El leproso (Mt 8, 1-4): Santa Pureza
Descripción del pasaje: ¿Te imaginas la vida de aquel hombre? Antes de enfermar, posiblemente tendría su trabajo, su familia, sus amigos... Pero un día le aparecen manchas en la piel. Intenta ocultarlas pero alguien le ve esas horribles manchas y lo denuncia a los sacerdotes.
Le expulsan de la sociedad y tiene que abandonar todo, para irse a vivir solo o con otros leprosos. Además es considerado “impuro” y no puede ni acercarse a rezar en el templo.
Un día, no se sabe cómo, oye hablar de Jesús, de sus palabras, de sus milagros, y se le enciente la esperanza: ¿tendría Jesús remedio para él?
Quizá los otros leprosos le intentarían disuadir. Y, por supuesto, los sanos no permitirían que se acercara a ellos y tratarían de alejarle, aunque fuera a pedradas.
Él vence todas las dificultades, hasta llegar a Jesús. Y le expone con sencillez y confianza su problema: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Consideraciones: Este hombre tiene una gran fe en Cristo: ¡ puede curarme! Tiene esperanza de ser oído por el Señor. Pide las cosas con sencillez. No se conforma con sus miserias, quiere quitárselas.
Dios permitió aquella enfermedad, que tantos sufrimientos causaría a aquel hombre, para, después, devolverle la salud del cuerpo y del alma.
El Señor tiene sus planes y quiere servirse de los sacerdotes para hacer llegar a cada uno de nosotros la realización de muchos milagros.
Dialogo: Señor, yo también tengo “lepra” en el alma: ¡Cúrame! ¿Qué he de hacer, Señor, para que me cures la “lepra”? Gracias, Señor, por mis miserias, porque así no he tenido más remedio que acudir a ti con total confianza. te pido, Jesús por mis amigos, para que le cures de su “lepra”.
Descripción del pasaje: ¿Te imaginas la vida de aquel hombre? Antes de enfermar, posiblemente tendría su trabajo, su familia, sus amigos... Pero un día le aparecen manchas en la piel. Intenta ocultarlas pero alguien le ve esas horribles manchas y lo denuncia a los sacerdotes.
Le expulsan de la sociedad y tiene que abandonar todo, para irse a vivir solo o con otros leprosos. Además es considerado “impuro” y no puede ni acercarse a rezar en el templo.
Un día, no se sabe cómo, oye hablar de Jesús, de sus palabras, de sus milagros, y se le enciente la esperanza: ¿tendría Jesús remedio para él?
Quizá los otros leprosos le intentarían disuadir. Y, por supuesto, los sanos no permitirían que se acercara a ellos y tratarían de alejarle, aunque fuera a pedradas.
Él vence todas las dificultades, hasta llegar a Jesús. Y le expone con sencillez y confianza su problema: Señor, si quieres, puedes limpiarme.
Consideraciones: Este hombre tiene una gran fe en Cristo: ¡ puede curarme! Tiene esperanza de ser oído por el Señor. Pide las cosas con sencillez. No se conforma con sus miserias, quiere quitárselas.
Dios permitió aquella enfermedad, que tantos sufrimientos causaría a aquel hombre, para, después, devolverle la salud del cuerpo y del alma.
El Señor tiene sus planes y quiere servirse de los sacerdotes para hacer llegar a cada uno de nosotros la realización de muchos milagros.
Dialogo: Señor, yo también tengo “lepra” en el alma: ¡Cúrame! ¿Qué he de hacer, Señor, para que me cures la “lepra”? Gracias, Señor, por mis miserias, porque así no he tenido más remedio que acudir a ti con total confianza. te pido, Jesús por mis amigos, para que le cures de su “lepra”.
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