miércoles, 29 de abril de 2009

LA BOLSA Y LA VIDA


PERSONAS GENEROSAS

Aunque parezca mentira, el mundo está lleno de gente generosa. Que dan sin buscar interés: porque ellos son buenos y nos quieren.

Eso de dar sin interés es algo que llama la atención y se valora mucho. Es agradable saber que hay gente dispuesta a ayudar a quien sea.

En la residencia donde vivo, algunos universitarios sacan a pasear a personas enfermas que están en sillas de ruedas. Recortan un poco de su tiempo libre y le quitan tres horas al sábado por la tarde.

Lo mejor es que entre los colegiales se corre la voz y se van apuntando para hacer lo mismo, porque es algo que atrae.

Hay personas que son capaces de prestarnos dinero, o de invitarnos a comer, cosa que sienta muy bien porque a nadie le amarga un dulce.

Hay quienes pierden un fin de semana para dedicarlo a los demás. Se trata de personas normales pero que tiene buen corazón. Hay muchos así.

LA BONDAD DEL VISILLOS

Todavía me acuerdo de un monitor que teníamos cuando hacíamos excursiones con un club de montaña. Le llamábamos el Visillos por el flequillo largo y flacido.

Era la persona más buena que conocíamos (aunque lo que conocíamos no era muy bueno). Teníamos 15 años, mucho nervio, mala intención y mucha fuerza.

El Visillos era paciente, sereno, no se enfadaba casi nunca y, lo que más nos chocaba, era que nos dedicase tanto tiempo.

Hacíamos excursiones a la Sierra de Gredos. Él siempre iba con el que le costaba más andar. Nos daba de su comida, que siempre era mejor, sobre todo lo cacahuetes y los plátanos, que al pobre no le daba tiempo ni acariciarlos. Era un pedazo de pan.

PERSONALIDADES

En el mundo también hay personalidades conocidas que son puntos de referencia: por las cosas que dicen, por cómo viven. Estos no son tantos.

De Benedicto XVI se dice que la gente va a escucharle porque, aparte de su bondad, tiene un don especial para explicar lo más complicado con palabras sencillas y claras.

Esto lo pude comprobar esta Semana Santa durante la Vigilia Pascual en la basílica de san Pedro. Estaba a rebosar. El día anterior la homilía la dijo el predicador oficial del Vaticano. Fue impactante y brillante.

Pero la del Papa era como más sencilla, y te llenaba de esperanza, alegría y optimismo, te hacía recuperar las fuerzas.

También hay quienes, como Benedicto XVI, se sacrifican por defender un ideal, o un país. Y estos son ya más escasos. La Madre Teresa de Calcuta es también otro ejemplo conocido.

LA BOLSA

Hablando en general, la gente suele ser generosa hasta llegado un límite. Ese límite para muchas personas suele ser el «bolsillo». Dicen: «con las cosas de comer no se juega».

Hay que ser generoso pero sin que eso cueste dinero, sobre todo con los tiempos que corren. Generosos sí, primos no.

Por eso un refrán con una cierta ironía aclara: «mucho te quiero, perrito, pero pan poquito». Para muchos, querer a los demás no les puede salir caro.

Sin embargo, Dios es capaz de vaciarse por nosotros: nos entrega todo lo que tiene. Lo explica San Juan: Dios nos ha tenido un amor tan grande que nos ha hecho sus hijos, y nos da todo lo suyo (cfr. 1Jn 3,1–2: Segunda lectura de la Misa).

¿QUIÉN DA MÁS?

Por eso, al hablar de sí mismo, Jesús dice que Él es un pastor que da la vida por sus ovejas (cfr. Jn 10, 11–18: Evangelio de la Misa de hoy).

Dios no sólo nos ha dado todo lo que Él posee, sino que quiso entregar su vida por nosotros. Y para eso nació, y murió una muerte horrible.

Esto debería bastarnos para tomarnos a Dios en serio. Y, a pesar de todo esto, hay personas que en su vida diaria no cuentan con el Señor.

Incluso lo desechan como hicieron muchos judíos. Y, sin embargo, la vida sin Él no tiene sentido: Jesús es la «piedra angular», y sin su ayuda todo se tambalea (cfr. Hch 8,4–12: Segunda lectura de la Misa y Salmo responsorial: 22).

UNA ORDEN DE DIOS (FRATERNIDAD)


El Señor nos quiere como somos. Pensar esto, nos acerca más a él porque nos da confianza, nos sentimos comprendidos. Nos quiere así porque nos quiere con el corazón.

Por su puesto que quiere nuestras virtudes, pero también nos quiere con nuestros errores, aunque intente que cambiemos y que nos arrepintamos de ellos. 

UNA ORDEN DE DIOS

Jesús nos dijo que nos quisiéramos de la misa manera. No lo aconsejó en plan: os aconsejo que os queráis como yo, os irá muy bien. No. Nos lo ordenó: Amaos los unos a los otros como yo os he amado.

¿Por qué lo mando? Porque sabía que nos iba a costar, que era algo nuevo para nosotros porque lo que nos sale es criticar a los demás.
Criticar los errores nos sale, casi sin darnos cuenta. Incluso somos capaces de pasarnos media hora delante del sagrario criticando mentalmente a una. Y se nos pasa el tiempo más rápido que si estuviéramos hablando con el Señor.

LA LISTA NEGRA

Mucha gente tiene como una lista mental de personas que le caen bien y las que le caen mal. No hace falta que memoricen esa lista porque la tienen incorporada.

Por un lado, están los que piensan como él. A esos los trata bien y todo son sonrisas, palabras suaves, disculpas y comprensión. 

En cambio, a los que no piensan igual y no le siguen la cuerda, los maltrata y, cualquier cosa que hagan, aunque esté bien hecha, le buscan un defecto, aunque sea solo en la intención que han puesto. No entienden su manera de ser, ni tampoco hacen nada por entenderla.
A veces algunos cambian de una lista a otra, dependiendo de si rectifican su opinión, si nos alaban, o si nos hacen algún favor o se dirigen a nosotros con cariño. 

A JESÚS NADIE LE CAE MAL

Querer a los demás, aunque nos hagan daño y nos critiquen, es cosa divina. Al Señor nadie le cae mal, ni siquiera Judas. Tampoco los pecadores. Con ellos come y habla amigablemente.

Jesús trata a todos bien. A todos los quiere aunque tengan pecados. Lo que pasa es que no todos se dejan querer y reaccionan bien. 

A las madres les pasa lo mismo. Sus hijos no le caen unos bien y otros mal. A todos los quiere. Cada uno es distinto. Algunos le ayudan, otros no le hacen ni caso e incluso le levantan la voz. Unos la consuelan, otros le hacen sufrir.

Pero no rechazan a ninguno de sus hijos, ni los critican. Sufren si van mal encaminados, rezan por ellos pero no les hacen la vida imposible.

PONER EL CORAZÓN

Una madre quiere así porque pone el corazón en cada uno. No hace el propósito de vivir la maternidad. Los quiere porque son suyos.

La fraternidad es poner el corazón en los demás, como hacía san Pablo: ¿Quién enferma sin que yo enferme?; ¿quién cae sin que a mi me dé fiebre?

UNA YINKANA DE SERVICIO

La fraternidad no consiste en tener miles de detalles con los demás, sino en poner el corazón en cada persona. No se trata de hacer como una yinkana donde superamos distintas pruebas de servir a los demás.

Si actuásemos así nos podría ocurrir que luchamos por vivir la fraternidad simplemente porque nos sirve para ejercitarnos en el servicio, o para practicar la amabilidad y suavizar nuestro carácter, o para crecer en buenos modales. 

No podemos tratar bien a los demás para avanzar en nuestra santidad. 

La fraternidad no es un medio para alcanzar algo, sino un fin. El mandato de Jesús es quererles como los quiere él, como los quiere Dios. Ese es el mandato del Señor. 

PEDÍRSELO A DIOS

Esto no se consigue a base de puños y contabilizando las veces que le he puesto agua o le he llevado la comida cuando estaba enfermo. Amar a los demás con sus defectos se consigue pidiéndoselo a Dios.

Intentar comprender y amoldarse a los demás, sean quienes sean, es un don que nos concede Dios si se lo pedimos, porque en definitiva consiste en amarle a él.

San Josemaría decía: «Si de veras amases a Dios con todo tu corazón, el amor al prójimo —que a veces te resulta tan difícil— sería una consecuencia necesa¬ria del Gran Amor. —Y no te sentirías enemigo de nadie, ni harías acepción de personas» (Forja, 869).

Que les vea con tus ojos, que les ame con tu voluntad, que les quiera con tu corazón.

La Virgen quiso a todos, también a los que mataron a Jesús. Ella es Madre de todos los hombres, de los que la quieren y de los que no. Los comprende, aunque algunos no reaccionen.

martes, 28 de abril de 2009

LIBROS ÚTILES

LISTA A
LIBROS ÚTILES QUE LE GUSTAN A TODO EL MUNDO
(si uno de estos no te gusta, comunícalo y lo pasamos a la lista B)


  • Ana Karenina, de Leon Tolstoi
  • Cartas a los lectores de Narnia, de C.S. Lewis, Ed. Encuentro
  • Chesterton: Un escritor para todos los tiempos, de Luis Ignacio Seco, Ed. Palabra
  • Diario del Padre Eterno, de Joaquín Antonio Peñalosa, Ed. Paulinas
  • Don Bosco y su tiempo, de Hugo Wast, Ed. Palabra
  • El cardenal Newman, de José Morales, Rialp
  • El cura de Ars, de Francis Trochu, Ed. Palabra
  • El esbirro, de Sergei Kourdakov. Palabra
  • El gran divorcio, de C.S. Lewis, Rialp
  • El mundo, la carne y el padre Smith, de Bruce Marshall, Ed. Luis de Caralt
  • Escritores conversos, de Joseph Pearce, Ed. Palabra
  • Fouché, de Stefan Zweig, Ed. Juventud
  • J.R.R. Tolkien. Una biografía, de Humphrey Carpenter, Ed. Minotauro
  • Juana de Arco, de Mark Twain, Ed. Palabra
  • La novela del matrimonio, de Leon Tolstoi, Del Bronce Ediciones
  • Las crónicas de Narnia, de C.S. Lewis, Ed. Planeta
  • Momo, de Michael Ende, Ed. Alfaguara
  • Orgullo y prejuicio, de Jane Austin. Ed. Destino
  • Quo vadis, de H. Sienkiewicz
  • Retorno a Brideshead, de Evelyn Waugh, Ed. Anagrama
  • Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, Ed. Juventud
  • Ronald Knox, de Evelyn Waugh, Palabra
  • San Martín de Tours, de Regine Pernoud, Encuentro Ediciones
  • Santa Catalina de Siena, de Sigrid Undset, Ed. Encuentro
  • Testigo de esperanza. Biografía de Juan Pablo II, de George Weigel, Plaza & Janés
  • Tuviste alguna vez quince años, de Antonio Balsera

LISTA B
LIBROS ÚTILES QUE GUSTARÁN A CASI TODOS

  • A palo seco, de Antonio Balsera
  • Apologia pro vita sua, J.H. Newman, Ed. Encuentro
  • Cartas del diablo a su sobrino, de C. S. Lewis, Rialp
  • El Quijote, de Miguel de Cervantes
  • El Silmarillion, de J.R.R. Tolkien. Ed. Minotauro
  • El trabajo intelectual, de Jean Guitton, Rialp

LISTA C
LIBROS DE ESTUDIO

  • Carácter y acierto en el vivir, de Alfonso Aguiló, Ed. Palabra
  • El Credo a cámara lenta, de R. Knox, Palabra
  • El hombre eterno, de G.K. Chesterton, Ed. Cristiandad
  • ¿Es razonable ser creyente?, de Alfonso Aguiló, Ed. Palabra
  • La llamada de Dios, de Alfonso Aguiló, Ed. Palabra
  • La vida lograda, de Alejandro Llano, Ariel
  • Libro de la Pasión, José Miguel Ibáñez Langlois, Rialp
  • Los siete hábitos de la gente altamente efectiva, de S. R. Covey, Ed. Paidos
  • Mero cristianismo, de C.S. Lewis, Rialp
  • Moral, arte de vivir, de Juan Luis Lorda, Palabra
  • Olor a yerba seca, de Alejandro Llano, Ed. Encuentro
  • Regla pastoral, de San Gregorio Magno, Ed. Ciudad Nueva
  • Retiro para gente joven, R. Knox, Palabra
  • Saber amar con el cuerpo, de Mikel Gotzon Santamaria, Ed. Palabra
  • Un safari en mi pasillo, de Enrique Monasterio, Ed. Palabra
  • Vida de Antonio, de San Atanasio, Ed. Ciudad Nueva

viernes, 24 de abril de 2009

MENTIROSOS

Versión reducida

Jesús les dice a los discípulos que estaba profetizado que el Mesías padecería, resucitaría al tercer día, «y en su nombre se predicara la conversión» (Lc 24,47: Evangelio de la Misa de hoy).

Convertirse es dar un giro total a la vida que uno está llevando. Es algo que implica una cierta violencia. Un esfuerzo grande porque, a veces, hay que cortar con cosas que llevas haciendo desde hace mucho, y ya lo tienes como incorporado a tu manera de ser.

Convertirse cuesta, como a un borracho le cuesta dejar de beber; o a un drogadicto someterse a un tratamiento de desintoxicación. Es una decisión muy fuerte de querer cambiar. Y eso no todo el mundo está dispuesto a hacerlo.

Vamos a pedirle al Señor la gracia para ser capaces, para querer cambiar de verdad. Es algo que es posible. Es lo que hicieron los apóstoles después de la resurrección de Jesús.

Pasaron de estar tristes, escondidos, sin luchar, bloqueados y temerosos, a salir al mundo y predicar la resurrección y la conversión por haber matado al Hijo de Dios.

HABLAR DE CONVERSIÓN

Por eso nosotros los cristianos después de la Resurrección hablamos de «conversión». Así lo hace San Pedro: «arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados» (Hch 3,19: Primera lectura de la Misa).

Hay gente que no se arrepiente de nada de lo que hace. Incluso repetirían segundo a segundo su vida sin cambiar nada de nada.

Todo el mundo, por muy bueno que sea, hace cosas malas. De algo siempre nos podemos arrepentir. Si hacemos un poco de examen, descubriremos auténticos pecados.

Hace dos años, vino una de las profesoras de Primero de primaria a contarme que en su clase estaban desapareciendo peluches. Yo no daba crédito. Una niña de primero de Primaria es muy pequeña. Total que fue a la clase como capellán del colegio para ver si imponía un poco y explicarles.

Llegué. La impresión es que les imponía más bien poco. Les expliqué que un pecado es algo que le hace daño a Dios y que nunca es bueno cometer pecados. Entonces, se me ocurrió preguntarles: a ver decidme un ejemplo de pecado. Y todas a coro respondieron: robaaaar! Lo peor de todo es que lo dijeron con la misma cara de felicidad como si estuvieran diciendo algo lícito y aceptado, sin ninguna vergüenza. Me fui desolado y comprobando que el pecado original actúa en la niñez.

¿PECADOS?

¿Es que en pleno siglo XXI se puede hablar de pecados? Nosotros estamos acostumbrados a oír –en los medios de comunicación– las cosas que los demás hacen mal, pero al parecer nadie se arrepiente de nada. El mal es lo que hacen los otros.

Reconocer la propia culpa, hoy en día tampoco es algo que se valore, queda raro. Pedir perdón no está de moda, es como de personas extrañas.

EN NUESTRO CORAZÓN

Duele decirlo, pero el mal habita en nuestro corazón. La línea divisoria entre el bien y el mal no está fuera de nosotros. No es que haya «buenos y malos»: sino que en ocasiones actuamos bien y otras veces no.

A veces seguimos los mandatos del Señor, pero otras somos mentirosos, como dice San Juan (cfr. 1Jn 2,1–5: Segunda lectura de la Misa).

NO PASAR PÁGINA

Se trata de que no pasemos página. Como si el mal se arreglara ignorándolo. Lo que hemos de hacer es borrar la página, acudiendo al Sacramento de la Misericordia de Dios: con el agua que brotó de su corazón traspasado Jesús nos limpia mediante la Confesión.

Entonces podremos decir con el Salmo (4,9: Responsorial de la Misa): «en paz me acuesto y en seguida me duermo, porque tú solo, Señor, me haces vivir tranquilo».

Se duerme mejor cuando no tienes remordimientos. Y, puedes pensar que hay gente que peca y duerme a pierna suelta. También les pasa a los gatos. No tienen remordimientos porque no son humanos.

REFUGIO DE LOS MENTIROSOS

Al rezarle a la Virgen podemos decirle: ruega por nosotros, mentirosos, para que nos convirtamos.

En estos días hemos celebrado las primeras confesiones en el colegio. Lo mejor de la ceremonia es cuando las alumnas se van al banco con su madre y hacen juntas el examen de conciencia previo a la confesión.

Van todas con su uniforme y un lazo blanco. Parecen un regalo. Sus almas quedan como nuevas porque sus madres, que son las que las conocen, les dicen todo lo que hacen mal, pecados reales.

Pues, le pedimos a nuestra Madre del Cielo que nos haga descubrir lo que no va, los pecados que cometemos para confesarlos y ser como un regalo para Dios.


miércoles, 22 de abril de 2009

LA MENTIRA

El Señor nos dice las cosas muy claras para que no nos desviemos del camino. Nos las dice, aunque nos duelan.
Jesús siempre dice la verdad, pase lo que pase. Para eso he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi voz (Jn 18,39).

Sus mismos enemigos lo reconocen. Cuando van a tenderle una trampa con alguna pregunta, dicen: Maestro, sabemos que eres veraz y que enseñas de verdad el camino de Dios, y que no te dejas llevar por nadie (Mt 22, 16).

DIJO LA VERDAD Y LO MATARON

Justamente, por decir la verdad, lo mataron. Se podía haber salvado si no hubiera dicho lo que dijo. Podía haber respondido de otra manera.

Otras veces ya había salido victorioso de las preguntas de sus enemigos. Como hizo con la pregunta del tributo al César o cuando le preguntaron con qué potestad hacía lo que hacía.

Pudiendo responder otra cosa ante Caifás, dijo que era el Hijo de Dios y por eso lo clavaron en una cruz.

EL PADRE DE LA MENTIRA

Que tu sí sea sí, y tu no sea no, porque todo lo que se salga de ahí viene del Maligno.

El diablo es el padre de la mentira. Es curioso, pero, mira que había maneras para definir a Satanás: hermano de la calumnia, primo de la pereza, vecino de la sensualidad. Pues no, se dice de él que es el padre de la mentira.

La mentira es su criatura. Satanás crea mentiras, provoca tinieblas para que la verdad quede difuminada, y eso es lo mismo que mentir.

Sus hijos los engendra con la mentira. Así hizo con Adán y Eva y con Judas, y así lo seguirá haciendo. La mentira es la creación del diablo.

Es su gran instrumento para que desobedezcamos a Dios porque lo odia. Nos engaña para eso, porque mentira hace daño a Dios siempre.

MENTIR Y FUMARSE UN PURO

El diablo quiere que mintamos, no en grandes cosas, y menos en la confesión, pero sí en cosas pequeñas y cuando no hay más remedio.

Lo hace muy bien, consigue que mintamos, que nos parezca normal y que estemos tranquilos. De esa manera se asegura que lo volveremos a hacer.

Que exagerado ¿verdad? Decir la verdad siempre, siempre, іhombre eso tampoco es! Esto es lo que piensa mucha gente.

Cuando una persona miente es porque no ha hecho o no quiere hacer la voluntad de Dios. Entonces no dice toda la verdad y es poco claro. Y todo para no quedar mal o conseguir un objetivo.

La mentira oculta muchos pecados de omisión, de esos de los que uno se arrepiente en Misa, cuando se golpea el pecho y dice: por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.

Y el Señor nos dice que eso no puede ser. Danos luces para descubrir donde faltamos a la verdad.

Por eso, Jesús tiene tanto interés en que no sobrepasemos la línea de la verdad: que tú sí sea sí y tu no sea no, y todo lo que pase de ahí viene del Maligno.

PIADOSOS QUE HACEN DAÑO A DIOS

Lo de las mentiras piadosas son como el gran logro del enemigo. Hacer ver que, algunas veces es bueno y necesario mentir, porque existen motivos de caridad.

En realidad, la mentira piadosa sería lo mismo que defender que el asesinato es malo, pero que hay casos en los que sí está permitido como la eutanasia o el aborto. La mentira piadosa hace daño a Dios.

Y lo peor de todo es que una persona, si abre la mano por ahí y se acostumbra a mentir, cada vez mentirá más. Sin darse cuenta se está machacando a sí mismo.

El diablo consigue, a veces, que la gente no se de cuenta de que le tienen como su verdadero padre.

Mentir nunca es bueno porque nunca lo es estar cerca de satanás.

DESCUBRIRLAS

Por eso, es muy importante la labor de examen, porque saldrán mentiras como pueden salir una liebre de un matorral cuando vas por el campo. Y una vez descubiertas es bueno confesarlas.

Cuando nos justificamos mucho, eso es que nos cuesta quedar mal y es muy probable que mintamos de para salvar nuestra imagen.

Vamos a pedirle a la Virgen que nos ayude a hacer un buen examen de la confesión para descubrir pequeñas mentiras.

En las primeras confesiones del colegio, hay un momento de la ceremonia que es el examen de conciencia.

En ese momento cada niña se va con su madre, y entre las dos lo hacen. Aparte de ser algo bonito, es muy práctico, porque la madre es quien más conoce a su hija. Y le va descubriendo cosas: no comerse el puré, pegar a su hermana, hacer burla desde el coche, mentir con las notas, etc.

Pues la Virgen hará lo mismo, si nos ponemos a su lado.

FORTALEZA, MAGNANIMIDAD (nueva versión)

La fidelidad no es cuestión de tiempo. Es más, hay gente que con el tiempo empeora, sino que se lo digan a Judas y sus tres años con Jesús.

Empezó bien y poco a poco fue a peor hasta que le traicionó.

Un matrimonio, por llevar 15 años casados, no significa que vaya bien, tienen que esforzarse día a día. Con el paso del tiempo, hay personas que son fieles y otros que no.

No es cuestión de tiempo, de años, sino de entrega, de amor. La fidelidad son hechos concretos, de los que uno se puede examinar. Amar a Dios es hacer lo que él quiere: En esto consiste el amor a Dios: en que guardemos sus mandamientos (1Jn 5, 1-6)

VIOLENTOS CON FUNDAMENTO

Dice la Escritura que hay que hacerse violencia para alcanzar el cielo. Al cielo no se va por inercia, hay que hacerse violencia. Es decir, ir contra uno mismo, hacer otra cosa distinta de la que nos apetece. Ser fiel no consiste en casarse, como ser cura no es el que va vestido con sotana.

Hace poco me contó una persona que estuvo en el Carnaval de Cádiz y que, estando en la calle escuchando los coros el último domingo, tenía al lado a uno que iba vestido de blanco como si fuera el Papa. Le dio tanta grima que se fue a escuchar otro coro.

A DIOS HAY QUE BUSCARLO

Lo de ser fiel exige fortaleza para hacer la voluntad de Dios en cada momento. Dice san Pablo: vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. O sea que hay que descubrirla porque está escondida. Hay que empeñarse.

Cuando se tiene un motivo, entonces es más fácil hacerse violencia, porque el amor lo mueve todo. Eso se ve en las mamás, que hacen cualquier cosa por sus hijos. En ocasiones quieren más a los hijos que al marido. Con el marido puede ocurrir que sea distinto. Los quieren pero de otra manera. De hecho, a veces, los quieren menos.

Hay mamás que viven solo para sus hijos y poco para sus maridos. Por eso muchos consejos pastorales que se les da consisten en quererles más, en que lo busquen y lo descubran en sus vidas, como a Dios. Y para eso hace falta que se nieguen a sí mismas y hagan lo contrario de lo que a veces piensan.

LA FIDELIDAD NO DEPENDE DE LAS PERSONAS

La fidelidad no depende de que una persona sea de una manera o de otra. Lo de hacerse violencia es para todos. No hay personas que sirven para ser fieles y otras que no sirven.

Dios no hace como se cuenta de los niños de Esparta, que cuando nacían los sacaban al balcón, los dejaban allí una noche y si aguantaban pues servía para luchar, y sino, pues nada, lo enterraban.

Ser fiel no sale solo, ni es una cuestión de un tipo de personas o manera de ser, sino de entrega, de negarse por amor de Dios.

Es verdad que hay gente que es más ordenada o que tiende a ser trabajadora, pero el amor no depende de la técnica. Se puede conducir bien y no ser santo. O ser un buen organizador y estar lejos de Dios. O se puede ser un despistado de libro y amar mucho al Señor, o ser perezoso y, a base de vencerse, ser piadoso.

Esta semana Santa en Roma entré en Santa Maria del Popolo. Allí hay dos famosos cuadros de Caravaggio, la conversión de San Pablo y el martirio de San Pedro. También hay otro de Pinturicchio, la adoración de los Reyes. Mirándolos, me acordé lo que me decía un amigo sacerdote culto y piadoso.

Decía que la técnica de Caravaggio parecía mejor que la del otro por los escorzos, las perspectivas, etc. Pinturicchio era distinto pero viendo su cuadro a uno le sale rezar, con el otro te admiras pero por los colores y contrastes. De hecho Caravaggio no terminó muy bien.

CUANDO HAY AMOR HAY FORTALEZA

Cuando hay amor hay fortaleza. El viernes de dolores pasado fui a un pueblo que no es fácil de encontrar, Jatar. Celebré la Misa y después había procesión con la Dolorosa por las calles del pueblo. Iba detrás con capa y todo. Los hombres llevando el paso y las mujeres por los lados. Me fijé en una anciana, encorvada, que iba agarrada a una más joven. La anciana andaba con dificultad. Hizo toda la procesión, despacio y subiendo algunas cuestas bastante empinadas. De vez en cuando, cuando podía, miraba a la Virgen y seguía caminando. Me ayudó mucho.

El Señor nos ve. Ve nuestro corazón, lo que nadie ve y que nadie sabe del todo porque contar exactamente cómo está uno no es fácil. El Señor sabe lo que le quieres, sabe en qué piensas habitualmente, qué cosas te hacen vencerte: la vanidad, el quedar bien, provocar un buen comentario, conseguir la tranquilidad de conciencia.

Vamos a pedirle que nos de fortaleza para hacer su voluntad, que nos hagamos violencia por él, por sus cosas, por amor.

LA FORTALEZA DE UN SANTO

Tenemos que estar dispuestos a defender nuestro amor a Dios con uñas y dientes. Así han hecho los santos

Hay una anécdota de san Josemaría que nos puede servir para glosare esta idea. Fue en verano de 1951, en Roma. Estaba extenuado por el mucho trabajo de todo un curso académico, con la casa, la sede central, a medio construir y con la amenaza de los rigores estivales del ferragosto romano. A ello se sumaban las incomodidades de la diabetes que sufría. Sufría tanto que, en broma , decía que se acordaba constantemente del Purgatorio.

Había observado un casi imperceptible cambio en algunas personas de la Curia. Un día llegaba a sus oídos un comentario levemente crítico; otro, un Cardenal, viejo conocido suyo, negaba en público haber tenido trato con el Fundador. El ambiente estaba enrarecido.

Por estos, y otros indicios, comenzó a sospechar que algo se estaba tramando, sin que alcanzase a definirlo, ni saber realmente en qué consistía. Tales señales, referidas y centradas en torno a la Obra, le indicaban la presencia de algo sospechoso. Sin duda, una grave amenaza se cernía sobre el Opus Dei. Y, aunque más que de noticias se trataba de difusos presentimientos, una extraña corazonada acabó dominando las reflexiones, los hábitos y hasta los gestos de don Josemaría, alegre y preocupado a un mismo tiempo.

Gastaba bromas, pero insistiendo mucho en que encomendaran sus intenciones en la oración. Su estado de ánimo quedaba reflejado en una inquietud muy especial, un desasosiego interior que se traslucía en su mirada y hasta en su modo de caminar.

Uno de esos días —en la primera mitad del verano de 1951—, paseaba don Josemaría por el jardín de Villa Tevere, concentrado,
con paso rápido, y tomando notas en una agenda de bolsillo, cuando se le acercó uno de sus hijos, Javier Echevarría:
«¿Cómo está, Padre?», le preguntó.
Lleno de paz y con fortaleza santa: como un león, dispuesto a defender esta Obra de Dios que el Señor me ha confiado. Reza y ayúdame.

Que la Virgen fiel nos ayude a perseverar siendo fuertes para hacer lo que Dios quiere.

DESPRENDIMIENTO (nueva versión)


MIRAR A CRISTO MUERTO Y RESUCITADO

Tiempo de Pascua. Tiempo de alegría y de esperanza, porque el Señor ha vencido a la muerte. Parece como que en este tiempo no tendríamos que olvidar de la Pasión y muerte de Jesucristo. Eso quedó atrás en el tiempo de Cuaresma y en la Semana Santa.

Y, sin embargo no son separables. Ni en cuaresma nos podíamos olvidar de la Resurrección de Jesús, ni ahora nos podemos olvidar de su Pasión y su Muerte.

En concreto, hoy querría que nos fijáramos en unas palabras de San Josemaría que figuran en el Via Crucis. Se trata de un comentario a la décima estación, que se titula Jesús es despojado de sus vestiduras. Dice lo siguiente:

Es el expolio, el despojo, la pobreza más absoluta. Nada ha quedado al Señor, sino un madero.

-Es muy importante que te contemplemos, Señor, expoliado, despojado, absolutamente pobre.
Precisamente ahora que te vemos triunfante, para que nos demos cuenta de que tu victoria pasa por ir libre de equipaje.

DIOS ES RICO Y SE HIZO POBRE

Y es que El Señor siendo rico se hizo pobre por vosotros (2 Cor 8,9). Es Dios, el creador del mundo: por Él fueron creadas todas las cosas y nada se hizo sin Él.

Rico no, es que lo tiene todo. Hay un salmo que lo dice de una manera muy gráfica. El Señor está echando en cara al pueblo israelita que le ofrece la sangre de toros y de machos cabríos pero luego se comporta mal. Y viene a decir más o menos:

Si tuviera hambre ¿te lo diría a ti? ¿es que voy a saciar mi sed con la sangre de machos cabríos? Si mío es todo lo que me ofreces. (Cfr. Sal 50, 10-13)

-Todo es tuyo, Señor. No te hace falta nada.

Dios es rico y materialista, muy materialista. Las personas más materialistas que existen son las Personas Divinas. Porque Dios creó la materia. La materia no es mala. Hay una corriente herética dentro de la historia de la Iglesia, que a las cosas materiales las ve como criaturas del demonio.

Lo bueno es el espíritu, afirman, la encarnación del mal es la materia.

Indudablemente existe un materialismo ateo, separado de Dios, y precisamente por eso es malo, por su desorden. ¡Qué difícil es que un rico, un materialista, entre en el reino de los Cielos!

Las cosas materiales son para nosotros encuentro con nuestro Señor. Porque las cosas materiales han sido asumidas por Jesús al encarnarse. De manera que Dios es rico y las cosas materiales son buenas, sin embargo...

Y te miramos entrar en el mundo… y no tienes nada. No sólo en tu nacimiento sino el resto de tu vida. En todo el paso del Señor por la tierra brilla el desprendimiento.

Escoge como cuna un pesebre, como casa un lugar donde se refugiaban los animales. Después, la huida a tierra extraña donde pasó todo tipo de necesidades. Durante su vida pública, el Señor pasará hambre (cfr. Mt 4,2), y Él mismo lo dirá claramente a quien le quiere seguir: El Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza (Mt 8,20). La muerte en la Cruz, muestra del supremo desprendimiento.

LOS VERDADEROS BIENES

Quiso vivir la pobreza para redimirnos y enseñarnos a poner el corazón donde están los verdaderos bienes. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos (Mt 5,3). ¡Qué bien se entiende la necesidad de esta virtud para seguir a Cristo! ¡Cuántas veces hemos experimentado nosotros mismos que nos cuesta seguir al Señor porque no tenemos el corazón libre de las cosas! Quizá lo estemos experimentando ahora.

¡Cuántas veces lo hemos visto en la vida de los demás! A pesar de la crisis de la que tanto se oye hablar, ¡qué difícil les es seguir a Cristo! No sólo seguirlo sino, siquiera entenderlo. Como el joven rico (cfr. Mt 19,16-22).

Y el Señor, ante esa experiencia devastadora de las riquezas en aquella alma nos lo advierte claramente. Qué difícil es que un rico entre en el reino de los cielos. Más: Aquél de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser mi discípulo (Lc 14,33).

No hay alternativa, porque Nadie puede servir a dos señores (Mt 6,24).

EL ALMARIO

Porque las cosas materiales que tenemos, casi siempre son reflejo de nuestro interior: el armario es como el almario. Por eso, una revisión de nuestro armario, de las cosas que tenemos, nos servirá para saber cómo tenemos el alma.

Si está lleno de cosas que no sirven para nada, es nos sobran objetos en el alma. Si está lleno de caprichos en los que nos buscamos a nosotros mismos, es que hay mucho egoísmo en nuestro corazón. Si existe el peligro real de desprendimientos cuando abrimos, porque está todo desordenado, es que tendremos que poner orden en nuestro corazón.

Nos conviene hacer limpieza en nuestro armario y en nuestro almario. Desprendimiento de todo lo que sea lastre, peso muerto, que nos dificulte el seguimiento de Cristo. Desprendimiento, sobre todo, en el deseo, en el pensamiento, en la imaginación. Porque, como nos descuidemos, estaremos constantemente pendientes de tener más.

No aspiremos a tener más, por vivir más cómodos; o a estar mejor situados, por vanidad. Ése no es el fin de nuestra vida. Y hay mucha gente que está centrada en eso. Y, cuando ya lo tienen todo, se dan cuenta de que están vacíos.

-¡Señor, queremos imitarte! Tengo posibilidad de tener muchas cosas, pero no quiero tener nada sino a ti. Porque las tengo a mi alcance y reclaman mi atención constantemente. Además las tenemos que utilizar. Por eso cuesta tener el corazón libre.

Y, una vez que tenemos claras las ideas generales tenemos que descender a lo concreto.

-Señor, ¿estás contento con mi pobreza? o me ves como el joven rico, totalmente impedido para seguirte por culpa del peso muerto.

Y, si quieres saber cómo se vive en concreto, te leo el resumen que hace San Josemaría: Señales de la verdadera pobreza: no tener cosa alguna como propia; en contra de nuestra tendencia que nos lleva a hacernos dueños de las cosas que usamos. No tener nada superfluo; y hay tanto exceso de equipaje en nuestra maleta... no quejarse cuando falta lo necesario; o sea, nunca, porque nunca nos falta lo necesario. Lo que nos pensamos que es necesario, resulta que no lo es.

¡Qué bien se entiende cuando entramos en contacto con la pobreza real! Por eso viene muy bien, de vez en cuando hacer una visita de pobres. Cuando se trata de elegir algo para uso personal, elegir lo más pobre, lo menos simpático. Si somos pobres tendremos el hábito de escoger lo peor, en todos los lugares donde nos movamos.

EL BUEN OLOR DE CRISTO

¡Cuánto bien hace nuestra austeridad! Tanto bien que nos ayuda a unirnos a los demás. Es lo que leemos en la aEscritura sobre los primeros cristianos:

En el grupo de los creyentes todos pensaban y sentían lo mismo: lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía. (Act 4,32)

El amor a la pobreza está unido a la confianza en Dios, y al amor a los demás. -Señor, que estemos vigilantes ante la presión del ambiente.

Que el diablo se sirve de muy variadas mañas para solicitar la comodidad, la falta de sobriedad, la vanidad o la sensualidad. Ya que como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. (1 Pet 5,8-9). Anda muy interesado en neutralizar la eficacia sobrenatural de los que dedican su existencia a luchar al servicio de Cristo.

Sin embargo, cuando estamos desprendidos, notaremos que nos es más fácil querer a Dios y a los demás. Y entonces nos pasmaremos de la eficacia apostólica de esta virtud. Con nuestro ejemplo de pobreza y de sobriedad en el ámbito profesional y social difundiremos el buen olor de Cristo.

María, pobre: no le pudo dar a Jesús más que un pesebre. Pero así aprendió a valorar lo que realmente vale la pena.

-Madre, enséñanos a vaciar nuestro corazón de chismes que sobran y que retardan nuestro seguimiento de Cristo al paso de Dios.

miércoles, 15 de abril de 2009

LO MEJOR DE DIOS

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De lo que Dios está más orgulloso es de su misericordia, de su bondad. Ese es su gran atributo. Todas sus obras están coronadas por su Misericordia.

-Señor te damos gracias por tu bondad, porque es eterna tu misericordia (cfr. Sal 117: responsorial).

El gran poder de Dios es su amor. Por eso perdona siempre. Nos ama tanto que su misericordia actúa si le dejamos.

Eso es lo que realmente vence al mundo. No la violencia o el egoismo, sino el amor de Dios que se nos manifesta en la cruz. Esa es la fuente de donde sale su Misericordia (cfr. 1Jn 5,1-6: Segunda lectura).

LA FUERZA DE LA CRUZ

Catalina de Emerich cuenta como, cuando Jesús estaba clavado en la cruz, había un centurión al mando de los soldados que estaban allí. Se llamaba Abenadar.

Tenía los ojos fijos en el cuerpo destrozado del Señor. Había presenciado como perdonaba a sus enemigos. Sintió una profunda emoción.

Cuando Jesús murió y tembló la tierra, la gracia iluminó a Abenadar. Su corazón, orgulloso y duro, se partió como la roca del Calvario; tiró su lanza y dijo: "¡Bendito sea el Dios Todopoderoso, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; éste era justo; es verdaderamente el Hijo de Dios!".

Muchos soldados, al oír las palabras de su jefe, hicieron como él. Abenadar, convertido del todo, dio su caballo y su lanza a Casio, el segundo oficial y se fue en busca de los discípulos del Señor para anunciarles la muerte del Salvador.

VIVIR TRANQUILO

Dios quiere nuestra felicidad, que vivamos tranquilos, serenos. Y una de las cosas que nos dan más paz es pensar en la misericordia de Dios.

Cuenta el Evangelio como los Apóstoles se alegraron al verle resucitado. Jesús se puso en medio de ellos y les dijo: paz a vosotros.

Estaban tan seguros con Dios que
Con gran poder los Apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús (Hch 4,32-35: Primera lectura).

Saber lo bien que está dispuesto el Señor ante nuestros errores, aunque hayamos hecho una barbaridad nos ayuda mucho. Dios aplica su misericordia según las necesidades de cada uno.

La humanidad no encontrará la paz hasta que no vaya a la fuente de mi misericordia.

LA VISIÓN DE FAUSTINA

El Señor quiso que el mundo conociera su Misericordia a través de las revelaciones hechas a una santa, Faustina Kowalska.

En una ocasión le decía: «las almas me reconocen como Santo y como Justo, pero no tienen confianza en mi bondad. Y le daba un encargo: Anuncia que la Misericordia es el mayor atributo de Dios».

Una tarde, estando en su celda vio al Señor vestido de blanco y con una mano levantada para bendecir mientras la otra estaba pegada al pecho. De su vestido salían dos rayos, uno rojo y otro blanco o claro.

El Señor le encargó pintar la imagen de la visión y que debajo pusiera escrito: Jesús confío en Ti!

Y le dijo el Señor: prometo que el alma que adore esta imagen no se perderá. Prometo la victoria sobre el enemigo en esta tierra y en particular en el momento de la muerte. Yo mismo lo defenderé.

ROJO Y BLANCO

Hablando del Señor nos dice san Juan: Este es el que vino por el agua y por la sangre: Jesucristo; no solamente con el agua, sino con el agua y con la sangre.

Los dos rayos de esa visión representan el Agua y la Sangre. El rayo blanco es el Agua que justifica las almas. El rojo es la Sangre que representa la vida para el alma.

Los dos salen del costado de Jesús después de que la lanza le atravesara el corazón. Representan la confesión y la Eucaristía.

UN CASO REAL

Faustina también cuenta como un día que entró a rezar en la capilla, Jesús le dijo: hija mía ayúdame a salvar un pecador en agonía.

Empezó a rezar la oración a la Divina Misericordia y vio a una persona que se estaba muriendo y que luchaba en su interior.

Su Ángel custodio lo defendía, pero parecía que no podía hacer nada ante la enorme miseria de esa persona. También vio como una multitud de demonios estaban esperando para llevarse aquella alma al infierno.

Mientras rezaba esa oración vio la imagen de Jesús con los dos rayos que salían de su Corazón tocando al enfermo y los diablos que se iban rápidamente. Entonces el enfermo expiró serenamente.

La oración que el Señor le pidió que rezare era esta:-Oh Sangre y Agua que sales del corazón de Jesús como fuente de misericordia por nosotros, confío en ti!

Cuando reces, le dijo Jesús, esta oración con el corazón arrepentido y con fe por cualquier pecador, le concederé la gracia de la conversión.

Vamos a decírsela ahora para que salve a los que van a morir hoy.

CARLOS Y JOSÉ

Esta fiesta la instituyó Juan Pablo II. Y en vísperas de ella, el Papa Grande se nos fue al cielo.
Este año se produce una curiosa coincidencia. Este año el Domingo de la Divina Misericordia coincide con un nuevo aniversario de la elección de Benedicto XVI.

Él es el vicecristo. El Padre de todos los cristianos. A través del Papa la misericordia de Dios se hace presente.

Decía una persona que, estando en la plaza de san Pedro, al finalizar una de las ceremonias multitudinarias, pasó el Papa Benedicto en coche. Le impresionó comprobar la mirada que tenía de comprensión y cariño al mirar a la gente.

Así es Jesús. Así es también la Virgen, por algo la invocamos como Madre de Misericordia.

viernes, 3 de abril de 2009

ACTUO DIOS (DOMINGO RESURRECCION)

Hoy es el día en que actuó el Señor. Hoy, Dios, hizo una de las suyas.

Como lo puede todo, del mal siempre saca bien. Su amor y su inteligencia se las ingenia para salvarnos.

Parecía que estaba dormido. Jesús estaba muerto. Dios estaba en silencio. Como ahora en el sagrario, que parece que no hace nada y, sin embargo, está muy activo.

¡CON LA QUE ESTÁ CAYENDO!

La Primera lectura hace un resumen de la vida de Jesús en pocas líneas. Todo empezó en Galilea. Parecía que se trataba de uno más, que era un maestro como tanto otros (cfr. Hch 10,34ª- 37-43).

A simple vista, las autoridades religiosas, que eran la voz autorizada de Yahvéh, iban contra él. Y él era Dios que callaba y actuaba.

Entonces empezaron a ver como expulsaba demonios y hacía milagros. Muchos se pusieron de su parte, los apóstoles y otros, que fueron testigos de lo que hizo.

Hoy se repite la misma historia. Algunos poderosos de la tierra también van en contra de Dios. Se creen que lo pueden todo, y por eso hacen y deshacen. Y, con ese poderío cometen crímenes como el aborto o la eutanasia, o injusticias de todo tipo, etc.

Las personas piensan que, como tienen libertad, pueden hacer lo que quieran, incluso matar. Antes, los esclavos no tenían derechos y se les podía quitar la vida si el amo quería. Hoy, gracias en gran parte al cristianismo, eso ha desaparecido.

Pero en nuestra sociedad, como se han quitado a Dios de en medio, se pueden matar niños para defender la libertad de la mujer. Cuando alguien es un incordio, da mucho trabajo, te hace dormir mal o te quita mucho tiempo, entonces el Estado te dice que en esos casos puedes matarlo.

Ante esto, parece que Dios no hace nada, que está en silencio. Como en el sepulcro y en el sagrario. Señor ¿cómo no actúas, con la que está cayendo?

SIEMPRE PASA LO MISMO

Con Jesús pasó lo mismo. Era el Hijo de Dios. No un vecino o un conocido, sino su Hijo. Lo mataron y su Padre Dios no hizo nada. O eso parecía, porque luego lo resucito.

Lo más sorprendente del Señor es que vino para eso. Quiso mostrar su amor y su misericordia con la cruz. Así actuó su inteligencia.

Los hombres, tanto amor, no lo entienden. Por eso, a los primeros cristianos les costaría hablar de la crucifixión, sería como un tema tabú.

En parte se entiende. Es como si el padre de una amiga tuya hubiera muerto en la cárcel. Hablar de eso con ella sería de mal gusto: іQué pena lo de tu padre ¿verdad?!… Por cierto ¿cómo fue? ¿Por qué estaba en la cárcel? Sería como nombrar la soga en casa del ahorcado.

Pero la cruz es la manera que tiene Dios de salvarnos. Aunque parezca que no, el Señor sabe lo que hace. Tiene todo controlado.

Nuestro Señor hace que lo malo termine bien, porque él no pierde batallas.

Durante la Semana Santa de Málaga, estaba un grupo de gente joven esperando el paso del trono del Crucificado. Estaban pero de fiesta, riendo y hablando en alto. Una persona mayor les recriminó su actitud. Y uno del grupillo les contestó: es que nosotros ya sabemos como termina esta historia. Dios siempre triunfa.

NO DRAMATICEMOS

Con la cruz que tienes, Dios hace muchas cosas. Todo el mundo tienen una preocupación. Incluso las niñas pequeñas. El otro día vino una para pedir que rezara por su perro que tenía gripe.

Si lees cualquier vida de un santo, todos tuvieron cruz.

Dios parece que no hace nada y hace todo. Lo que pasa es que no interviene como el séptimo de caballería, machacando a los indios o queriendo hundir a sus enemigos.

Nuestro Señor no solo no los fulmina sino que intenta hacerse amigo de ellos. De hecho la mayoría de los que crucificaron al Señor se hicieron cristianos.

OS VAIS A ENTERAR
El día de Pentecostés se convirtieron 5.000. Allí estaban presentes muchos de los que crucificaron al Señor. Y san Pedro en el discurso que les dio, no les amenazó ni los condenó, en plan:

Vosotros, los que matasteis a Jesús de Nazaret, iréis al infierno y os quemareis por toda la eternidad. Habéis matado al mismo Dios, no tenéis perdón. Hoy es el día de la furia del Señor. Os vais a enterar de lo que vale un peine, no vais a dar pie con bola porque enviará sus ángeles y os machacarán ¡La que habéis liao!

No. Les dice claramente lo que hicieron mal, pero para provocar en ellos la conversión (Hch 2, 14 y ss).

MIS MEJORES ENEMIGOS

Los que ahora llamamos enemigos, los que persiguen a la iglesia, o las personas que nos hacen daño, son los que más bien nos hacen. Cuando nos ven sufrir, como el Señor, con serenidad, eso les hace buenos.

La Virgen Santísima sabía como iba a terminar esa historia, por eso nunca perdió la fe ni la esperanza.

SABADO SANTO

Este sábado es el más vacío. Cuando Dios descansó de su existencia. Cuando los hombres 
no piensan en nada. Cuando la historia dijo: hasta aquí hemos llegado, porque el cuerpo de Dios descansa en paz (cfr. Oficio (Antología poética), José M. Ibáñez Langlois).

EL FRACASO DE JESÚS

Pobre hombre Jesús. Fracasó absolutamente. Como discípulos solo encontró unos pescadores de un pueblo. Eran duros de mollera. No había quién les explicara nada.

Con su predicación, despertó entre la gente un entusiasmo que tampoco duró mucho. Fue algo superficial y pasajero, como si fuera un predicador de dos al cuarto. 

Ni siquiera creían en él sus parientes, que lo tenían por loco. Los hombres que verdaderamente contaban entonces, no lo podían ni ver.

Sus discípulos le abandonaron a medianoche. Fue vendido por 30 euros, al contado, ni uno más. Condenado por blasfemo y por hacer que las personas de a pie fueran en contra de la autoridad.

Cuando esta muriéndose, al pie de la cruz hay poca gente. Su madre, unas cuantas señoras de pueblo y algún que otro seguidor imberbe, de esos que no les falta ni al más demente de los iluminados.

Le quitaron hasta su ropa interior. Pasó por el mundo como si nada. Lo único que se mantenía en pie era el cartelito de INRI: ¡¡qué fracaso!!! (cfr. Ibidem).

LOS SILENCIOS DE DIOS

Los silencios de Dios. Así está en el sepulcro. Y también en el sagrario: en silencio, pero muy activo. 

Junto a Jesús, el buen ladrón encuentra la fuerza de la gracia y se va al Cielo. La cercanía del Señor os llenará. Jesús se ha quedado solo, no hay nadie, ni siquiera está su madre. Podríamos hablar del fracaso del Señor. Pero no termina ahí. 

Hay gente que se le rinde. Curiosamente, de él han vivido muchas personas y muerto muchos mártires. Hay perseguidores que se han convertido en perseguidos en solo un instante. Y los hay que se vuelven como locos con solo oír su nombre. El símbolo de la tortura, la cruz, es el símbolo del triunfo. La historia es un antes y un después de Cristo.

UN CADÁVER DIVINO

Hoy es el día en el que Jesús está en el sepulcro. Su cuerpo, frío y lleno de heridas, está a oscuras y en silencio. Está solo, ni siquiera le acompaña su Madre. Todo ha terminado. 

Es un día especial para la Iglesia que también está en silencio. No porque esté triste o con los ánimos por los suelos al ver el fracaso de Cristo.

No. Esta en silencio. Muda al ver y meditar el amor que Dios nos tiene. Ha muerto sí, pero para darnos vida. El Amor nunca fracasa. Hoy es en día para corresponder en serio.

SER PROTAGONISTA

Nos dice el Evangelio que, a parte de María, Juan y las demás mujeres, hubo dos hombres valientes que se ocuparon del cuerpo de Jesús. 

Uno era José de Arimatea. Hombre rico y metido en política, muy influyente en el Congreso. Permaneció en el anonimato cuando el Señor fue aclamado. Ahora en estos momentos tan duros, aparece.

El otro es Nicodemo que se presenta justo ahora, cuando más hace falta, cuando reina el desconcierto. Era el mismo que acudía a ver a Jesús de noche, por miedo a represalias políticas. Pero ya no tiene miedo a que le vean. Llegó trayendo una mezcla de mirra y áloe.

CUIDAR DE DIOS

іCómo agradecería la Virgen la ayuda de estos hombres: su generosidad, su valentía, su cariño! іCómo se lo agradecemos también nosotros!

Lavaron el cuerpo de Jesús, lo perfumaron (la cantidad de perfume que traía Nicodemo eran grandísima), y lo dejaron en un sepulcro nuevo.

іCómo envidiamos sus cuidados! іCómo nos gustaría haber estado presente para cuidar con mucho cariño del Señor!

Lo podemos hacer ahora, como nos recuerda San Josemaría en el Via Crucis: yo subiré con ellos al pie de la cruz, me apretaré al cuerpo frío cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor..., lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones, lo envolveré en el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, іY ahí, Señor, descansad!

Cuando todo el mundo os abandone y desprecie..., serviam! Os serviré, Señor (Via Crucis de San Josemaría).

FIDELIDAD

Dios ha querido crearnos para que nosotros le respondamos con totalidad, como hizo Jesús, hasta la muerte.

Es bueno pensar mucho en la pregunta del Señor: Pueblo mío ¿por qué me tratas así? ¿qué te hecho? Nos ha dado, Señor, la posibilidad de nacer en una familia cristiana, hemos recibido el inmenso bien del bautismo. 

Amad a su Iglesia, sentíos responsables de ella, no rehuseis ser, cada uno en vuestro ambiente, valientes protagonistas. Este es un punto sobr ele que quiseira llamar vuestra atención: intentad conocer la Iglesia, entenderla, amarla (...) vosotros sois el rostro joven de la Iglesia (Encuentro con los jóvenes, Brindisi 14-VI-08).

Es necesario que vivamos la misma vida de Jesús.

Dios nos habla con su cuerpo muerto. Es como si nos dijera: Yo tanto... y tú tan poco. ¿Qué me querrá decir el Señor con su muerte? Aunque todo el mundo te abandone: yo te serviré, Señor

Es necesario que esta Semana Santa demos un salto de calidad. El mundo tiene hambre de Dios. -Ven Señor a descansar en mi corazón.

Si quieres cuidar de Jesús pégate a la Virgen. ¿En qué estaría pensando en estos momentos? Pues en su vida pasada con Jesús. Se Reafirmaría en su respuesta a Dios. 

A una persona santa, la Virgen le manifestó que la oración que más le gustaba era el Ave María porque le recordaba su vocación que consistió en cuidar de Dios.

Ella no está deprimida porque vive de fe. En medio de la oscuridad hay una luz: la Virgen. Ella es la esperanza nuestra.

VIERNES SANTO

Hoy clavarían a Jesús en la cruz. Y la Iglesia canta: ¡Dulces clavos! іDulce árbol donde la vida empieza!

Toda la vida del Señor está dirigida a ese momento supremo. A esta hora, más o menos sería la terrible flagelación.

LA COLUMNA Y LOS VERDUGOS

Había una columna destinada a que los condenados sufriesen esta pena. Los verdugos pusieron sus instrumentos, látigos, varas y cuerdas, al pie de la columna. Esos hombres habían azotado hasta la muerte a otros condenados, parecían salvajes y estaban medio borrachos.

Dieron puñetazos al Señor cuando llegó, y le arrastraron, a pesar de que él se dejaba llevar sin ninguna resistencia. Entonces, le ataron brutalmente.

Esta columna estaba sola y no servía de apoyo a ningún edificio. No era muy elevada. Un hombre alto, extendiendo los brazos hubiera podido alcanzar la parte superior.

Jesús temblaba y se estremecía al ver lo que se le venía encima. Se quitó él mismo sus vestidos con las manos hinchadas y ensangrentadas.

Los verdugos le ataron las manos, levantadas en alto, a un anillo de hierro que estaba arriba, y estiraron tanto sus brazos que, sus pies, atados fuertemente a la parte baja de la columna, tocaban un poco el suelo. Y empezaron a golpear.

TRES CUARTOS DE HORA

El Santo de los santos fue extendido sobre la columna de los malhechores y empezaron a golpearle por todo el cuerpo, desde la cabeza a los pies, no solo la espalda.

Aquello duró 45 minutos. 45 minutos son muchos minutos. Los látigos estaban teñidos de rojo, el color simbólico de la realeza. El Hijo de Dios temblaba y se retorcía.

Solo se oyen sus gemidos, dulces y claros. Se oían como una oración en medio del rugir del pueblo, los latigazos, los gritos de los verdugos, algún silencio, y, a lo lejos, el balido de los corderos pascuales que iban a ser sacrificados.

Jesús solloza y gime de puro dolor. Él es el verdadero cordero e Dios.

Cada golpe es tremendo. La crueldad y el ruido de los azotes, hace que el público haga como muecas de dolor cada vez que descargan su fuerza contra él.

Algunos de los presentes preparan varas nuevas para pegarle y otros van a buscar varas de espino.

Cuando ya están agotados y sudados por el esfuerzo, viene la segunda pareja de verdugos. Nuevas energías. Ánimos de no ser menos que los anteriores.

Varas nuevas con puntas de hierro vírgenes. Se lanzaron como si fueran perros rabiosos. Los golpes rasgaron todo su Cuerpo.

POR TODO EL CUERPO

Esos látigos tenían en lo extremos garfios de hierro que arrancan la carne a cada golpe. Saltan como tiras de carne.

El cuerpo se ha cubierto de manchas de distintas tonalidades: azuladas, rojas, las hay casi negras con borde blancuzco... La sangre salta aproximadamente a un metro y medio de Jesús. El Señor que llora y gime. Solo oye gritos de que lo maten, que lo borren de la tierra.

La segunda pareja entrega fatigada su turno a la tercera, que al no tener sitio donde golpear, invierte a Jesús de posición. Ahora está de cara a los verdugos, si es que puede llamarse a eso cara. Miraba a sus verdugos con los ojos llenos de sangre, como pidiendo misericordia.

No pudiendo sostenerle por su debilidad, le pasaron cuerda sobre el pecho, debajo de los brazos y por debajo de las rodillas, atándole las manos por detrás. Entonces, así expuesto, llenos de rabia cayeron sobre él.

Al ver zonas blancas, sin golpear, enloquecieron y se ensañaron con él. En poco tiempo lo convirtieron todo en color rojo, azul o negro.

EL GUSANO

Jesús se estremecía, oraba y gemía cada vez con menos fuerza. Tiene su Cuerpo en carne viva. Está tan destrozado que la imagen más propia y bíblica que lo define es la del gusano. Lo desatan de la columna y cae en el charco de su propia sangre, sin conocimiento.

Durante las tres sesiones hay ángeles llorando en torno a Jesús. Sus lágrimas llevan al Padre sus gemidos. El Rey está estrenando un vestido nuevo, un nuevo manto púrpura natural, desnudo.

Ahora nos explicamos como los santos lloraban meditando la Pasión. Ellos no solo la pensaban, sino que la vivían como si estuvieran allí presentes.

LA CORONACIÓN

Entonces los soldados del procurador condujeron a Jesús al pretorio y reunieron en torno a él a toda la cohorte. Le desnudaron, le cubrieron con una túnica roja, y le pusieron en la cabeza una corona de espinas que habían trenzado y en la mano derecha una caña. Se arrodillaban ante él y se burlaban diciendo:
—Salve, Rey de los Judíos.
Le escupían, y le quitaban la caña y le golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le colocaron sus vestidos y le llevaron a crucificar (Mt 27,27-31).

Los soldados más imaginativos se dirigen a un montón de leña y le fabrican la corona a nuestro Rey, con las espinas hacia adentro.

Son largas como una mano gruesa, y con un garrote le clavan el casco de púas en la cabeza. Le ponen una caña en sus manos como si fuera su cetro de mando.

LAS BURLAS

Ahora los legionarios empiezan con sus viejas y alegres costumbres:
ave César, reverencias, genuflexiones,
bofetadas, escupitajos, de todo... іQué quería su señoría, Rey del otro mundo!

Los soldados gozan con la sangre real. Mientras, las masa aúlla y grita que lo
crucifiquen, que lo maten de una vez.

Oh rey de los judíos, adivina
quién te golpeó. ¿Quién te escupió
oh Rey de las espinas? ¿Quién te coronó
con esa corona de la eternidad? (cfr. Oficio (Antología poética), José M. Ibáñez Langlois).

LA CRUZ

Por fín llega donde lo van a crucificar. Está agotado. Casi no le queda sangre que derramar. Estira los brazos como para que le tomen las medidas de un traje que nos va a salvar.

Uno de aquellos soldados brutales le pone la rodilla sobre el pecho, otro le abre la mano y un tercero pone el clavo grueso y largo y con un martillo de hierro lo atraviesa.

Un gemido dulce y claro sale de los labios de Jesús. Su preciosa sangre salta sobre los brazos de sus verdugos.

Como la mano izquierda no llegaba al agujero, la atan con un cuerda y tiran con todas sus fuerzas hasta que le dislocan el hombro. El pecho de Jesús se levanto y sus rodillas se separaron de puro dolor.

La Virgen sentía cada uno de esos dolores como si fueran suyos. Estaba pálida como un cadáver.

Con los pies de su Hijo hicieron lo mismo. Como no llegaban al sitio previsto, tiraron de ellos hacia abajo con cuerdas hasta dislocarle el pie derecho. Jesús exclamó diciendo: іOh, Dios mío! іOh, Dios mío!

Su pecho y sus brazos estan atados para que aguantara todo eso sin moverse mucho. Sus gemidos se mezclan con la oración.

Eran los doce y cuarto cuando Jesús fue crucificado. Allí estuvo tres horas hasta que murió.

Meditamos todo esto para abrir nuestros corazones y para que nos ayude a ver con el corazón. El gran pecado de hoy es la indiferencia ante lo que Jesús sufrió, la dureza de corazón.

La conversión es pedirle a Dios que nos de un corazón de carne, sensible a la Pasión.

Para encontrar a Dios es necesario ver con un corazón al que los prejuicios no obstaculicen ni los intereses deslumbren. Dejémonos guiar por Jesús hacia Dios, para aprender de Dios mismo el correcto ser hombres (Homilía Domingo de Ramos 16-III-08).

La bondad en persona es Jesucristo, el Jesús que conocéis o que busca vuestro corazón. Él es el Amigo que no traiciona nunca, fiel hasta en la entrega de su vida en la cruz. Rendíos a su amor. Solo él puede libraros de vuestras preocupaciones y de vuestros temores y colmar vuestras expectativas. Él dio su vida por cada uno de nosotros ¿Podría defraudar vuestra confianza? ¿Podría llevaros por senderos equivocados? Sus caminos son caminos de vida, aunque sean escarpados y difíciles (Encuentro con los jóvenes, Génova 18-V-08).


FORO DE MEDITACIONES

Meditaciones predicables organizadas por varios criterios: tema, edad de los oyentes, calendario.... Muchas de ellas se pueden encontrar también resumidas en forma de homilía en el Foro de Homilías