Ver resumen.
Hay gente que dice: «Jesucristo sí, Iglesia no» Eso es lo mismo que decir que Jesucristo no es Dios.
Los que dicen esto piensan que pueden seguir a Jesucristo, pero que no tienen por qué seguir lo que dice la Iglesia.
Jesús nos dejó un grupo de personas. Y de ese grupo, eligió a unos que fueron con Él a todos partes. Eran los Apóstoles que formaron lo que luego se llamaría la Jerarquía de la Iglesia.
Los que dicen Jesucristo sí, Iglesia no, no ven a Jesús como Dios, porque Dios quiere hoy lo mismo que quiso hace veinte siglos: su Iglesia.
Los cristianos creemos que el Señor ha resucitado y que vive porque es Dios. En el Evangelio nos dice que es «el camino» (Misa de hoy: Jn 14,1-12).
Esto es así: «Jesucristo es el camino que nos conduce al cielo pasando por Roma».
Todos los caminos llegan a Roma, se suele decir. Cuando uno busca a Dios con buena fe, termina siempre en Roma. Si empieza a ir desde Benedicto XVI hacia atrás llega hasta San Pedro, el primer Papa.
En la basílica de San Pablo Extramuros están puestos en los muros del templo, por dentro, todos los Papas hasta San Pedro.
Roma es el Papa, Pedro. Sobre él, Jesús instituyó su Iglesia: Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia. La fidelidad a Cristo se resume en una sola palabra: Roma. Fidelidad al Papa.
–Señor, danos la gracia de ser muy fieles a lo que el Papa nos pida.
Que Jesús está en su Iglesia, es evidente. Nadie puede nada contra Ella, porque Dios vive en Iglesia y estará con Ella hasta el fin del mundo.
Mil veces han intentado hacerla desaparecer. Mil veces han intentado acabar con Ella. A Juan Pablo II le dispararon y estuvo a punto de morir.
Pues otras mil veces, la Iglesia ha resucitado. La han perseguido, han intentado aplastarla, pero siempre ha vuelto a resurgir, incluso con más fuerza.
Sucede como cuando hundes una pelota de plástico dentro del agua. En cuanto uno deja de hacer fuerza hacia abajo, la pelota sale del agua y con más fuerza.
Así ha resurgido la Iglesia después de las persecuciones y de los ataques.
Decir "Jesús sí, Iglesia no" es como decir "familia sí, padres no". Jesús es el origen de la Iglesia, lo mismo que los padres son el origen de la famila. Sin Jesús no hay Iglesia.
Es impensable que el Señor hubiera fundado una Iglesia y se le hubiera ido de las manos. La Iglesia de Jesucristo no ha cambiado, porque la sigue gobernando su cabeza, que es Cristo.
Y el romano pontífice es su representante. Por eso San Pedro, como primer Papa, escribe que Jesús es la «piedra angular» del edificio de la Iglesia (Segunda lectura de la Misa: 1P 2,4-9).
Cuando se construyen edificios con un determinado tipo de cemento, ocurre que pasado un tiempo -dicen que en torno a los cien años-, empieza a perder cohesión, hasta que acaba desmenuzándose.
Los edificios construídos con ese tipo de cemento tienen los días contados: comienzan a cuartearse, les salen grandes grietas y, el día menos pensado, se vienen abajo.
Pues la Iglesia lleva ya 2000 años, no se ha caído y nadie ha podido tumbarla. Está construida con un tipo de cemento inquebrantable, sólido.
Es el Templo del Espíritu Santo, que está compuesta por muchos tipos de «piedras vivas», que somos cada uno de nosotros.
Como en cualquier familia, también en la Iglesia de Jesucristo, desde el primer momento hubo distintas sensibilidades (Primera lectura: Hch 6, 17).
En las familias hay de todo. Pero por muy diferentes que sean, todos están unidos por los padres.
El Señor nos gobierna a todos a través de los pastores de la Iglesia.
Tiene unas columnas donde se apoya: los Apóstoles, los primeros obispos.
Por eso los que creemos decimos: «Jesucristo sí, obispos también».
Terminamos nuestra oración repitiendo una jaculatoria que le gustaba muzho a san Josemaría: Todos con Pedro, a Jesús por María.
Que todos, bien unidos al Papa y a los obispos, vayamos a Jesús, por María, Madre de la Iglesia.
Antonio Balsera & Ignacio Fornés
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