viernes, 3 de abril de 2009

SABADO SANTO

Este sábado es el más vacío. Cuando Dios descansó de su existencia. Cuando los hombres 
no piensan en nada. Cuando la historia dijo: hasta aquí hemos llegado, porque el cuerpo de Dios descansa en paz (cfr. Oficio (Antología poética), José M. Ibáñez Langlois).

EL FRACASO DE JESÚS

Pobre hombre Jesús. Fracasó absolutamente. Como discípulos solo encontró unos pescadores de un pueblo. Eran duros de mollera. No había quién les explicara nada.

Con su predicación, despertó entre la gente un entusiasmo que tampoco duró mucho. Fue algo superficial y pasajero, como si fuera un predicador de dos al cuarto. 

Ni siquiera creían en él sus parientes, que lo tenían por loco. Los hombres que verdaderamente contaban entonces, no lo podían ni ver.

Sus discípulos le abandonaron a medianoche. Fue vendido por 30 euros, al contado, ni uno más. Condenado por blasfemo y por hacer que las personas de a pie fueran en contra de la autoridad.

Cuando esta muriéndose, al pie de la cruz hay poca gente. Su madre, unas cuantas señoras de pueblo y algún que otro seguidor imberbe, de esos que no les falta ni al más demente de los iluminados.

Le quitaron hasta su ropa interior. Pasó por el mundo como si nada. Lo único que se mantenía en pie era el cartelito de INRI: ¡¡qué fracaso!!! (cfr. Ibidem).

LOS SILENCIOS DE DIOS

Los silencios de Dios. Así está en el sepulcro. Y también en el sagrario: en silencio, pero muy activo. 

Junto a Jesús, el buen ladrón encuentra la fuerza de la gracia y se va al Cielo. La cercanía del Señor os llenará. Jesús se ha quedado solo, no hay nadie, ni siquiera está su madre. Podríamos hablar del fracaso del Señor. Pero no termina ahí. 

Hay gente que se le rinde. Curiosamente, de él han vivido muchas personas y muerto muchos mártires. Hay perseguidores que se han convertido en perseguidos en solo un instante. Y los hay que se vuelven como locos con solo oír su nombre. El símbolo de la tortura, la cruz, es el símbolo del triunfo. La historia es un antes y un después de Cristo.

UN CADÁVER DIVINO

Hoy es el día en el que Jesús está en el sepulcro. Su cuerpo, frío y lleno de heridas, está a oscuras y en silencio. Está solo, ni siquiera le acompaña su Madre. Todo ha terminado. 

Es un día especial para la Iglesia que también está en silencio. No porque esté triste o con los ánimos por los suelos al ver el fracaso de Cristo.

No. Esta en silencio. Muda al ver y meditar el amor que Dios nos tiene. Ha muerto sí, pero para darnos vida. El Amor nunca fracasa. Hoy es en día para corresponder en serio.

SER PROTAGONISTA

Nos dice el Evangelio que, a parte de María, Juan y las demás mujeres, hubo dos hombres valientes que se ocuparon del cuerpo de Jesús. 

Uno era José de Arimatea. Hombre rico y metido en política, muy influyente en el Congreso. Permaneció en el anonimato cuando el Señor fue aclamado. Ahora en estos momentos tan duros, aparece.

El otro es Nicodemo que se presenta justo ahora, cuando más hace falta, cuando reina el desconcierto. Era el mismo que acudía a ver a Jesús de noche, por miedo a represalias políticas. Pero ya no tiene miedo a que le vean. Llegó trayendo una mezcla de mirra y áloe.

CUIDAR DE DIOS

іCómo agradecería la Virgen la ayuda de estos hombres: su generosidad, su valentía, su cariño! іCómo se lo agradecemos también nosotros!

Lavaron el cuerpo de Jesús, lo perfumaron (la cantidad de perfume que traía Nicodemo eran grandísima), y lo dejaron en un sepulcro nuevo.

іCómo envidiamos sus cuidados! іCómo nos gustaría haber estado presente para cuidar con mucho cariño del Señor!

Lo podemos hacer ahora, como nos recuerda San Josemaría en el Via Crucis: yo subiré con ellos al pie de la cruz, me apretaré al cuerpo frío cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor..., lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones, lo envolveré en el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, іY ahí, Señor, descansad!

Cuando todo el mundo os abandone y desprecie..., serviam! Os serviré, Señor (Via Crucis de San Josemaría).

FIDELIDAD

Dios ha querido crearnos para que nosotros le respondamos con totalidad, como hizo Jesús, hasta la muerte.

Es bueno pensar mucho en la pregunta del Señor: Pueblo mío ¿por qué me tratas así? ¿qué te hecho? Nos ha dado, Señor, la posibilidad de nacer en una familia cristiana, hemos recibido el inmenso bien del bautismo. 

Amad a su Iglesia, sentíos responsables de ella, no rehuseis ser, cada uno en vuestro ambiente, valientes protagonistas. Este es un punto sobr ele que quiseira llamar vuestra atención: intentad conocer la Iglesia, entenderla, amarla (...) vosotros sois el rostro joven de la Iglesia (Encuentro con los jóvenes, Brindisi 14-VI-08).

Es necesario que vivamos la misma vida de Jesús.

Dios nos habla con su cuerpo muerto. Es como si nos dijera: Yo tanto... y tú tan poco. ¿Qué me querrá decir el Señor con su muerte? Aunque todo el mundo te abandone: yo te serviré, Señor

Es necesario que esta Semana Santa demos un salto de calidad. El mundo tiene hambre de Dios. -Ven Señor a descansar en mi corazón.

Si quieres cuidar de Jesús pégate a la Virgen. ¿En qué estaría pensando en estos momentos? Pues en su vida pasada con Jesús. Se Reafirmaría en su respuesta a Dios. 

A una persona santa, la Virgen le manifestó que la oración que más le gustaba era el Ave María porque le recordaba su vocación que consistió en cuidar de Dios.

Ella no está deprimida porque vive de fe. En medio de la oscuridad hay una luz: la Virgen. Ella es la esperanza nuestra.

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