domingo, 23 de septiembre de 2007

Fiesta de san Rafael

La fiesta del arcángel san Rafael es la fiesta de la gente joven. Él fue quien acompañó a Tobías en aquel viaje lleno de peligros…

Por la misión que le encomendó Dios debió ser un ángel que aparecía fuerte, joven y lleno de vitalidad.


Siguiendo un poco con esta manera de expresarnos san Gabriel debía ser un poco más mayor, pues su misión no exigía tanto esfuerzo físico, pero sí mucha delicadeza: decirle a la Virgen que iba a ser Madre de Dios.


La labor que se hace en la Prelatura del Opus Dei con la gente joven se pone bajo la protección del Arcángel san Rafael.


Esta labor consiste en hacer lo mismo que él, acompañar a la gente joven en su camino hacia el cielo.


Cuenta la Sagrada Escritura que Tobías «…fue a buscar a alguien que le acompañara en su viaje».


El Arcángel fue con Tobías y le ayudó de mil modos: le hizo favores de todo tipo, incluso le salvó la vida en una ocasión.


Os voy a leer dos citas. Una que dice: «La juventud de hoy está corrompida hasta el corazón. Es mala, atea y perezosa. Jamás será la juventud que ha de ser».


Y la otra: «Los jóvenes son el futuro de la humanidad y la esperanza de las naciones».


Esta última es de Benedicto XVI en las jornadas de la juventud en Colonia.


Y la anterior es de una Inscripción babilónica del siglo XI a.c.


Ya se ve que en los siglos de cristianismo la opinión sobre la juventud ha cambiado mucho.


El Señor comparó una vez el Reino de Dios con la actitud de diez chicas jóvenes que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.

Cinco de ellas controlaban la situación. Las otras cinco tenían aceite pero no el suficiente, iban tirando más o menos.

Les entró a todas el sueño y se durmieron y se consumió el aceite que ardía.

Llegó el esposo, de repente, y todas se pusieron nerviosas a preparar sus lámparas.

Las cinco que no tenían aceite se quedaron desconcertadas. Las cinco inteligentes, en cambio, pudieron corresponder a la llamada del Señor.

Nuestro trabajo consiste en hacer que muchos jóvenes disfruten de las cosas de Dios.

Gracias a Dios la Iglesia se va extendiendo por nuevos países: Rusia, Letonia, India, y luego vendrán Vietnam, Rumanía, Corea… Hay muchos banquetes abiertos...

La Iglesia se va extendiendo porque el Esposo entra en las almas de las personas que le buscan.

En eso consiste justamente la labor del Arcángel, en hacer que la gente se llene de vida interior.

Conozco una persona que viaja todos los viernes a Málaga en coche, porque está haciendo un master.

Es un poco rollo tener que ir todos los viernes…, pero es que sino hace eso semanalmente el master no sirve, porque le faltaría continuidad.

No sería eficaz que se hablara con la gente cada veinte días, o que frecuentaran los sacramentos una o dos veces al mes.

Tendrían aceite desde luego, pero no el suficiente.

Donde se hace bien esta labor, allí hay fruto.

Nuestra labor es poner en práctica lo que nos pidió el Papa en Brasil:

«
Sois jóvenes de la Iglesia, por eso yo os envío para la gran misión de evangelizar a los jóvenes y a las jóvenes que andan errantes por este mundo como ovejas sin pastor.

Sed los apóstoles de los jóvenes, invitadles a que vengan con vosotros
…»

Se trata de guiarles, no de hacer número o que vengan muchas personas, eso es fácil hacerlo. Bastaría con montar una sala de baile o una escuela de peluquería…

No se trata de masa humana, sino de que cada una tenga aceite para dar a los demás.

San Josemaría, como tantos santos, dirigía a las almas a base de tiempo y regularidad.

Se reunía con un grupo de estudiantes donde podía, en los sitios más variados: en un hotel, o en un bar, o se daba un paseo por la ciudad.

Y de la consideración teórica pasaba a la práctica.

Les dirigía espiritualmente, les marcaba una dirección para que la siguieran. Hacia lo mimo que san Rafael con Tobías:

Ahora vamos por aquí, hoy nos paramos y hacemos noche aquí, si te parece… y así hasta que Tobías acabó su viaje.

¿Y qué les decía san Josemaría a los que iban a hablar con él? ¿Qué les decía para que cambiasen su vida?

Lo primera sobre la frecuencia de sacramentos.

Llevar la gente a los sacramentos, el aceite es la gracia, cuanto más mejor, cuanto más aceite mejor responderán a la voluntad de Dios.

Por eso hay que llevar a la gente a Jesucristo, al sacerdote, porque una vez que tienen la gracia de Dios ya pueden poner el corazón en Él..

María es la Esposa de Dios y siempre está con el esposo, tiene aceite de sobra. Que Ella nos ayude a que las personas que participan en la labor de san Rafael tengan siempre aceite para cuando les llame el Señor, digan que sí.

Terminamos con una oración:

–Madre mía, que las necias sean prudentes, y las prudentes simpáticas.
Yago Martínez e Ignacio Fornés

jueves, 20 de septiembre de 2007

LOS ÁNGELES

Una chica, un poco despistada y casi corriendo cruzaba un paso de peatones. Y un BMW pasó a toda pastilla sin detenerse.

Y alguien le gritó al del coche: –¡animal!

La chica se había parado en seco sin saber porqué, como si su nariz se hubiera pegado contra un muro de cristal.

Y es que un tipo fortísimo le había sujetado por el hombro: –mujer ten cuidado que un día de esto te atropellan…

Con el susto no se dio cuenta ni de quien le hablaba. ¿Fue esto una casualidad? Pues seguramente. Pero a veces no es así.

Alguien que no tiene cuerpo nos protege todo el rato: ese es nuestro Ángel Custodio.

Que existan los ángeles no es algo evidente. Fueron creados por Dios igual que los hombres. Pero Dios los creó distintos: no se ven como ahora nos vemos nosotros.

En la vida de Jesús los ángeles están presentes en muchas ocasiones.

Nada más nacer en Belén dice el Evangelio que «de repente apareció (…) una multitud del ejército celestial que alababa a Dios» (1) .

Cuando Jesús estaba necesitado de todo con apenas unas horas de vida aparecen ellos.

Un ángel fue el que avisó a san José para que huyeran a Egipto de noche y salvar así la vida del Niño.

Cuando el Señor tenía más o menos treinta años y fue tentado por el diablo en el desierto antes de empezar a predicar por Palestina, dice la Escritura que después que Satanás se retirara «se acercaron los ángeles y le servían»(2).

Y al final de su vida, en el Huerto de los Olivos, después de sudar sangre dice san Lucas que «un ángel del cielo se le apareció para confortarle»(3) .

–Señor, ¡qué gran ayuda te dieron los ángeles durante tu vida terrena!

Nos dice el Catecismo que a todo hombre cuando nace, Dios le pone un ángel al lado para que le ayude en esta tierra y guiarle al cielo.

«Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida»(4). Nos lo envía el Señor. Eso es precisamente lo que significa la palabra ángel: enviado.

Son los «poderosos ejecutores de sus órdenes»(5), y las órdenes de Dios son que nos lleven al cielo.

¿Te acuerdas de aquel joven llamado Tobías? Fue un arcángel quien le ayudó en aquel viaje tan difícil dándole consejos importantísimo y haciéndole multitud de favores.

Al final se dio a conocer y dijo que era el Arcángel Rafael y que intercedía por ellos antes el Señor…

Fíjate qué casualidad que el Opus Dei se fundó un 2 de octubre, día de la fiesta de los ángeles custodios.

No es una casualidad porque la Obra es uno de los caminos de la Iglesia para utilizan los ángeles para llevar a las personas al cielo.

Lo del 2 de octubre no es coincidencia.

Tú tienes un ángel para ti. Es más conocido con el nombre del ángel custodio. Está siempre a tu lado.

Es nuestra dulce compañía, que no nos deja ni de noche ni de día…

Los ángeles son muy listos e intuyen lo que nos pasa, pero no son adivinos.

Les pasa como a las madres que descubren que algo ocurre porque su hija ha llegado con la cara hasta el suelo, y por eso le preguntan: –¿te paso algo?

El ángel nos ve preocupados o tristes y se pregunta «algo le pasa»… Por eso es bueno que hables con él, que le cuentes tus cosas, lo agradecen mucho porque así no tienen que descubrir qué nos pasa como hacen los veterinarios con los perros.

Hay mucha gente que le pone nombre a su ángel, precisamente para facilitar el diálogo.

¿Qué nombre le puedes poner?

Puede ser nombre de hombre o de mujer, a ellos les da igual porque no son ni lo uno ni lo otro, porque son ángeles.

Los santos siempre los han tenido muy presentes y les han ayudado hasta en cosas materiales.

Hubo uno que estando en la cárcel injustamente, su ángel lo sacó de allí de una manera poco común.

Era Pedro, el primer Papa, y esto ocurrió en los primeros años de la Iglesia.

Estaba encerrado por predicar el nombre de Jesús, atado con cadenas. Era de noche y se durmió. En la puerta de su celda había dos guardias vigilando.

De repente un ángel se presentó dentro de la estancia iluminándolo todo.

San Pedro debió estar profundamente dormido porque no se dio ni cuenta.

«El ángel –dice la sagrada Escritura– tocó a Pedro en el costado y lo despertó diciendo: –¡Deprisa levántate! Y las cadenas se le cayeron de las manos. El ángel le dijo:

–Abróchate el cinturón y ponte las sandalias
(…).

Pedro salió detrás de él» Pero pensaba que todo aquello no era más que un sueño.

«Después de pasar la primera y la segunda guardia llegaron a la puerta de hierro que da a la calle, y se les abrió sola.

Salieron y llegaron al final de la calle; de pronto, el ángel desapareció de su lado
»(6).

El Señor, en los primeros años de la Iglesia, permitió que el poder de los ángeles se viera hasta físicamente, porque hacían falta.

A san Josemaría, poco después de la fundación del Opus Dei, su ángel también le ayudaba sensiblemente.

Por ejemplo tenía un viejo reloj que se le paraba cada dos por tres y como no tenía dinero para arreglarlo le pedía a su ángel que lo pusiera en hora y se lo concedía.

Por eso durante una temporada le llamaba el Relojerico.

También se encomendaba a él para que le despertara por las mañanas porque no tenía despertador.

Y, efectivamente, a la hora señalada sentía un ligero golpecito en el costado, como el ángel le dio a San Pedro para que se despertase… demasiadas casualidades.

San Josemaría estaba tan acostumbrado a tratar a los ángeles que cuando se encontraba con alguien, primero saludaba a su ángel y luego saludaba a la persona.

La presencia del ángel se nota. Por ejemplo cuando estás estudiando y lo quieras dejar hay una voz interior que te dice, «venga cinco minutos más, venga otros cinco y cinco más»…así hasta llegar a las dos horas.

Él se encarga de apuntar en el cielo tus horas en un cuaderno titulado: «Boletín de estudio de...».

También se nota en cosas «coincidencias tontas». Se hace presente como puede.

Me contaban una persona que un día en el que estaba muy cansada, a volver a casa se dirigía como siempre en la calle Recogidas.

Y sin saber porqué, esa vez, se fijó en el nombre de una calle estrecha que está por ahí y que nunca había mirado…Pero en la que siempre tenía sitio para aparcar.

Como es difícil encontrar sitio le pedía al Custodio que se lo buscase por allí cerca. Y siempre en esa calle había posibilidad de dejar el coche.

Y ese día en el que estaba agotado, instintivamente –como si alguien se lo hubiese indicado– leyó sin querer el nombre de la calle, en el que nunca había reparado antes.

Y se echó a reír, porque la calle se llamaba Ángel. Divertida contaba que por dentro, le dijo a su ángel: estoy en tus dominios…

La Virgen es la Señora de los ángeles. Ella no tiene uno a su servicio sino miles… María sabe como tratarlos

–Reina de los Ángeles, enséñame a tratar al mío.

Seguro que tu ángel al oír esta petición está se alegra…

(1) Lc 2, 13
(2) Mt 4, 11
(3) Lc 22, 43
(4) CIC, 336
(5) Salmo 102
(6) Hch 12, 7 y ss


Stanis Mazzuchelli e Ignacio Fornés

FORO DE MEDITACIONES

Meditaciones predicables organizadas por varios criterios: tema, edad de los oyentes, calendario.... Muchas de ellas se pueden encontrar también resumidas en forma de homilía en el Foro de Homilías