Hoy es el día en que actuó el Señor. Hoy, Dios, hizo una de las suyas.
Como lo puede todo, del mal siempre saca bien. Su amor y su inteligencia se las ingenia para salvarnos.
Parecía que estaba dormido. Jesús estaba muerto. Dios estaba en silencio. Como ahora en el sagrario, que parece que no hace nada y, sin embargo, está muy activo.
¡CON LA QUE ESTÁ CAYENDO!
La Primera lectura hace un resumen de la vida de Jesús en pocas líneas. Todo empezó en Galilea. Parecía que se trataba de uno más, que era un maestro como tanto otros (cfr. Hch 10,34ª- 37-43).
A simple vista, las autoridades religiosas, que eran la voz autorizada de Yahvéh, iban contra él. Y él era Dios que callaba y actuaba.
Entonces empezaron a ver como expulsaba demonios y hacía milagros. Muchos se pusieron de su parte, los apóstoles y otros, que fueron testigos de lo que hizo.
Hoy se repite la misma historia. Algunos poderosos de la tierra también van en contra de Dios. Se creen que lo pueden todo, y por eso hacen y deshacen. Y, con ese poderío cometen crímenes como el aborto o la eutanasia, o injusticias de todo tipo, etc.
Las personas piensan que, como tienen libertad, pueden hacer lo que quieran, incluso matar. Antes, los esclavos no tenían derechos y se les podía quitar la vida si el amo quería. Hoy, gracias en gran parte al cristianismo, eso ha desaparecido.
Pero en nuestra sociedad, como se han quitado a Dios de en medio, se pueden matar niños para defender la libertad de la mujer. Cuando alguien es un incordio, da mucho trabajo, te hace dormir mal o te quita mucho tiempo, entonces el Estado te dice que en esos casos puedes matarlo.
Ante esto, parece que Dios no hace nada, que está en silencio. Como en el sepulcro y en el sagrario. Señor ¿cómo no actúas, con la que está cayendo?
SIEMPRE PASA LO MISMO
Con Jesús pasó lo mismo. Era el Hijo de Dios. No un vecino o un conocido, sino su Hijo. Lo mataron y su Padre Dios no hizo nada. O eso parecía, porque luego lo resucito.
Lo más sorprendente del Señor es que vino para eso. Quiso mostrar su amor y su misericordia con la cruz. Así actuó su inteligencia.
Los hombres, tanto amor, no lo entienden. Por eso, a los primeros cristianos les costaría hablar de la crucifixión, sería como un tema tabú.
En parte se entiende. Es como si el padre de una amiga tuya hubiera muerto en la cárcel. Hablar de eso con ella sería de mal gusto: іQué pena lo de tu padre ¿verdad?!… Por cierto ¿cómo fue? ¿Por qué estaba en la cárcel? Sería como nombrar la soga en casa del ahorcado.
Pero la cruz es la manera que tiene Dios de salvarnos. Aunque parezca que no, el Señor sabe lo que hace. Tiene todo controlado.
Nuestro Señor hace que lo malo termine bien, porque él no pierde batallas.
Durante la Semana Santa de Málaga, estaba un grupo de gente joven esperando el paso del trono del Crucificado. Estaban pero de fiesta, riendo y hablando en alto. Una persona mayor les recriminó su actitud. Y uno del grupillo les contestó: es que nosotros ya sabemos como termina esta historia. Dios siempre triunfa.
NO DRAMATICEMOS
Con la cruz que tienes, Dios hace muchas cosas. Todo el mundo tienen una preocupación. Incluso las niñas pequeñas. El otro día vino una para pedir que rezara por su perro que tenía gripe.
Si lees cualquier vida de un santo, todos tuvieron cruz.
Dios parece que no hace nada y hace todo. Lo que pasa es que no interviene como el séptimo de caballería, machacando a los indios o queriendo hundir a sus enemigos.
Nuestro Señor no solo no los fulmina sino que intenta hacerse amigo de ellos. De hecho la mayoría de los que crucificaron al Señor se hicieron cristianos.
OS VAIS A ENTERAR
El día de Pentecostés se convirtieron 5.000. Allí estaban presentes muchos de los que crucificaron al Señor. Y san Pedro en el discurso que les dio, no les amenazó ni los condenó, en plan:
Vosotros, los que matasteis a Jesús de Nazaret, iréis al infierno y os quemareis por toda la eternidad. Habéis matado al mismo Dios, no tenéis perdón. Hoy es el día de la furia del Señor. Os vais a enterar de lo que vale un peine, no vais a dar pie con bola porque enviará sus ángeles y os machacarán ¡La que habéis liao!
No. Les dice claramente lo que hicieron mal, pero para provocar en ellos la conversión (Hch 2, 14 y ss).
MIS MEJORES ENEMIGOS
Los que ahora llamamos enemigos, los que persiguen a la iglesia, o las personas que nos hacen daño, son los que más bien nos hacen. Cuando nos ven sufrir, como el Señor, con serenidad, eso les hace buenos.
La Virgen Santísima sabía como iba a terminar esa historia, por eso nunca perdió la fe ni la esperanza.
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