Jesús emplea una parábola para hacer ver lo absurdo y contradictorio de la conducta de sus contemporáneos (cf. Mt 11, 16-19).
¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”» (11, 16-17).
Aquellos hombres desacreditan a los enviados de Dios para no tener que hacerles caso.
El colmo es que a uno no lo creen porque lo consideran una persona excéntrica, y a otro porque actúa con normalidad. Conviene que meditemos esta parábola porque, de alguna manera, nos concierne a todos.
ESTA GENERACIÓN
Somos hijos de nuestro tiempo, respiramos un mismo ambiente y no podemos vivir de espalda a él. Es muy humano adaptarse a las opiniones generalizadas del entorno en el que vivimos.
Lo queramos o no estamos influenciados por lo que oímos y experimentamos. Nuestra persona se compone indudablemente de nuestro yo, pero también de las relaciones que tenemos con los otros y con el medio en el que vivimos. Somos hijos de nuestros padres y también de nuestro tiempo, de nuestro país, de la cultura occidental u oriental.
No es lo mismo haber nacido en el siglo I que en el XXI, porque estamos condicionados por la técnica, por los descubrimientos de la tecnología. O haber nacido de unos padres cultos o superficiales.
Todo nos influye. Y lo que parece bueno puede facilitar nuestra flojera o lo malo espolear nuestras buenas cualidades. Aunque quisiéramos no podemos aislarnos de las circunstancias en las que desarrollamos nuestro yo. Pues aunque huyéramos del ambiente estaríamos posicionándonos a favor o en contra de él: siempre lo tendríamos que tener en cuenta.
NUESTRO CONTEMPORÁNEO
Cada generación posee una forma peculiar de actuación, aunque todas las épocas tendrán aspectos comunes: la mentira siempre estará mal vista; una persona egoísta acabará sola con el paso del tiempo; los bienes ajenos siempre serán codiciados.
La superficialidad llevará a alabar a los triunfadores y abandonar a los que hayan tenido un revés de fortuna. Se buscará ser actual, estar al día, aunque el hombre será siempre moderno. Podrán mejorar aspectos de la calidad de vida, quizá otros empeorarán.
El ser humano podrá vivir más años, pero nunca tendrá una vida perdurable en esta tierra. Y en lo esencial no ha cambiado ni cambiará.
La doctrina de Jesús y su Persona son de ayer, de hoy y de siempre, tienen validez para todo tiempo. Se podría decir que, en cierto sentido, todos somos sus contemporáneos. Y al hablar de «esta generación», no solo se refiere a la suya propia.
En lo básico seguimos con los mismos problemas: egoísmo, superficialidad... Y al vivir en sociedad también huimos de ser considerados excéntricos o raros, pues tenemos miedo a ser excluidos.
La contrapartida es que también tenemos las mismas soluciones: generosidad, capacidad de escucha…
Jesús dice: «¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo: “Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”» (Mt 11, 16-17).
No es solo que no hagan caso, sino que le echan la culpa al mensajero. De Juan el Bautista dicen que «tiene un demonio», debido a lo que consideran excentricidades. Y del mismo Jesús dicen que es un comilón y bebedor, porque actúa con normalidad (cf. Ibid., 11, 18) .
Ya se ve que no debemos preocuparnos excesivamente de lo que piensen los demás. Pues hagamos lo que hagamos seremos criticados. Ni el mismo Dios ha sido capaz de contentar a todo el mundo.
Es difícil conocer a una persona y también que nos conozcan a nosotros. Nos engañamos fácilmente, por eso no debemos juzgar con ligereza a nadie, porque estamos lejos de conocer el porqué de su actuación. Dice Jesús: «la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
ACTUAR CON SABIDURÍA
Lo que hace que conozcamos a las personas son sus hechos. Jesús enseña con su palabra, pero no es solo un maestro que habla con sabiduría, sino que él es la misma Sabiduría que actúa.
La falta de sentido común de sus contemporáneos no solo les llevó a contradecirse en los argumentos que empleaban, para justificar su mala conducta. Sino que condenan por blasfemo al mismo Hijo de Dios.
También hoy muchos de nuestros contemporáneos están convencidos de que Jesús es un Maestro admirable por su sabiduría y bondad.
Y sin embargo caen en la contradicción de pensar que es tan solo un hombre. Pues es absurdo pensar haya una persona santa y sabia –como ha habido pocas en la historia– que esté convencida de ser Dios y muera por ese motivo, y que en realidad se engañe. Por eso no cabe otra disyuntiva: o se trata de un loco o verdaderamente es Dios.
Se podría parafrasear el capítulo 11 de san Mateo, diciendo: «Jesús, fue un hombre integró y sabio. Al que crucificaron porque, no estando loco, afirmaba ser Dios. Hoy en día, sabemos que nadie puede decir esto, si ser un narcisista megalómano. Sin embargo en nuestro tiempo no se le hubiera condenado a muerte. Por el contrario, su doctrina sirve de inspiración a millones de personas, aunque no se declaren seguidores suyos».
————————————————
MATEO 11
16¿A quién compararé esta generación? Se asemeja a unos niños sentados en la plaza, que gritan diciendo:
17“Hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado”.
18Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Tiene un demonio”.
19Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría se ha acreditado por sus obras».
No hay comentarios:
Publicar un comentario