos podemos decir que hemos conocido y creído en el amor que Dios nos tiene (1Jn 4, 16). Así puede expresar el cristiano la opción fundamental de su vida: nosotros hemos elegido el Amor de Dios.

También los ángeles decidieron libremente. Y ahora nos toca a nosotros tomar partido. Pero al ser hombres, nuestra decisión se hace realidad en el tiempo.

En la vida realizamos una opción fundamental, que no es solo fruto de un momento, sino que se va haciendo realidad cada día, y que se concreta en una entrega del alma y también del cuerpo.

Por eso, nuestra decisión en el terreno de la materia, no solo puede consistir en cumplir el “sexo” mandamiento. Aunque haya gente focalizada mentalmente en ese monotema, y no sepan hablar más que de “eso”. Y llenen de contenido sensual las redes sociales, porque saben que el instinto básico y sus más de 50 sombras dan dinero.

Nuestra respuesta no puede concretarse en el “no”. Es mucho más, una respuesta “afirmativa” a la elección que el Señor nos ha hecho, y nos sigue haciendo: nuestra meta es responder al Amor.

Somos rebeldes, personas que no quieren que la carne se convierta en “carroña”. Nos oponemos a que una parte de nuestro ser sea utilizada en contra de nuestra persona. Nada ni nadie puede tratarnos como objeto de mercado. Porque lo más sagrado que tenemos, el “fuego de los dioses”, el Amor, es lo que el enemigo intenta robarnos.

Pero los hombres no podemos amar solamente con el espíritu, sino que necesitamos la complementariedad del cuerpo. Y también es cierto que el hombre que ama de verdad, no solo ama con su cuerpo, sino sobre todo con el espíritu. 

Por el contrario, el demonio intenta enarbolar la bandera del amor, porque eso vende. Y además sabe de amor porque está enamorado, pero de sí mismo.

El engaño de Satán, consiste en que confundamos el amor con el sexo, porque él sabe que esa parte de nuestro ser material, estaba pensada por el Creador para estar unida al espíritu.

Por eso, es fácil hacer creer al hombre, que la satisfacción que da la complementariedad proviene solo del sexo. Y como en toda tentación, el demonio quiere debilitar el alma, haciendo que busquemos el sexo antes que el amor. 

TRATAR AL SEXO COMO JUEGO


Y como en toda guerra, la propaganda enemiga quiere hacernos ver que la “castidad” nos hace esclavos: como si estuviéramos “reprimidos”.

Algo de verdad tiene esa mentira a medias. Efectivamente, la castidad nos tiene apresados, atados, “esposados”... Pero de una forma que el “Señor de las tinieblas” no puede entender, porque no conoce el Amor, solo tiene amor propio. 

Por eso, él solo “busca poseer”. Satanás no entiende que estemos contentos “entregándonos”, “siendo poseídos”. Como si el demonio nos insinuara: –“No sois libres, estáis atrapados, conquistados”... y se calla lo de enamorados.

E incluso, también puede convenirle al demonio hacernos pensar lo contrario: que son realidades tan separadas que no tienen nada que ver una con la otra. Para eso, nos hace buscar el sexo de forma independiente del amor o incluso en solitario. Porque sabe que eso nos hace egoístas. 

Por eso hay quienes piensan que el sexo y sus deleites es un puro juego. Los años de la revolución hippie, coincidieron con una época del cine que en España se llamó “destape”. Y en aquellos años se puso de moda una película con el título de “Juegos prohibidos”. que llevaba como banda sonora el “Romance anónimo”. 

Eran tiempos en los que algunos se preguntaban: ¿por qué no dar rienda suelta a los instintos, cuando son naturales? ¿Por qué prohibir ese juego tan romántico? 

En aquel entonces, en muchos casos, los enamoramientos eran de celuloide, no pasaban de la imaginación, del ámbito de uno mismo. Y decían: ¿A quién le puede hacer daño lo que yo piense, si no hago mal a nadie? ¿Qué mal puede tener un juego solitario

Evidentemente en muchas legislaciones el consumo de droga, si es para uso personal, no está penado por ley. Lo que no quiere decir que no cause daño a la persona que fuma la yerba.

La pregunta es: ¿el sexo es una droga? La respuesta no puede ser más clara: no puede ser mala una realidad creada por el Amor de Dios. 

El sexo no es ninguna droga, lo que es perjudicial para el hombre es ponerlo en primer lugar. El sexo no es lo primero: ha sido creado para la complementariedad, para entregarse. El sexo nos hace daño cuando se convierte en un juego egoísta.

SEXO SIN AMOR


Y como está pensado para la entrega a otra persona, es también por eso, cuando la felicidad que proporciona es inmensa, porque la satisfacción material, solamente, no llena. 

Y cuando se realiza de forma egoísta algo no funciona. Incluso si eso se diera dentro del matrimonio, pues en ese caso el amor propio se multiplicaría, por tratarse de dos. Sucede, por ejemplo, cuando las relaciones maritales no están abiertas a la vida, pues entonces se vuelven egoístas. Al realizarlas, sin tener en cuenta ningún compromiso con otro posible ser, fruto de la entrega de ambos, así se le cierra las puertas al amor. E incluso esas relaciones se podrían banalizar, tomándolas como funciones fisiológicas más o menos liberadoras del estrés.

El sexo es un regalo de Dios, que satisface realmente cuando no es fruto de mercadería, sino cuando hay entrega mutua. Y aunque se diese en el ámbito de la vida conyugal si aquella relación solo es para el ocio y disfrute, poniendo todo tipo de controles para que no se de una nueva vida, más tarde o más temprano uno se preguntaría, si hay algún tipo de donación en ese ámbito íntimo, o es simplemente una pasión que se aplaca. 

Pero ¿qué clase de amor hay cuando el sexo es simple sexo?

Por eso, repetimos, que durante años, el enemigo ha querido disfrazarlo de amor. Satanás, buscaba que se identificara amor con sexo. Pero ya no es posible, ahora quiere que pensemos que es un juego intrascendente, que nada tiene que ver con el amor o con la vida.

sábado, 13 de abril de 2019

5. LA CARNE


Los que se alejan de la tentación 
Los que luchamos en medio del mundo 
La carne como aliado



LOS QUE SE ALEJAN DE LA TENTACIÓN 

Repetimos a propósito que, el diablo, al tentarnos, nos quiere convencer de que, lo “auténticamente” real es solo lo que se puede tocar. Esos bienes tangibles, estarían representados por los instintos básicos, que son los que con más fuerza atraen al hombre y a los que, de forma global, se les viene llamando “la carne”.

Y aquí está “el sexo”. No en vano algunos cristianos, que desean apartarse de lo malo que hay en el mundo, hacen “voto de castidad”, como expresión de su lucha contra esa fuerza de atracción negativa.

Otros cristianos, por el contrario, hemos sido destinados por Dios a permanecer en medio de la calle, para santificar lo ordinario. 

Siempre es bueno que haya personas que den testimonio de la primacía de lo espiritual, como Jesús recordó a Marta, que se afanaba en el cuidado de su casa, pero olvidó que el Señor es lo primero y andaba agobiada mientras su hermana contemplaba las palabras del Maestro.

LOS QUE LUCHAMOS EN MEDIO DEL MUNDO

Sin embargo, Jesús al encarnarse, le dio un valor divino a lo humano. Santificar lo corriente significaría tener la mente en el cielo y los pies en la tierra. Por eso para los que estamos llamados a lo ordinario, nuestro ideal es aunar el trabajo de Marta con el espíritu de María. 

Es conocido que san Josemaría –al que la Iglesia ha definido como “el santo de lo ordinario”– cuidaba con esmero todo lo referente a la liturgia. Repasaba las normas que la autoridad de la Iglesia daba, para vivirlas con exquisita delicadeza. Por eso, cuando alguien quería hacerle algún regalo, si lo conocía de cerca, era fácil acertar: le encantaba todo lo que pudiera servir para agradecerle al Señor, que se hubiera quedado en la Eucaristía. Como aquella mujer que obsequió al Señor un frasco de perfume.

Quien conozca la vida de san Josemaría, sabrá de su atención a los pobres y a los enfermos, y de las iniciativas, que llevó a cabo por todo el mundo, en favor de los más necesitados, como recordó Juan Pablo II el día de su Beatificación. Todo lo hacía con el mismo espíritu de María, la hermana pequeña del amigo del Señor, pues lo que pretendía este santo moderno, era ser contemplativo, igual que aquella chica de hace más de veinte siglos.

Y cuando alguien le preguntó, en cierta ocasión, qué oratorio de los que había proyectado en Roma le ayudaba más a rezar, rápidamente dijo: –¡La calle! (Pilar Urbano, El hombre de Villa Tevere, Barcelona 1995, p.186).

Es que él era un “contemplativo itinerante”. Había recibido de Dios esa llamada: proclamar que todos los caminos de la tierra –si son honestos– pueden conducirnos a la amistad con el Señor. Por eso, ningún trabajo puede ser considerado de poca categoría, porque el Hijo de Dios, al encarnarse, ha transformado todo lo humano en divino. 

LA CARNE COMO ALIADO

Y el Señor mismo, pudiendo elegir, escogió una profesión manual, tan digna como las intelectuales, o de más categoría, si se hace con más amor.

Se cumplió así que las cosas materiales pueden llegar a ser santas, porque el Verbo de Dios se hizo “carne” y puso su tienda en la tierra de los hombres. 

Efectivamente, “la carne”, puede verse como un enemigo del hombre, lo mismo que “el mundo”. Pero no es solo eso. 

También, siguiendo la actuación del Hijo de Dios, todo lo humano ha sido elevado. Esto quiere decir que se puede “amar al mundo”, porque ha salido de las manos de Dios. Lo mismo que la materia no es mala, como creían los maniqueos, que pensaban que solo el espíritu era creación de Dios.

Muy al contrario, los que vivimos en medio del mundo, tenemos como meta, transformar lo humano en Divino. Y llegar al Dios invisible a través de las cosas visibles. Por ejemplo, llegar a Dios a través de la amistad y del amor humano.

sábado, 6 de abril de 2019

4.EL SOL



La Palabra de Dios es La Luz
La Palabra de Dios que alimenta al hombre 
El grano de trigo que muere. 

LA PALABRA DE DIOS ES LA LUZ

Dice el salmo 118 (119): Tu palabra es lámpara para mis pasos. Y así es, la luz de la fe guía nuestro caminar en la tierra. Es como una linterna que nos permite caminar por un valle lleno de oscuridad, sin que tropecemos. Y en muchas ocasiones esas luces las recibimos a través de la meditación de la Sagrada Escritura; especialmente con la lectura reposada del Evangelio donde se nos narra la vida de la Palabra de Dios, que se ha hecho hombre, para que sigamos sus pasos.

En la primera tentación vemos como el diablo, de forma sibilina, pretende oscurecer esa luz, que nos permite ver las cosas como Dios las ve. Quiere el demonio que tropecemos en nuestra vida, porque sin la fe andamos desorientados. Satanás pretende llevarnos por otro camino, que él nos presenta como un atajo, pero que en realidad conduce al abismo del pecado.

Efectivamente, si nos falta la luz de la fe, el hombre da cabida en su alma a las insinuaciones de Satanás y desconfía de la voz de Dios, que parece poco realista.

El pecado significa una ruptura interior porque desoímos a nuestro Padre, para seguir las indicaciones de ese extraño, que incomprensiblemente, se muestra muy interesado en nuestra felicidad, pero en realidad busca engañarnos.

Porque el demonio nos ve débiles y trata de sembrar la sospecha, sugiriendo que nuestros intereses son distintos a los de Dios, y que por eso, lo práctico es ir primero a lo nuestro.

Conviene repetir que, con el pecado el hombre no escucha la voz de Dios, sino que cambia el orden de sus intereses, los desordena, a la hora de establecer qué es lo primero en la vida.

Por eso Satanás pretende que Jesús no haga la voluntad de Dios, sino que busque en primer lugar satisfacer un instinto. Y se encuentra con que el Señor le corta diciendo que no solo está el alimento corporal, hay otro alimento, que también proviene de Dios.

LA PALABRA DE DIOS QUE ALIMENTA AL HOMBRE

La palabra de Dios, la Eucaristía y la fe tienen mucha relación. La Iglesia habla del alimento de la Palabra y del alimento de la Eucaristía como de las dos mesas que se celebran en el Sacrificio del Altar, que llamamos Santa Misa.

Con la primera tentación el demonio quiere que Jesús fije su mirada en primer lugar en las cosas de la tierra; y que utilice todo su poder para alcanzarlas.

Pero la fe nos indica que no solo las cosas materiales tienen importancia, también hay realidades que no se ven; también esas proceden de Dios: No solo de pan vive el hombre.

Ya lo hemos dicho, al demonio le interesa debilitar nuestra visión sobrenatural, por eso va a por la fe, porque las heridas contra la fe son profundas ya que destruyen la raíz. Aunque pudiera haber algún fruto, perdida la fe, el alma se secará tarde o temprano por falta de savia.

Y precisamente el alimento de nuestra alma es la fe en Dios, la confianza en Cristo, que se ha hecho Pan, para alimentarnos espiritualmente.

La respuesta de Jesús en las tentaciones, se completa con otros pasajes de la vida del Señor relacionados con el pan. Uno es el de la multiplicación de ese alimento para saciar el hambre de los miles de personas que le habían seguido: ¿por qué hace ese milagro si anteriormente había rechazado ese hecho como una tentación?

Indudablemente, habían cambiado las circunstancias. El milagro no se hacía en beneficio de Jesús, sino de esas personas que dejaron todo para escuchar la palabra de Dios.

Ya se ve que Jesús no es ajeno a las necesidades materiales de los hombres, pero las sitúa en el contexto adecuado y les concede la prioridad que se les debe dar.

EL GRANO DE TRIGO QUE MUERE

En la primera tentación el demonio quiere focalizar nuestra mirada en el pan material. Pero, Jesús, con su vida nos habla de otro Pan bajado del cielo. Él mismo es el grano de trigo que tiene que morir para convertirse en alimento. Así es como describe su vida terrena.

En la vida de Jesús el hecho prodigioso de la multiplicación de los panes podría considerarse como un anticipo simbólico de la Última Cena (cfr. Joseph Ratzinger, Ibídem, p. 57 ). En ella se instituye la Eucaristía y se inicia así el milagro permanente de Jesús como pan, como Él ya había anunciado.

Será el grano de trigo que muriendo daría mucho fruto (cfr. Jn 1224), porque la institución de la Eucaristía anticipa la muerte de Jesús en la cruz. A partir de aquel momento Jesús se hizo pan y la multiplicación de ese Pan durará hasta el fin de los tiempos.

De este modo se entiende lo que Jesús dice al tentador, con palabras tomadas del Antiguo Testamento (cfr. Dt 83): No solo de pan vive el hombresino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mt 4, 4). Efectivamente, el hombre no solo vive del pan material, sino del otro Pan, que es la Palabra de Dios. Jesús es precisamente esa Palabra que sale de la boca de Dios, el Pan de vida que ha bajado del cielo.

Satanás no se dio cuenta de esto, su orgullo le cegó para entender la humildad de Dios, que es capaz de hacerse pan material, para que los hombres puedan compartir su divinidad, pero ni siquiera lo sospechaba. Además pensaría que Jesús citaba la Escritura como él lo hacía, de forma interesada, forzando su sentido en beneficio propio, y se equivocó: porque todo lo que Jesús hacía fue hecho por amor y en verdad.

En este mundo hemos de reconocer que no solo vivimos de pan material. Y si a Dios se le diera una importancia secundaria, entonces se fracasaría hasta en aquello que los hombres consideran más importante. Si el hombre pensase en transformar las piedras en pan sin contar con Dios, entonces hasta el mismo pan, que ya se tuviese, se acabaría endureciendo como una piedra.

Me contaba un teniente de navío de la Armada Española – cuando él hacía las prácticas en el buque insignia Juan Sebastián Elcano– que cuando alguien por accidente cae por la borda, los alumnos están entrenados para rescatarle tirándose al mar. Y cierto día el capellán celebraba la Santa Misa en cubierta, y después de la consagración, una ráfaga de aire se llevó la Sagrada Forma, que cayó al mar. Hubo un momento de sorpresa, y enseguida el sacerdote gritó:
–“¡Hombre al agua!”. Inmediatamente unos guardiamarinas se lanzaron y pudieron recuperar la Sagrada Forma para continuar la Misa. Se ve que no solo el Capellán tenía fe, sino también los aspirantes a oficiales.

Y es que el Grano de trigo que muere es el Misterio de nuestra fe. Por eso el Enemigo, en la actualidad, no quiere que nos acerquemos a la Comunión, porque sabe que por la Eucaristía nos llega todo lo bueno. Vemos las cosas con la visión de Dios. Y dejamos de mirar las cosas necesarias de esta vida con una visión simplemente humana.

FORO DE MEDITACIONES

Meditaciones predicables organizadas por varios criterios: tema, edad de los oyentes, calendario.... Muchas de ellas se pueden encontrar también resumidas en forma de homilía en el Foro de Homilías