La fiesta del arcángel san Rafael es la fiesta de la gente joven. Él fue quien acompañó a Tobías en aquel viaje lleno de peligros…
Por la misión que le encomendó Dios debió ser un ángel que aparecía fuerte, joven y lleno de vitalidad.
Siguiendo un poco con esta manera de expresarnos san Gabriel debía ser un poco más mayor, pues su misión no exigía tanto esfuerzo físico, pero sí mucha delicadeza: decirle a la Virgen que iba a ser Madre de Dios.
La labor que se hace en la Prelatura del Opus Dei con la gente joven se pone bajo la protección del Arcángel san Rafael.
Esta labor consiste en hacer lo mismo que él, acompañar a la gente joven en su camino hacia el cielo.
Cuenta la Sagrada Escritura que Tobías «…fue a buscar a alguien que le acompañara en su viaje».
El Arcángel fue con Tobías y le ayudó de mil modos: le hizo favores de todo tipo, incluso le salvó la vida en una ocasión.
Os voy a leer dos citas. Una que dice: «La juventud de hoy está corrompida hasta el corazón. Es mala, atea y perezosa. Jamás será la juventud que ha de ser».
Y la otra: «Los jóvenes son el futuro de la humanidad y la esperanza de las naciones».
Esta última es de Benedicto XVI en las jornadas de la juventud en Colonia.
Y la anterior es de una Inscripción babilónica del siglo XI a.c.
Ya se ve que en los siglos de cristianismo la opinión sobre la juventud ha cambiado mucho.
El Señor comparó una vez el Reino de Dios con la actitud de diez chicas jóvenes que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.
Cinco de ellas controlaban la situación. Las otras cinco tenían aceite pero no el suficiente, iban tirando más o menos.
Les entró a todas el sueño y se durmieron y se consumió el aceite que ardía.
Llegó el esposo, de repente, y todas se pusieron nerviosas a preparar sus lámparas.
Las cinco que no tenían aceite se quedaron desconcertadas. Las cinco inteligentes, en cambio, pudieron corresponder a la llamada del Señor.
Nuestro trabajo consiste en hacer que muchos jóvenes disfruten de las cosas de Dios.
Gracias a Dios la Iglesia se va extendiendo por nuevos países: Rusia, Letonia, India, y luego vendrán Vietnam, Rumanía, Corea… Hay muchos banquetes abiertos...
La Iglesia se va extendiendo porque el Esposo entra en las almas de las personas que le buscan.
En eso consiste justamente la labor del Arcángel, en hacer que la gente se llene de vida interior.
Conozco una persona que viaja todos los viernes a Málaga en coche, porque está haciendo un master.
Es un poco rollo tener que ir todos los viernes…, pero es que sino hace eso semanalmente el master no sirve, porque le faltaría continuidad.
No sería eficaz que se hablara con la gente cada veinte días, o que frecuentaran los sacramentos una o dos veces al mes.
Tendrían aceite desde luego, pero no el suficiente.
Donde se hace bien esta labor, allí hay fruto.
Nuestra labor es poner en práctica lo que nos pidió el Papa en Brasil:
«Sois jóvenes de la Iglesia, por eso yo os envío para la gran misión de evangelizar a los jóvenes y a las jóvenes que andan errantes por este mundo como ovejas sin pastor.
Sed los apóstoles de los jóvenes, invitadles a que vengan con vosotros…»
Se trata de guiarles, no de hacer número o que vengan muchas personas, eso es fácil hacerlo. Bastaría con montar una sala de baile o una escuela de peluquería…
No se trata de masa humana, sino de que cada una tenga aceite para dar a los demás.
San Josemaría, como tantos santos, dirigía a las almas a base de tiempo y regularidad.
Se reunía con un grupo de estudiantes donde podía, en los sitios más variados: en un hotel, o en un bar, o se daba un paseo por la ciudad.
Y de la consideración teórica pasaba a la práctica.
Les dirigía espiritualmente, les marcaba una dirección para que la siguieran. Hacia lo mimo que san Rafael con Tobías:
–Ahora vamos por aquí, hoy nos paramos y hacemos noche aquí, si te parece… y así hasta que Tobías acabó su viaje.
¿Y qué les decía san Josemaría a los que iban a hablar con él? ¿Qué les decía para que cambiasen su vida?
Lo primera sobre la frecuencia de sacramentos.
Llevar la gente a los sacramentos, el aceite es la gracia, cuanto más mejor, cuanto más aceite mejor responderán a la voluntad de Dios.
Por eso hay que llevar a la gente a Jesucristo, al sacerdote, porque una vez que tienen la gracia de Dios ya pueden poner el corazón en Él..
María es la Esposa de Dios y siempre está con el esposo, tiene aceite de sobra. Que Ella nos ayude a que las personas que participan en la labor de san Rafael tengan siempre aceite para cuando les llame el Señor, digan que sí.
Terminamos con una oración:
–Madre mía, que las necias sean prudentes, y las prudentes simpáticas.
Yago Martínez e Ignacio Fornés
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