Hoy en día es fácil llegar a cualquier sitio porque los coches los venden con el GPS incorporado.
Tú le dices la calle donde quieres ir y él solo te lleva, te va indicando todo el tiempo por donde ir: —Dentro de 200 metros tuerza a la derecha. Siga recto. Después de 50 metros, gire a la izquierda.
El otro día fui en coche con un amigo a Málaga. Pusimos la dirección calle Las Palmeras del Limonar y salimos.
Es una maravilla cómo te va llevando hasta que al cabo de la hora y media te dice: ha llegado a su destino. Ves en el gps y, efectivamente, pone Palmeras del Limonar número 12.
Mi amigo decía: –Ahí va, qué raro, pero si esto un local social y nosotros vamos a un chalet particular, esta no es la casa.
Entonces llamamos por teléfono a nuestro destino y preguntamos como ir.
Y efectivamente utilizando el gps nunca se equivoca uno, porque funciona por satélite.
El gps nos decía que estábamos en la calle Palmeras del Limonar, sin embargo en el letrero de la calle donde había llegado indicaba Palmeras.
Y esto fue porque el que hizo el mapa del gps se había confundido al meter la información: donde decía Palmeras del Limonar puso Palmeras y al contrario.
Por eso pudimos llegar a nuestro destino correcto poniendo la información al revés.
Dice el refrán que todos los caminos llegan a Roma y puede ser cierto, pero no todos los caminos llegan al cielo.
Para que nos conduzca al cielo, nuestro gps tiene que tener la información correcta que nos llega a través de Cristo.
Esto es lo que le dice San Pedro a los judíos, que tenían el mapa equivocado, confundieron «las profecías que se leen los sábados» (cfr. Hch. 13, 26-33).
Porque como le dijo Jesús a Tomás, Él era el camino (cfr. Jn 14, 1-6).
Este es la información que tenemos que incorporar a nuestras coordenadas.
Porque nosotros venimos de fábrica con el gps incorporado, que es la conciencia.
Lo increíble del GPS es que, aunque te equivoques, te vuelve a marcar otra ruta nueva para poder llegar. Es la voz de Dios.
Aunque cuenta también con el factor humano. Con muy buena voluntad podemos llegar a un sitio equivocado.
¿Por qué? ¿Dios no es la Verdad? ¿Se puede equivocar nuestra conciencia?
Pues, según la información que le metas. Por eso hay algunas personas buenas que no llegan al sitio que quieren, y encontrarse en la calle lo alto del guindo.
El Señor nos ha creado para llevarnos al cielo. Y como está empeñado en que lleguemos, hace todo lo posible por conducirnos hasta allí.
Somos sus hijos (cfr. Salmo de la Misa 2, 6), por eso tiene tanto interés.
Cuando nos salimos del camino, nuestro Padre Dios intenta reconducirnos una otra vez, aunque nos equivoquemos mil veces. Si los satélites del cielo nunca son problema, como me decía mi amigo.
Y, aunque el sitio donde tengas que ir esté muy lejos, incluso en otro país, se llega con facilidad.
A la vuelta de Málaga el dispositivo gps nos llevó por una calle tan estrecha que apenas cabía el coche.
Fuimos por allí y en poco tiempo llegamos al camino correcto, a la autovía.
Así hace Dios con nosotros. Nos reconduce y nos lleva también por sitios estrechos.
Ya se ve que la técnica tiene sus limitaciones, no así Dios que nos deja a su Madre para que el camino de la vida sea siempre seguro.
Por eso, le decimos ahora: Conservanos el camino seguro: g–p–s
Tú le dices la calle donde quieres ir y él solo te lleva, te va indicando todo el tiempo por donde ir: —Dentro de 200 metros tuerza a la derecha. Siga recto. Después de 50 metros, gire a la izquierda.
El otro día fui en coche con un amigo a Málaga. Pusimos la dirección calle Las Palmeras del Limonar y salimos.
Es una maravilla cómo te va llevando hasta que al cabo de la hora y media te dice: ha llegado a su destino. Ves en el gps y, efectivamente, pone Palmeras del Limonar número 12.
Mi amigo decía: –Ahí va, qué raro, pero si esto un local social y nosotros vamos a un chalet particular, esta no es la casa.
Entonces llamamos por teléfono a nuestro destino y preguntamos como ir.
Y efectivamente utilizando el gps nunca se equivoca uno, porque funciona por satélite.
El gps nos decía que estábamos en la calle Palmeras del Limonar, sin embargo en el letrero de la calle donde había llegado indicaba Palmeras.
Y esto fue porque el que hizo el mapa del gps se había confundido al meter la información: donde decía Palmeras del Limonar puso Palmeras y al contrario.
Por eso pudimos llegar a nuestro destino correcto poniendo la información al revés.
Dice el refrán que todos los caminos llegan a Roma y puede ser cierto, pero no todos los caminos llegan al cielo.
Para que nos conduzca al cielo, nuestro gps tiene que tener la información correcta que nos llega a través de Cristo.
Esto es lo que le dice San Pedro a los judíos, que tenían el mapa equivocado, confundieron «las profecías que se leen los sábados» (cfr. Hch. 13, 26-33).
Porque como le dijo Jesús a Tomás, Él era el camino (cfr. Jn 14, 1-6).
Este es la información que tenemos que incorporar a nuestras coordenadas.
Porque nosotros venimos de fábrica con el gps incorporado, que es la conciencia.
Lo increíble del GPS es que, aunque te equivoques, te vuelve a marcar otra ruta nueva para poder llegar. Es la voz de Dios.
Aunque cuenta también con el factor humano. Con muy buena voluntad podemos llegar a un sitio equivocado.
¿Por qué? ¿Dios no es la Verdad? ¿Se puede equivocar nuestra conciencia?
Pues, según la información que le metas. Por eso hay algunas personas buenas que no llegan al sitio que quieren, y encontrarse en la calle lo alto del guindo.
El Señor nos ha creado para llevarnos al cielo. Y como está empeñado en que lleguemos, hace todo lo posible por conducirnos hasta allí.
Somos sus hijos (cfr. Salmo de la Misa 2, 6), por eso tiene tanto interés.
Cuando nos salimos del camino, nuestro Padre Dios intenta reconducirnos una otra vez, aunque nos equivoquemos mil veces. Si los satélites del cielo nunca son problema, como me decía mi amigo.
Y, aunque el sitio donde tengas que ir esté muy lejos, incluso en otro país, se llega con facilidad.
A la vuelta de Málaga el dispositivo gps nos llevó por una calle tan estrecha que apenas cabía el coche.
Fuimos por allí y en poco tiempo llegamos al camino correcto, a la autovía.
Así hace Dios con nosotros. Nos reconduce y nos lleva también por sitios estrechos.
Ya se ve que la técnica tiene sus limitaciones, no así Dios que nos deja a su Madre para que el camino de la vida sea siempre seguro.
Por eso, le decimos ahora: Conservanos el camino seguro: g–p–s
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