Los Magos
La estrella
Adoraron a Jesús
LOS MAGOS
En la actualidad nos encontramos
con personas que tienen fe floja, que estando bautizados dudan de que el
cristianismo sea la verdadera religión.
¿Por qué no van a tener razón los
que tienen otras creencias? Si nosotros hubiéramos nacido en Marruecos seriamos
musulmanes; y si tuviéramos a padres hebreos practicantes ahora todavía esperaríamos
al Mesías.
Y podríamos seguir: si fuéramos
chinos seguramente seguiríamos a Buda; y si hubiéramos nacido en la India podríamos
ser hinduistas. Así que hay muchos caminos para llegar a Dios, y depende de la
familia en dónde te hayas educado o el país
donde hayas nacido.
Eso piensan, y lo dicen en una
conversación con amigos... y se quedan tranquilos. Pero no están dispuestos a
estudiar, a profundizar en su fe, se comportan de forma superficial: practican
las creencias de sus padres por costumbre, por inercia...
Y quizá tengan razón si hubieran
nacido en otro país seguramente tendrían otra religión, que vivirían de igual
manera, de forma tibia.
Por eso un profesor decía a
algunos de estos, que son cristianos lo mismo que pudieran ser de otra
creencia. Medio en broma, medio en serio les interpelaba: –Hazte budista y
hunde al budismo.
Quería decir con esto, que las
personas tibias hacen un flaco favor allí donde van... Y que egoístamente sería
preferible tenerlos lejos, porque son unos perezosos que no quieren «complicarse»
la vida.
Lo que está claro es que
necesitamos buscar a Dios con la
inteligencia, pensando. Hay que buscar al Señor a través de las cosas que suceden en nuestra vida. Dios nos envía señales
mientras estudiamos, nos envía mensajes con las cosas que nos pasan.
Por eso, hablamos con Dios,
nuestro amigo, unos minutos, así nos ponemos en disposición de escuchar todo lo
que Él tenga que decirnos.
Aunque no somos los primeros que
buscamos a Jesús. Otras personas lo han hecho antes.
El Evangelio no cuenta la
historia de unos científicos, que como eran personas religiosas el Señor los
llamó.
El Evangelio de san Mateo nos
dice: Jesús nació en Belén de Judá en tiempos del rey Herodes. Entonces,
unos Magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el
Rey de los Judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos
a adorarlo” (2,1s).
Los Magos, citados en el
Evangelio (Mt 2), seguramente tendrían un conocimiento religioso
y científico, que se había desarrollado en lugares próximos a Babilonia.
Se piensa además que pudieran ser
astrónomos. Pero no a todos los que hicieron los cálculos de la conjunción de
los planetas les vino la idea de que había nacido un rey en Judá, que tenía
mucha importancia para ellos.
Efectivamente había señales
externas para pensar que la estrella les estaba enviando un mensaje.
Pero esas señales solo serían
capaces de poner en camino a los que tuviesen también una cierta inquietud
interior.
Solo se pondrían en camino unos hombres que esperasen que
mediante la estrella les llegaría la salvación.
Esto ocurre también en nuestra
vida. Mucha gente puede haber tratado al chico de su vida, pero a la que
verdaderamente impacta es a la señalada. Igual pasa en la vida espiritual.
Externamente todo el mundo oye lo
mismo cuando escucha el Evangelio, pero hay palabras que parece que están
dichas para nosotros. Por eso nos impactan.
Estos sabios de Oriente
representan a cada uno de nosotros, cuando comenzamos a seguir a Jesús.
Significan la inquietud que
sentimos cuando buscamos al Señor.
Cuando a ti te pase, piensa que hubo
personas que también dormían mal por las noches intentando encontrar a Dios.
Me imagino a los Magos despidiéndose
de sus familias estarían, que estaría desconcertadas. Pero ellos tenían la
seguridad de que una Persona iba a cambiarles su vida.
LA ESTRELLA
La astronomía calculó con Kepler
que, en torno al año del nacimiento de Jesús, surgió una supernova. Una
estrella en la que se produce una enorme explosión, de forma que da una intensa
luminosidad durante semanas y meses.
Y puede verse donde antes no se
había detectado, y de ese modo daría la impresión que ha nacido una nueva
estrella.
Además por aquel tiempo se dio
una conjunción de astros. La cosa se puede resumir así: «Júpiter –la
estrella de la más alta divinidad de Babilonia– aparecía visible en su momento
de apogeo junto a Saturno, el
representante estelar del pueblo de los judíos».
De ahí los astrónomos de
Babilonia podían deducir que un evento de importancia se daría en el país de
Judá. Y podrían interpretar como que había
nacido la estrella de un Rey de los judíos que a ellos les traería la
salvación.
Esa posible explosión cósmica
podría haber sido una primera señal para la partida. Pero la estrella no habría
podido hablar a estos hombres si ellos no hubieran sido removidos también
interiormente.
En la oración el Señor nos agita.
Nos envía destellos, poco a poco parece que va tomando forma nuestra estrella
personal.
El camino que hicieron los magos
hacia Jesús es el camino que hacemos muchos. Y que ellos fueran guiados por
una estrella parece significar que también las cosas externas nos habla de
Cristo.
Aunque el hombre no entienda
totalmente lenguaje de la naturaleza, sin embargo el idioma de la creación
ofrece algunas pistas, y conduce al hombre el conocimiento del Creador.
Indudablemente una puesta de sol
nos habla de Dios. La belleza de un paisaje. La conversación con una persona.
Pero estas cosas no nos afectarían tanto si por dentro nosotros no tuviéramos
una inquietud.
Si me preguntáis: –¿Usted, por
qué siguió al Señor?
–Fue un conjunto de
circunstancias: como si se tratase la conjunción de unos astros. Por mi
hermano, por un amigo, por el instituto. Y sobre todo porque notaba una
inquietud interior. Como si alguien me dijera: Sígueme.
Parece como si en la vida de cada
uno de nosotros se hubiera dado una explosión: es como el enamoramiento. No es
que hubiera nacido una estrella, la estrella siempre había estado allí pero al
darse la explosión la gente empezó a decir que algo nos estaba pasando.
La primera persona que lo notó,
la más observadora, fue nuestra madre.
Eramos el mismo, pero no éramos
el mismo. Algo estaba cambiando y se notaba. Y es que estábamos siguiendo a una
persona.
En el caso de los Mago era
razonable que se dirigiesen a Jerusalén en búsqueda del recién nacido, porque
era de suponer que el futuro rey hubiera nacido en el palacio de esa ciudad.
Por eso fueron allí. Aquellos hombres tenían sentido común, sensatez, virtud
humana. Y allí en Jerusalén es donde la palabra de Dios les enseña el camino
que han de tomar para encontrar a Jesús.
Nosotros también tendremos que
dirigimos a personas que nos podían orientar. Aunque puede ser que si nos
equivocábamos, puedan sobresaltarse como ocurrió con los habitantes de Jerusalén.
Los Magos llegan al palacio real
de Jerusalén, y preguntan por el rey recién nacido: El rey Herodes se
sobresaltó y todo Jerusalén con él (Mt 2,3).
La verdad que es muy comprensible
el sobresalto de Herodes ante la noticia del nacimiento de un misterioso
pretendiente al trono. Así que con el fin de aclarar la cuestión extremadamente
peligrosa para él, convocó a los sumos pontífices y a los letrados del país
(Mt 2,4).
Lo que tendría que haber sido una
buena noticia, el descubrimiento de Jesús. Para algunas personases un motivo de
agitación. Parece como si Dios fuese una persona incomoda para algunos. Porque
efectivamente, Dios estorba a nuestra vida rutinaria.
La respuesta de los jefes de los
sacerdotes y de los escribas fue (Mt 2,6): Y tú, Belén, tierra
de Judá, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judá; pues de ti
saldrá un jefe [cfr. Mi 5,1] que será el pastor de mi
pueblo Israel [cfr. 2 S 5,2].
Entonces Herodes saca sus
conclusiones. Lo que sorprende es que las personas que dicen eso, luego no
hacen nada por ir a encontrarse con Jesús. Hay gente que sabe mucho y hace
poco.
ADORARON A JESÚS
Después de que los Magos escuchan la
palabra de Dios, que les llega por los sacerdotes, entonces la estrella les vuelve a brillar.
San Mateo utiliza superlativos para
describir la reacción de los Magos: Al ver la estrella, se llenaron de
inmensa alegría (2,10).
Es la alegría de quien ha encontrado a Dios y ha sido
encontrado por Él.
Entraron en la casa, vieron al niño
con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron (Mt 2,11).
Durante la adoración a Jesús encontramos
sólo a María, su madre.
Probablemente san Mateo al no citar a
san José quiere recordar que el nacimiento de Jesús se hizo sin intervención de
varón, y describir a Jesús solo como Hijo de Dios Padre (cfr. Joseph Ratzinger,
ob. cit. p. 40).
Ante el rey Niño, los Magos (adoptan
la proskýnesis) se postran ante él. Éste es el homenaje que se rinde a
un Dios-Rey.
De aquí se explica que los regalos
ofrecidos por los los Magos no fuesen del todo prácticos. Quizá otras cosas
hubieran sido más útiles para la Sagrada Familia.
La tradición de la Iglesia ha visto
representados, en esos tres dones que los Magos entregan, tres aspectos del
misterio de nuestro Señor: el oro haría referencia a la realeza de Jesús,
el incienso al ser Hijo de Dios y la mirra al misterio de su Pasión
(cfr. Jn 19,39).
Muchos vieron en Jesús a un niño
semejante a los demás. Los Magos, en cambio supieron ver en él al Salvador.
Al reconocerle le presentaron los
dones más preciosos del Oriente. También nosotros podemos entregarle los dones mejores que puede
ofrecer un hombre: la fe, la esperanza y el amor.
Estos son los regalos que más le
gustan, pues Él, aun siendo el Señor, no los posee.
Jesús, tiene necesidad de nuestra
fe, que hace posible la oración. Y es el incienso humeante que une
la tierra con el cielo, y que nosotros aportamos para completar su acción de
Sumo Sacerdote.
La mirra de nuestra
esperanza, nos hace ver que las penalidades de esta vida sirven completan
lo que falta a la pasión del Señor.
Pero lo más precioso es el oro de
nuestro amor. Con él, Jesús extiende
su reino espiritual. Lo comenzó con su sacrificio en la cruz, como indicaba la
inscripción, y lo renueva cada vez que se celebra un Misa, ofrecida por
nosotros y por muchos.
Como siempre, Herodes, «quien–no–debe–ser–nombrado»,
intentó engañar a los Magos, pero ellos
se escabulleron por arte de magia.
Buen ejemplo para nosotros que debemos
utilizar los dones de Dios –fe, esperanza y caridad– para vencer al Maligno.
Junto a nosotros está la Virgen para
recoger el oro, el incienso y la mirra que ofreceremos, y ponerlo todo cerca del Niño para que lo
vea. Por eso le decimos hoy:
–Tú eres la Estrella de Oriente,
que surges cuando te necesitamos.