miércoles, 28 de noviembre de 2007

Adviento

El Reino de los Cielos está dentro de vosotros, dijo un día el Señor. Eso quiere decir que un alma en gracia tiene dentro de sí un mundo muy rico, porque tiene a Dios, Uno y Trino, Creador del mundo, del universo, al Señor de la historia… ¡que no es poco!

Dios dentro de nosotros, con nosotros. Es un misterio y a la vez una realidad. Por eso, lo trágico de la existencia humana es que haya personas que pudiendo vivir con Dios y tratarlo como un amigo, elijan ignorarle y pasar la vida sin disfrutar de la máxima riqueza que se puede tener.

El Señor quiere estar con nosotros, nos lo dice la Escritura: envió a su Hijo nacido de una mujer . Si te paras a pensarlo es algo muy fuerte: Dios con nosotros, entre nosotros.

–Señor, que nos demos cuenta de esto, de que estás aquí, con nosotros.

Empezamos el Adviento. Es un tiempo de espera, de expectación ante la venida del Niño Dios en la Navidad. Son unas semanas en las que la Iglesia nos invita a repetir una y otra vez para prepararnos bien esta frase: ¡Ven Señor, no tardes!

Sin embargo, mucha gente durante estas fiestas no espera la venida de Jesús, sino que lo que esperan son regalos y diversión. En Navidad, muchos se visten de fiesta sin saber lo que van a celebrar porque han quitado a Dios de en medio. Esos días se convierten en una especie de boda sin novios porque falta Jesús que es el importante.

La Iglesia quiere, como buen madre, que a nosotros no nos ocurra lo mismo, que esos días no se conviertan en la fiesta del mazapán o de la nieve y todo se reduzca a preparar la Nochevieja: a qué fiesta iré, qué ropa me pondré, cómo me pintaré este año, con quién iré…). Y, después, en enero, recuperarse y volver al colegio para contar historias que solo han existido en nuestra imaginación.

Te leo unas palabras de San Pablo que me parecen muy apropiadas: Daos cuenta del momento en que vivís, ya es hora de despertaros del sueño porque ahora nuestra salvación está cerca .

Vamos a pedirle al Señor que nos demos cuenta que nos ayude: –haz que nos preparemos bien para tu venida.

¿Por qué la gente se olvida de que Dios nace en un portal? Quizá piensan que es absurdo esperar con sorpresa algo que ocurrió hace dos mil años. Y podemos creer que en parte tienen razón, que es verdad. Quizá sucede eso porque no se paran a meditar en lo que significa realmente el nacimiento de Jesús, por eso no viven el Adviento y no se preparan para un misterio tan grande.

–¡Señor que nos preparemos bien en estas semanas previas a la Navidad!

Eso es lo que quiere la Iglesia, quiere que nos vayamos acercando poco a poco al Portal para descubrir sorprendido que el Reino de los Cielos está entre nosotros, que Dios está con nosotros. Quiere que vayamos con los pastores hacia una luz que sale de un establo cercano a Belén.

–Señor ayúdanos a vivir bien el Adviento, ilumínanos.

Estar en tensión ante algo increíble que va a suceder, eso es el Adviento. Por eso contamos los días que faltan para el día el 24 por la noche. Se trata de llegar preparados y ponernos de rodillas para saludar el milagro del nacimiento de Dios en la tierra.

Cada año, el Belén nos llama con su silencio. Es una noche mágica donde nos sorprendemos al descubrir la mirada de María a Jesús Niño, es algo que no nos puede dejar indiferente. Es una noche donde, si lo piensas bien, esa criatura que mueve los brazos y las piernas sin mucho orden, que está con los ojos cerrados, es Dios y volvería a nacer una y mil veces por amor a los hombres.

Si esto se supiera, mucha gente estaría también repitiendo como nosotros: –¡Ven Señor no tardes! Caerían en la cuenta de la maravilla que es tener a Dios en sus vidas, y por eso estarían expectantes.

–El Señor está cerca; Ven Señor no tardes, ese es el gran grito del Adviento.

Y ¿cómo nos podemos preparar? ¿Qué hicieron la Virgen, San José, los pastores, los Magos?

Hicieron cosas que en principio no les apetecía, que les costaba. San José y María tuvieron que hacer un viaje de cuatro días en burro, incómodo, cansado, comiendo por el camino y durmiendo encima de una esterilla… Luego llegaron a Belén, les cerraron las puertas de la posada y, después, dar a luz en una cuadra, un sitio donde viven animales…

Los pastores estaban descansando después de una jornada de trabajo, cuando se les apareció un ángel para decirles que algo había ocurrido, algo tan especial como el nacimiento de Jesús. En seguida se levantaron a pesar del sueño y del frío y fueron a ver al Niño.

¿Y los Reyes Magos? Recorrieron un camino lleno de sacrificio, de imprevistos, de incertidumbres, pasaron sueño y sed… Pero, al final, gracias a todo eso llegaron y pudieron ver al Niño Jesús, a su Madre y a San José.

Todos recorrieron su camino, se prepararon con sacrificios.

¿Qué haremos nosotros? Muy fácil, piensa en algunas cosas que te cuesten para ofrecérselos a Dios y preparar así la Nochebuena. ¿Sabes lo que más le gusta al Señor? Que vayas a Misa cuantos más días mejor, eso cuesta porque a lo mejor no tenemos mucho tiempo o ninguna gana…

El otro sacrificio que agrada mucho a Dios es que respetes tu horario de estudio, que te empeñes, que te canses estudiando.

Esa es la manera en la que podemos vivir bien este Adviento: Misa y estudio.

Si lo hacemos por el Señor, entonces te asomarás al establo y descubrirás el tesoro que nos ha caído del cielo: a Dios con nosotros. Un tesoro que te hará rica por dentro y vivirás la Navidad como Dios manda.

Vamos a pedirles ayuda a María y a José: –ayudadnos a vivir este Adviento, a esperar con obras la venida de Jesús.









Ignacio Fornés y Estanislao Mazzuchelli

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