El Hijo pródigo (Lc. 15, 11 y ss.): El hijo mayor permanece “fiel” a su padre.
Descripción del pasaje: El hijo mayor estaba en el campo (Lc 15,25)
Era un hijo obediente, que cumplía con todo lo que su padre le mandaba: permanece fiel a su padre, cuando le abandonó el hijo pequeño.
Pero su corazón no está plenamente en su Padre ni en las cosas de su padre sino que echa en falta divertirse con los amigos.
Y, cuando vuelve su hermano pequeño, en vez de alegrarse, le juzga con dureza y se niega a participar en la fiesta.
Sin embargo, su padre en vez de enfadarse con él u obligarle a entrar le intenta corregir para convencerle de que debe tener el corazón más grande.
Consideraciones: El hijo mayor, representa al hombre tibio, que cumple los mandamientos de Dios, que frecuenta los sacramentos que se sacrifica por los demás, que trabaja en serio, que evita los pecados mortales.
Pero su corazón no está en Dios sino en sus propias cosas: incluso en cómo cumple los mandamientos. Le falta entregar el corazón al Señor y le sobra pensar en sí mismo, en su comodidad, en sus caprichos, en sus planes personales... No le importa caer en pecados veniales.
A la tibieza se llega cuando se descuidan muchos detalles pequeños. Y se manifiesta en juzgar duramente a los demás y en enfadarse con las personas misericordiosas.
Pero, incluso, ante esta actitud o estado del alma, Dios nos perdona y nos intenta ayudar para que salgamos de esta situación. Por eso, si se ha caído en la tibieza, para salir, el mejor medio es frecuentar los sacramentos.
Porque así tendremos el corazón cerca de Dios.
Dialogo: No quiero, Señor caer en la tibieza.
Descripción del pasaje: El hijo mayor estaba en el campo (Lc 15,25)
Era un hijo obediente, que cumplía con todo lo que su padre le mandaba: permanece fiel a su padre, cuando le abandonó el hijo pequeño.
Pero su corazón no está plenamente en su Padre ni en las cosas de su padre sino que echa en falta divertirse con los amigos.
Y, cuando vuelve su hermano pequeño, en vez de alegrarse, le juzga con dureza y se niega a participar en la fiesta.
Sin embargo, su padre en vez de enfadarse con él u obligarle a entrar le intenta corregir para convencerle de que debe tener el corazón más grande.
Consideraciones: El hijo mayor, representa al hombre tibio, que cumple los mandamientos de Dios, que frecuenta los sacramentos que se sacrifica por los demás, que trabaja en serio, que evita los pecados mortales.
Pero su corazón no está en Dios sino en sus propias cosas: incluso en cómo cumple los mandamientos. Le falta entregar el corazón al Señor y le sobra pensar en sí mismo, en su comodidad, en sus caprichos, en sus planes personales... No le importa caer en pecados veniales.
A la tibieza se llega cuando se descuidan muchos detalles pequeños. Y se manifiesta en juzgar duramente a los demás y en enfadarse con las personas misericordiosas.
Pero, incluso, ante esta actitud o estado del alma, Dios nos perdona y nos intenta ayudar para que salgamos de esta situación. Por eso, si se ha caído en la tibieza, para salir, el mejor medio es frecuentar los sacramentos.
Porque así tendremos el corazón cerca de Dios.
Dialogo: No quiero, Señor caer en la tibieza.
No quiero conformarme con lo que hago y con lo que te quiero: por amor a Ti, te voy a dar siempre más; todo lo que me pidas, aunque me cueste.
Ayúdame a tener horror al pecado venial y a evitarlo con todas mis fuerzas. Dame un corazón grande para comprender a los demás y no juzgarlos nunca.
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