La Criatura más guapa, más simpática, más amable, más delicada, más sensible, más inteligente, más lista… no eres tú, es la Virgen.
Es la mujer más famosa de España y que más gente quiere en todo el mundo. Hoy celebramos una gran fiesta suya: la Virgen del Pilar.
Ahora le decimos: –Llena eres de gracia, el Señor es contigo
Como decía un santo español, aragonés, la fiesta que celebramos hoy, es la «historia de una maravillosa advocación mariana, tan ligada al inicio de la evangelización de España».
Es la historia de una madre que quiere estar con sus hijos.
Según documentos del siglo XIII, el Apóstol Santiago, El Mayor, hermano de San Juan, viajó a España a predicar el Evangelio (año 40 d.C.), y una noche la Virgen María se le apareció en un pilar.
La tradición nos cuenta que Santiago había llegado a Aragón, en concreto a Zaragoza, y una noche, estando en oración con sus discípulos a orillas del río Ebro, la Santísima Virgen María se manifestó sobre un pilar, acompañada por un coro de ángeles, cuando Ella todavía vivía en Palestina.
La Virgen le pidió al Apóstol le edificase ahí una iglesia con el altar rodeando el pilar donde estaba y según cuenta una tradicción le dijo: «Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda».
El lugar ha sobrevivido a invasiones de diferentes pueblos y a la Guerra Civil española de 1936-1939, cuando tres bombas cayeron sobre el templo y no estallaron.
Nuestra Señora hace lo que sea para estar con nosotros y protegernos, y si hace falta se traslada desde Palestina. Por algo es Madre nuestra.
Dile: –Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, pide por nosotros.
Ella vive para sus hijos, nos cuida y nos protege siempre de todos los peligros como hace cualquier madre.
De hecho muchas veces aparece en los cuadros, de pie, pisándole la cabeza a una serpiente, que representa al diablo y que se arrastra silenciosa para tentarnos.
Es Madre nuestra y también lo es de la Iglesia. Por eso la Iglesia la celebra con tantas fiestas durante el año: la Virgen del Pilar, la Inmaculada Concepción, la Asunción, La Natividad, las Angustias, la Virgen de la Cabeza, la Gadalupana y muchísimas más.
Sus fiestas son como las flores que se ven en medio de un prado verde, que le dan un toque especial al paisaje, así resaltan las fiestas de María durante el año.
Durante la meditación, dile con cariño: –Bendita tu eres entre todas las mujeres.
En este mes de octubre se junta dos fiestas importantes: la del Pilar y la Virgen del Rosario…
Una fiesta grande, el Pilar, y uno de los regalos que más le gustan: el rosario.
Ella misma lo ha dicho cuando se ha aparecido en Lourdes y Fátima. Vino desde el cielo para pedir que lo rezáramos, también porque es un medio para conseguir su ayuda.
Precisamente los pastorcillos se reunían con María para rezar el rosario y pedir así por todo el mundo. Durante el tiempo que estaban rezándolo era cuando podían verla con tranquilidad y disfrutar de su presencia.
Es una devoción muy antigua, tanto como el cariño que se le tiene a la Virgen porque nos ayuda a pensar en Ella.
Uno puede pensar que el rosario resulta un poco pesado porque siempre se dice lo mismo, ¡siempre con la misma canción!
Pues justamente la misma canción es la que escuchan los que se quieren para recordar un momento especial. Escuchan siempre la misma canción con la misma letra.
A todos nos ha pasado que al oír una música concreta, nos recuerda un momento feliz y sonreímos al oírla. Pues a la Virgen le ocurre lo mismo con el rosario.
Le gusta mucho porque le recuerda los momentos más importante de su vida o de la de su Hijo: la Anunciación, el nacimiento de Jesús, las Bodas de Caná, la Pasión...
–Ahí tienes a tu Madre, dijo el Señor al discípulo que estaba en el Calvario, junto a María.
Y nosotros ahora en esta meditación le decimos al Señor: –Jesús, yo también quiero estar junto a María, en estos tiempos difíciles para tus amigos.
María el modelo de mujer fiel, en momentos duros.Cuando todos abandonan al Señor allí está ella, con una fortaleza propia de una persona que tiene un corazón enorme.
Por eso la historia de la Virgen es una historia de Amor. Pero un amor incondicional.
Hay personas que nos quieren porque les hemos hecho un favor. Otras personas que nos quieren porque les resultamos simpáticos.
O porque le agrada una cualidad que tenemos.
Pero si esa cualidad —como es el aspecto externo— desaparece con el tiempo...
O no podemos hacerle un favor. O le fallamos por algo, entonces ya ha dejado de funcionar el cariño que nos tenía.
Hay gente que nos quiere por nuestras cualidades: de alguna forma resultamos interesantes para esas personas.
Sin embargo hay personas que nos querrán siempre. El motivo es que esas nos quieren incondicionalmente.
Nos quieren no porque seamos buenos, sino porque ellos son buenos. Nos quieren de verdad.
Así es el corazón de una madre: incondicional.
Así es el amor de María: no le puso condiciones a Dios. No le dijo: te quiero, Dios mío, si haces mi voluntad.
Podemos decirle ahora al Señor: –hágase tu voluntad, y no la mía.
Voy a leer un cuento. Que tiene su significado alegórico. Empiezo:
—Me dice que saldría conmigo si le llevo una rosa roja. Pero donde voy a encontrar ahora rosas rojas. En mi jardín no hay ninguna rosa roja
El chico estaba triste, románticamente triste, por no poder conseguir lo que ha ella le gustaba,
Además era la condición que ella había puesto para salir por primera vez. Y ahora interviene un Pájaro. Se trata de un ruiseñor, que dijo:
—Por fin encuentro a un auténtico enamorado. Cada noche he estado cantando una historia de amor sin conocer a nadie que ame de verdad.
Y el ruiseñor siguió diciendo: —Este es un auténtico enamorado, todo lo que yo canto, él lo sufre. Ciertamente el amor es algo maravilloso, más precioso que las esmeraldas y más estimado que todas la perlas.
Entonces el Ruiseñor se fue volando hasta el Rosal, y se posó en una rama.
—¿Cómo se hace una rosa roja? le preguntó.
—Una vez me lo explicaron —respondió el Rosal— pero es un operación muy dolorosa.
—Dímelo —dijo el Ruiseñor— no tengo miedo.
—Lo que me contaron es que tiene que hacerse con notas de música, y teñirlas con la sangre del propio corazón. Tienes que cantar, mientras una espina te atraviesa el pecho. Pasarás la noche entera cantando, y la espina herirá tu corazón. De modo que tu sangre pasará a mis venas, y se hará mía, dijo el Rosal.
(Esto es así, en esta tierra es difícil hacer algo grande por los demás sin pagar algo de sufrimiento).
El estudiante seguía triste (sigue la historia).
—Alégrate -le dijo el Ruiseñor- vas a tener una rosa roja. Lo único que te pido es que seas un auténtico enamorado, por que el Amor es fuerte como la muerte.
El estudiante levantó la vista del césped y prestó atención a lo que el Ruiseñor le decía. Pero no pudo comprender nada. Porque el estudiante sólo entendía lo que estaba escrito en los libros.
Y cuando salió la luna, el Ruiseñor se fue volando hasta el Rosal. Y el pájaro apoyó su pecho contra las espinas.
Pasó la noche entera cantando, y las espinas penetraban más y más en su pecho. Y el Ruiseñor iba desangrándose.
Cantaba mientras las espinas penetraban en su pecho. Y su sangre fluía hacía las venas del Rosal.
Y en la rama más alta del Rosal empezaba a florecer una maravillosa rosa roja: florecía pétalo a pétalo, mientras el Ruiseñor cantaba su canción.
Y el Rosal le gritaba: —Apriétate más pequeño Ruiseñor, para que nazca tu rosa.
El Ruiseñor, se apretaba cada vez más contra las espinas.
(Corazón que no quiera sufrir dolores, pase la vida entera libre de amores: dice la canción. Una persona que no quiera sufrir no podrá amar en esta tierra. Una eternidad nos prepara Dios para gozar. Pero ahora si queremos a alguien siempre nos topamos con el sufrimiento.)
Le decimos al Señor: –Jesús, no nos importa sufrir con tal de quererte cada vez más.
Hay personas que no no rezan el rosario porque les cuesta. O no van a recibir al Señor porque ese día no les apetece.
O no se confiesan, por no pasar un mal rato. En realidad les sucede que aman poco al Señor.
Habría que decirles como al pájaro de la historia: —Apriétate más pequeño Ruiseñor, para que nazca tu rosa.
El Ruiseñor, se apretaba cada vez más contra las espinas. Y su canto se fue haciendo cada vez más alto, pues cantaba con pasión. Y el Rosal le gritaba que se apretara más contra las espinas.
—Apriétate y canta pequeño Ruiseñor. ¡Apriétate y canta! Que las rosas rojas se hacen sólo con dolor. ¡Canta Ruiseñor, canta!
(El canto que nosotros hacemos todas las semanas es la oración: este rato que lo pasamos junto al Señor.)
¡Canta Ruiseñor, canta!
También yo te digo: —Reza el rosario. Que para Ella, tus palabras son como una melodía.
¡Canta Ruiseñor, canta!
(El rosario que tu rezas estos días de octubre: aunque te pueda costar es como si hicieses una ramo de rosas.)
Sigo: El Ruiseñor se apretaba con más fuerza a las espinas, hasta que una de ellas le penetró en el corazón. Y le invadió un terrible dolor.
Pero cuánto más cruel era el dolor, más impetuoso se volvía su canto. Porque cantaba con un Amor que es más fuerte que la muerte ...
Pero el canto del Ruiseñor se fue debilitando, hasta que sintió que algo le ahogaba la garganta. Entonces tomó su último impulso.
Tan fuerte y admirable era este último canto que la pálida luna se detuvo. Y entonces una pequeña rosa roja se estremeció extasiada y abrió sus pétalos.
—¡Mira, Mira! -grito el Rosal-, ya está terminada la rosa.
Pero el Ruiseñor no le contestó. Porque estaba muerto sobre la hierba, con el corazón traspasado por una espina.
(No termina aquí la historia) Al mediodía, el Estudiante se asomó a mirar por la ventana:
—¡Caramba, qué buena suerte! ¡Una rosa roja! Jamás haba visto en toda mi vida una rosa semejante. Es preciosa.
El estudiante corrió a casa de la chica: —Aquí tienes la rosa más roja del mundo. Esta noche la llevarás junto a tu corazón. Y esta rosa te hablará de lo mucho que te quiero.
—Perdona -dijo la chica- pero esta rosa no me la puedo poner, porque no va bien con el vestido. Además ya me he comprometido con otro que me ha regalado unas joyas (y las joyas son más valiosas que las flores)
Entonces el Estudiante se fue enfurecido, y tiró la rosa al camino, y paso un carro y la aplastó.
—¡Qué estupidez es el amor! No sirve para nada.
Una historia triste. Pero a la vez cierta, hay personas egoístas.
Y otras que no se creen que haya gente que sea capaz de entregar la vida por Amor. Pero María, sí. Y sus hijos también.
Por eso haz tus rosas para Ella, reza así cada avemaría: –Madre de Dios, ruega por nosotros ahora....
Es la mujer más famosa de España y que más gente quiere en todo el mundo. Hoy celebramos una gran fiesta suya: la Virgen del Pilar.
Ahora le decimos: –Llena eres de gracia, el Señor es contigo
Como decía un santo español, aragonés, la fiesta que celebramos hoy, es la «historia de una maravillosa advocación mariana, tan ligada al inicio de la evangelización de España».
Es la historia de una madre que quiere estar con sus hijos.
Según documentos del siglo XIII, el Apóstol Santiago, El Mayor, hermano de San Juan, viajó a España a predicar el Evangelio (año 40 d.C.), y una noche la Virgen María se le apareció en un pilar.
La tradición nos cuenta que Santiago había llegado a Aragón, en concreto a Zaragoza, y una noche, estando en oración con sus discípulos a orillas del río Ebro, la Santísima Virgen María se manifestó sobre un pilar, acompañada por un coro de ángeles, cuando Ella todavía vivía en Palestina.
La Virgen le pidió al Apóstol le edificase ahí una iglesia con el altar rodeando el pilar donde estaba y según cuenta una tradicción le dijo: «Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda».
El lugar ha sobrevivido a invasiones de diferentes pueblos y a la Guerra Civil española de 1936-1939, cuando tres bombas cayeron sobre el templo y no estallaron.
Nuestra Señora hace lo que sea para estar con nosotros y protegernos, y si hace falta se traslada desde Palestina. Por algo es Madre nuestra.
Dile: –Santa María, Madre de Dios y madre nuestra, pide por nosotros.
Ella vive para sus hijos, nos cuida y nos protege siempre de todos los peligros como hace cualquier madre.
De hecho muchas veces aparece en los cuadros, de pie, pisándole la cabeza a una serpiente, que representa al diablo y que se arrastra silenciosa para tentarnos.
Es Madre nuestra y también lo es de la Iglesia. Por eso la Iglesia la celebra con tantas fiestas durante el año: la Virgen del Pilar, la Inmaculada Concepción, la Asunción, La Natividad, las Angustias, la Virgen de la Cabeza, la Gadalupana y muchísimas más.
Sus fiestas son como las flores que se ven en medio de un prado verde, que le dan un toque especial al paisaje, así resaltan las fiestas de María durante el año.
Durante la meditación, dile con cariño: –Bendita tu eres entre todas las mujeres.
En este mes de octubre se junta dos fiestas importantes: la del Pilar y la Virgen del Rosario…
Una fiesta grande, el Pilar, y uno de los regalos que más le gustan: el rosario.
Ella misma lo ha dicho cuando se ha aparecido en Lourdes y Fátima. Vino desde el cielo para pedir que lo rezáramos, también porque es un medio para conseguir su ayuda.
Precisamente los pastorcillos se reunían con María para rezar el rosario y pedir así por todo el mundo. Durante el tiempo que estaban rezándolo era cuando podían verla con tranquilidad y disfrutar de su presencia.
Es una devoción muy antigua, tanto como el cariño que se le tiene a la Virgen porque nos ayuda a pensar en Ella.
Uno puede pensar que el rosario resulta un poco pesado porque siempre se dice lo mismo, ¡siempre con la misma canción!
Pues justamente la misma canción es la que escuchan los que se quieren para recordar un momento especial. Escuchan siempre la misma canción con la misma letra.
A todos nos ha pasado que al oír una música concreta, nos recuerda un momento feliz y sonreímos al oírla. Pues a la Virgen le ocurre lo mismo con el rosario.
Le gusta mucho porque le recuerda los momentos más importante de su vida o de la de su Hijo: la Anunciación, el nacimiento de Jesús, las Bodas de Caná, la Pasión...
–Ahí tienes a tu Madre, dijo el Señor al discípulo que estaba en el Calvario, junto a María.
Y nosotros ahora en esta meditación le decimos al Señor: –Jesús, yo también quiero estar junto a María, en estos tiempos difíciles para tus amigos.
María el modelo de mujer fiel, en momentos duros.Cuando todos abandonan al Señor allí está ella, con una fortaleza propia de una persona que tiene un corazón enorme.
Por eso la historia de la Virgen es una historia de Amor. Pero un amor incondicional.
Hay personas que nos quieren porque les hemos hecho un favor. Otras personas que nos quieren porque les resultamos simpáticos.
O porque le agrada una cualidad que tenemos.
Pero si esa cualidad —como es el aspecto externo— desaparece con el tiempo...
O no podemos hacerle un favor. O le fallamos por algo, entonces ya ha dejado de funcionar el cariño que nos tenía.
Hay gente que nos quiere por nuestras cualidades: de alguna forma resultamos interesantes para esas personas.
Sin embargo hay personas que nos querrán siempre. El motivo es que esas nos quieren incondicionalmente.
Nos quieren no porque seamos buenos, sino porque ellos son buenos. Nos quieren de verdad.
Así es el corazón de una madre: incondicional.
Así es el amor de María: no le puso condiciones a Dios. No le dijo: te quiero, Dios mío, si haces mi voluntad.
Podemos decirle ahora al Señor: –hágase tu voluntad, y no la mía.
Voy a leer un cuento. Que tiene su significado alegórico. Empiezo:
—Me dice que saldría conmigo si le llevo una rosa roja. Pero donde voy a encontrar ahora rosas rojas. En mi jardín no hay ninguna rosa roja
El chico estaba triste, románticamente triste, por no poder conseguir lo que ha ella le gustaba,
Además era la condición que ella había puesto para salir por primera vez. Y ahora interviene un Pájaro. Se trata de un ruiseñor, que dijo:
—Por fin encuentro a un auténtico enamorado. Cada noche he estado cantando una historia de amor sin conocer a nadie que ame de verdad.
Y el ruiseñor siguió diciendo: —Este es un auténtico enamorado, todo lo que yo canto, él lo sufre. Ciertamente el amor es algo maravilloso, más precioso que las esmeraldas y más estimado que todas la perlas.
Entonces el Ruiseñor se fue volando hasta el Rosal, y se posó en una rama.
—¿Cómo se hace una rosa roja? le preguntó.
—Una vez me lo explicaron —respondió el Rosal— pero es un operación muy dolorosa.
—Dímelo —dijo el Ruiseñor— no tengo miedo.
—Lo que me contaron es que tiene que hacerse con notas de música, y teñirlas con la sangre del propio corazón. Tienes que cantar, mientras una espina te atraviesa el pecho. Pasarás la noche entera cantando, y la espina herirá tu corazón. De modo que tu sangre pasará a mis venas, y se hará mía, dijo el Rosal.
(Esto es así, en esta tierra es difícil hacer algo grande por los demás sin pagar algo de sufrimiento).
El estudiante seguía triste (sigue la historia).
—Alégrate -le dijo el Ruiseñor- vas a tener una rosa roja. Lo único que te pido es que seas un auténtico enamorado, por que el Amor es fuerte como la muerte.
El estudiante levantó la vista del césped y prestó atención a lo que el Ruiseñor le decía. Pero no pudo comprender nada. Porque el estudiante sólo entendía lo que estaba escrito en los libros.
Y cuando salió la luna, el Ruiseñor se fue volando hasta el Rosal. Y el pájaro apoyó su pecho contra las espinas.
Pasó la noche entera cantando, y las espinas penetraban más y más en su pecho. Y el Ruiseñor iba desangrándose.
Cantaba mientras las espinas penetraban en su pecho. Y su sangre fluía hacía las venas del Rosal.
Y en la rama más alta del Rosal empezaba a florecer una maravillosa rosa roja: florecía pétalo a pétalo, mientras el Ruiseñor cantaba su canción.
Y el Rosal le gritaba: —Apriétate más pequeño Ruiseñor, para que nazca tu rosa.
El Ruiseñor, se apretaba cada vez más contra las espinas.
(Corazón que no quiera sufrir dolores, pase la vida entera libre de amores: dice la canción. Una persona que no quiera sufrir no podrá amar en esta tierra. Una eternidad nos prepara Dios para gozar. Pero ahora si queremos a alguien siempre nos topamos con el sufrimiento.)
Le decimos al Señor: –Jesús, no nos importa sufrir con tal de quererte cada vez más.
Hay personas que no no rezan el rosario porque les cuesta. O no van a recibir al Señor porque ese día no les apetece.
O no se confiesan, por no pasar un mal rato. En realidad les sucede que aman poco al Señor.
Habría que decirles como al pájaro de la historia: —Apriétate más pequeño Ruiseñor, para que nazca tu rosa.
El Ruiseñor, se apretaba cada vez más contra las espinas. Y su canto se fue haciendo cada vez más alto, pues cantaba con pasión. Y el Rosal le gritaba que se apretara más contra las espinas.
—Apriétate y canta pequeño Ruiseñor. ¡Apriétate y canta! Que las rosas rojas se hacen sólo con dolor. ¡Canta Ruiseñor, canta!
(El canto que nosotros hacemos todas las semanas es la oración: este rato que lo pasamos junto al Señor.)
¡Canta Ruiseñor, canta!
También yo te digo: —Reza el rosario. Que para Ella, tus palabras son como una melodía.
¡Canta Ruiseñor, canta!
(El rosario que tu rezas estos días de octubre: aunque te pueda costar es como si hicieses una ramo de rosas.)
Sigo: El Ruiseñor se apretaba con más fuerza a las espinas, hasta que una de ellas le penetró en el corazón. Y le invadió un terrible dolor.
Pero cuánto más cruel era el dolor, más impetuoso se volvía su canto. Porque cantaba con un Amor que es más fuerte que la muerte ...
Pero el canto del Ruiseñor se fue debilitando, hasta que sintió que algo le ahogaba la garganta. Entonces tomó su último impulso.
Tan fuerte y admirable era este último canto que la pálida luna se detuvo. Y entonces una pequeña rosa roja se estremeció extasiada y abrió sus pétalos.
—¡Mira, Mira! -grito el Rosal-, ya está terminada la rosa.
Pero el Ruiseñor no le contestó. Porque estaba muerto sobre la hierba, con el corazón traspasado por una espina.
(No termina aquí la historia) Al mediodía, el Estudiante se asomó a mirar por la ventana:
—¡Caramba, qué buena suerte! ¡Una rosa roja! Jamás haba visto en toda mi vida una rosa semejante. Es preciosa.
El estudiante corrió a casa de la chica: —Aquí tienes la rosa más roja del mundo. Esta noche la llevarás junto a tu corazón. Y esta rosa te hablará de lo mucho que te quiero.
—Perdona -dijo la chica- pero esta rosa no me la puedo poner, porque no va bien con el vestido. Además ya me he comprometido con otro que me ha regalado unas joyas (y las joyas son más valiosas que las flores)
Entonces el Estudiante se fue enfurecido, y tiró la rosa al camino, y paso un carro y la aplastó.
—¡Qué estupidez es el amor! No sirve para nada.
Una historia triste. Pero a la vez cierta, hay personas egoístas.
Y otras que no se creen que haya gente que sea capaz de entregar la vida por Amor. Pero María, sí. Y sus hijos también.
Por eso haz tus rosas para Ella, reza así cada avemaría: –Madre de Dios, ruega por nosotros ahora....
Stanis Mazzuchelli e Ignacio Fornés
No hay comentarios:
Publicar un comentario