Antes la comunicación era solo verbal o por escrito. Hoy se hace a través de las ondas en el espacio.
Dice el Apocalipsis que «Se declaró una batalla en el cielo» (12, 7-12a: Primera lectura).
Es cierto. En la actualidad hay una batalla declarada entre los operadores de telefonía para captar cuantos más clientes mejor.
Cada uno hace sus ofertas para engancharte y mantener el contrato. Incluso te llaman personalmente y contarte sus ventajas.
En el Apocalipsis se nos dice que Miguel y sus ángeles, que son como sus operadores, declararon la guerra a la compañía del dragón.
Es una batalla entre los que nos quieren ayudar y los que quieren estafarnos. La batalla entre el bien y el mal. Entre la soberbia y la humildad.
Entre la generosidad y el egoísmo. Entre el no serviré y serviré. Entre quién como yo y el quién como Dios. Entre los que acusan y los que disculpan.
Esto es así porque dice la Escritura que Satanás no solo quiere engañarnos sino llevarnos a los tribunales. Por eso, en el Apocalipsis se dice que es el «acusador».
En medio de esa batalla de telefonía móvil, siguiendo con el ejemplo, estamos nosotros.
A veces nos dejamos seducir por una compañía o por otra. Por las ofertas de una o de otra.
Dice el Evangelio que los ángeles suben y bajan (cfr. Evangelio Jn 1, 47). Cargan y descargan nuestros mensajes multimedia.
Me recordaba esta idea al anuncio de una compañía de telefonía en la que aparece un chico con una especie de alas en la espalda, y que en realidad se trata del logotipo de esa compañía. Lo representan como si fuera un ángel.
Nuestra vida consiste en enviar mensajes multimedia. Esa es la manera que tenemos de comunicamos con Dios y con los demás.
Los ángeles son los transmisores de nuestros mensajes, de nuestra música y nuestra letra.
Los llevan a Dios. Y traen desde el cielo los mensajes que se han escrito para nosotros personalmente.
Pero esto es lo que ocurre en la tierra. En el Cielo daremos nuestros mensajes directamente, no por medio de los ángeles.
Por eso dice el salmo: «Delante de los ángeles cantaré para ti».
Porque en el cielo vamos a estar todo el día cantando.
Ahora, en la tierra, la letra de nuestra canción son las cosas que hacemos, los hechos objetivos.
La música es la intención que ponemos, lo que nos mueve a hacer eso. Lo que tenemos en el corazón.
Nosotros sabemos las cosas que hacemos, pero lo que no sabemos con tanta claridad es el amor que hemos puesto.
El Señor sí conoce nuestra música, nuestra intención. Por eso sabe lo que está pensando Natanael cuando se encontró con el.
Aunque en esta tierra tarareemos una mala canción, nuestra Madre sabe escucharla y presentarla a Dios como una sinfonía.
Como una madre, Ella hace los arreglos -en este caso musicales- que sean necesarios.
Dice el Apocalipsis que «Se declaró una batalla en el cielo» (12, 7-12a: Primera lectura).
Es cierto. En la actualidad hay una batalla declarada entre los operadores de telefonía para captar cuantos más clientes mejor.
Cada uno hace sus ofertas para engancharte y mantener el contrato. Incluso te llaman personalmente y contarte sus ventajas.
En el Apocalipsis se nos dice que Miguel y sus ángeles, que son como sus operadores, declararon la guerra a la compañía del dragón.
Es una batalla entre los que nos quieren ayudar y los que quieren estafarnos. La batalla entre el bien y el mal. Entre la soberbia y la humildad.
Entre la generosidad y el egoísmo. Entre el no serviré y serviré. Entre quién como yo y el quién como Dios. Entre los que acusan y los que disculpan.
Esto es así porque dice la Escritura que Satanás no solo quiere engañarnos sino llevarnos a los tribunales. Por eso, en el Apocalipsis se dice que es el «acusador».
En medio de esa batalla de telefonía móvil, siguiendo con el ejemplo, estamos nosotros.
A veces nos dejamos seducir por una compañía o por otra. Por las ofertas de una o de otra.
Dice el Evangelio que los ángeles suben y bajan (cfr. Evangelio Jn 1, 47). Cargan y descargan nuestros mensajes multimedia.
Me recordaba esta idea al anuncio de una compañía de telefonía en la que aparece un chico con una especie de alas en la espalda, y que en realidad se trata del logotipo de esa compañía. Lo representan como si fuera un ángel.
Nuestra vida consiste en enviar mensajes multimedia. Esa es la manera que tenemos de comunicamos con Dios y con los demás.
Los ángeles son los transmisores de nuestros mensajes, de nuestra música y nuestra letra.
Los llevan a Dios. Y traen desde el cielo los mensajes que se han escrito para nosotros personalmente.
Pero esto es lo que ocurre en la tierra. En el Cielo daremos nuestros mensajes directamente, no por medio de los ángeles.
Por eso dice el salmo: «Delante de los ángeles cantaré para ti».
Porque en el cielo vamos a estar todo el día cantando.
Ahora, en la tierra, la letra de nuestra canción son las cosas que hacemos, los hechos objetivos.
La música es la intención que ponemos, lo que nos mueve a hacer eso. Lo que tenemos en el corazón.
Nosotros sabemos las cosas que hacemos, pero lo que no sabemos con tanta claridad es el amor que hemos puesto.
El Señor sí conoce nuestra música, nuestra intención. Por eso sabe lo que está pensando Natanael cuando se encontró con el.
Aunque en esta tierra tarareemos una mala canción, nuestra Madre sabe escucharla y presentarla a Dios como una sinfonía.
Como una madre, Ella hace los arreglos -en este caso musicales- que sean necesarios.
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