domingo, 25 de noviembre de 2007

28 de noviembre de 2007

Nos dice San Pablo que debemos dar gracias a Dios en todo momento porque esa es la voluntad de Dios (1). Pero, si además, tenemos un buen motivo para hacerlo, como hoy nosotros, entonces más todavía.

En el veinticinco aniversario de la erección del Opus Dei en Prelatura Personal, vamos a darle gracias al Señor de la mejor manera posible. Eso significa precisamente Eucaristía: acción de gracias.

Y lo primero que rezaremos será diciendo algo tan expresivo como esto: Cantad y tocad con toda el alma para el Señor.

Cuando alguna vezhemos tenido que expresar una alegría, un sentimiento bueno,
lo primero que nos sale es cantar..., es un modo de expresión propia de los hombres...

Y esas palabras, cantad y tocad con toda el alma para el Señor, suenan como un grito de alegría y de agradecimiento.
-Señor, te lo queremos agradecer con todo corazón: darte gracias una y mil veces.
Esa debe ser nuestra actitud durante todo el día de hoy, Así se lo decimos al Señor en la Misa: en verdad es justo y necesario darte gracias, por este veinticinco aniversario del Opus Dei como prelatura personal, algo que ha costado tantos sacrificios y muchas oraciones que han subido al cielo durante años.
En una ocasión, nuestro Padre, hablando de este camino dijo a los miembros de la Obra:“la configuración jurídica la habéis abierto vosotros con vuestras oraciones y con vuestra vida; y la ha confirmado el Concilio”.

En realidad fue san Josemaría quien con perseverancia abrió el camino jurídico, bien apoyado en las oraciones y sacrificios de sus hijas e hijos...

En la primera lectura de hoy leeremos: Bendito sea el Señor que ha concedido la paz a su pueblo de Israel, tal como lo había prometido (2). Es la oración de acción de gracias que pronunció Salomón levantando las manos, después de haber orado ante el altar de Dios.

Todas las promesas que recibió Moisés se cumplieron después de un camino difícil, perseguidos por los egipcios, pasando hambre y muchas penalidades en aquellos cuarenta días de peregrinaje por el desierto… Pero como Dios es fiel, todo se cumplió y llegaron a la prometida tierra de Canaan.

Muchos años se ha esperado hasta que ver la realidad de la solución jurídica definitiva. El Opus Dei ha peregrinado durante años recibiendo aprobaciones que no expresaban exactamente el espíritu que Dios quería para su Obra.

Y después de años donde muchos ofrecieron sus vidas por esta intención, vino la esperada erección del Opus Dei como prelatura personal. Los que vivieron aquellos años dicen que no habían rezado tanto en su vida. Por eso Dios nos escuchó, porque Dios es fiel y siempre escucha.

Si queréis pedir algo…

Y como Moisés en la historia del Antiguo Testamento, San Josemaría no vio cumplida la promesa del Señor, la disfrutó desde el cielo con tantas y tantos hijos suyos.

Y hoy nosotros, muy unidos con ellos por la Comunión de los Santos, lo celebramos por todo lo alto (nunca mejor dicho).

-Señor te damos gracias de todo corazón.

Un agradecimiento que es fácil que se convierta en el propósito de ser muy fieles. Al final de la primera lectura de la Misa, Salomón, dirigiéndose a su pueblo dice: vuestro corazón sea todo para el Señor, Dios nuestro, caminando según sus preceptos y guardando sus mandamientos, como hoy lo hacéis (3).

-Señor haznos fieles…

En agosto de 1982 el Papa Juan Pablo II comunicó su intención de erigir el Opus Dei en prelatura personal. Sólo faltaba determinar la fecha en que se haría oficialmente.

Aquel verano don Álvaro –el primer sucesor de San Josemaría- se quedó a pasar el verano en Roma por si salía la fecha definitiva de algo ya anunciado. Fueron semanas de intensa espera y oración. La víspera del 22 de agosto, fiesta de la Virgen, don Álvaro dijo:

-Mañana, 22 de agosto, es la fiesta de Santa María Reina y las grandes misericordias del Señor con el Opus Dei han coincidido siempre con fiestas de la Virgen.

Sí, ¡mañana es el día!

Sin embargo, ese día no ocurrió nada. Pero don Álvaro no se vino a bajo. Siguió rezando.

Por fin, el día 23 a primera hora de la mañana, desde el Vaticano dijeron que, como se suele hacer en estos casos, la oficina de prensa de la Santa Sede anunciaría las novedades del día. Y la de esa jornada era la tan esperada prelatura personal.

“El Santo Padre ha decidido la erección del Opus Dei como prelatura personal. No obstante, la publicación del documento se retrasa por motivos técnicos”.

Dios nunca falla, siempre es fiel. Todo el camino jurídico de la Obra estuvo rodeada de dificultades, pero San Josemaría y todos no se cansaron de rezar, acudieron con fe al Señor y Dios escuchó…

-Señor que nos fiemos de ti, en nuestra propia vida interior y en la labor apostólica, sin cansarnos.

La fiesta de hoy es el resultado de la fe de San Josemaría y de tantos y de tantas.

El 23 de agosto, día de la gran noticia coincidió con el aniversario de una locución divina que tuvo San Josemaría en 1971 cuando, después de celebrar Misa, el Señor le grabó en su almas estas palabras: Adeamus cum fiducia ad thronum gloriae ut misericordiam consequamur! (¡Vayamos con fe al trono de la gloria para conseguir misericordia!).

San Josemaría explicaba que el Trono de la Gloria se refería a la Virgen Santísima, de modo semejante a como se hacía a Ella con la invocación Sedes Sapientiae, Asiento de la Sabiduría.

Por eso se entiende que el Prelado haya querido que comience en la Prelatura un Año Mariano porque –como gustaba repetir a San Josemaría- nuestro Opus Dei nació y se ha desarrollado bajo el manto de nuestra Señora.

Un año para recorrerlo con la Virgen. San Josemaría tenía una fe gorda porque fue siempre de la mano de María.

Eso es lo que queremos hacer este año con la ayuda de nuestra Madre: ser muy fieles, dar un salto de calidad en nuestro trato con Dios y en el apostolado, sin cansarnos, sin perder la fe, sin dejarnos llevar por lo mal que está el ambiente o por los aparentes fracasos, con la seguridad de que cuando se trabaja para extender una empresa apostólica, el “no” nunca es una respuesta definitiva: ¡Insistir! (4).

Vamos a terminar la meditación y a empezar este año mariano, dándole gracias a Dios repitiendo las palabras de la Virgen del Magníficat: Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi salvador (5).

Ricardo Santiago e Ignacio Fornés

[1] Cfr. 1 Ts 5, 18.
[2] 1 Re 8, 55.
[3] 1 Re 8, 61.
[4] Surco, n.107.
[5] Lc 1, 46-47.


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