viernes, 1 de octubre de 2021
LA POLIGAMIA
jueves, 23 de septiembre de 2021
HARAMBE
EL CIELO EN LA TIERRA
jueves, 16 de septiembre de 2021
ACONCAGUA
DE ALTO RIESGO
sábado, 10 de julio de 2021
PESCADORES
Dios nos ha elegido antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos (cfr Efesios1, 3-10: segunda lectura).
Esto significa que también hemos recibido la misión de ser apóstoles. Igual que los antiguos profetas (cfr. primera lectura: Amós, 7, 12-15)
Los cristianos, lo mismo que los apóstoles hemos recibido una Llamada universal al apostado (cfr. Marcos 6, 7-13).
Jesús durante tres años fue formando a aquellos Doce, que a la vez eran amigos suyos, aunque no todos perseveraron.
El Señor no abandonó a ninguno, y siempre trató a sus Apóstoles con confianza, aún sabiendo que, en concreto uno le estaba traicionando.
Es cierto que la mayoría no fueron fieles en el momento duro de la Cruz. Porque todavía no estaban preparados. Incluso Simón, el que iba a gobernar la Iglesia. Pero pasado el tiempo estos amigos de Jesús dieron la vida por Él.
El Señor quiere que nosotros también demos la vida por los demás con nuestro ejemplo y nuestra palabra.
Santa Teresa, con mucha simpatía dice que, le daba más devoción, y ternura, los que convirtieron almas más que los martirios: Pareciéndome que precia [Dios] más un alma que por nuestro ingenio y oración le ganásemos…, que todos los servicios que le podemos hacer.
jueves, 1 de julio de 2021
PROFETA EN SU PUEBLO
viernes, 25 de junio de 2021
PERDER PARA GANAR
Hay quienes le achacan a Dios todo el mal que sucede, como si el Señor fuera el causante.
viernes, 18 de junio de 2021
SENTIDO DEL SACRIFICIO
Si te paras a pensarlo un poco. ¿Qué sentido tiene el tatuaje, perder kilos o echar horas a quemarse bajo el sol? Ninguno. Pero como dice un refrán: para presumir hay que sufrir.
Ir de compras y comprar barato debe ser una cosa muy costosa.
Hay personas que se sacrifican por vanidad:
-Me han mirado.
-¿Y qué? No se van a casar todos contigo, ni te van a echar monedas.
En esta vida todos se sacrifican. Pues, vamos a hacerlo por cosas que merecen la pena. Vamos a sacrificarnos por amor a Dios y por amor a los demás.
En la vida de nuestro Señor no faltaron las dificultades. El Evangelio de hoy nos cuenta que mientras cruzaba con sus discípulos a la otra orilla del lago, “se levantó un huracán, y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua” (Mc 4, 35-40: Evangelio de la Misa).
Así fue la vida de nuestro Señor: en algunos momentos parecía que todo se hundía.
Esto me traía a la memoria lo que me contó un marino amigo. En una de las veces que dio la vuelta al mundo en el Juan Sebastián El Cano:
-Las olas, decía, eran de 14 metros. Fue la vez que peor lo he pasado y que más he rezado. Nadie podía dormir ni comer. Caminábamos por las paredes del barco. Ha sido la peor pesadilla de mi vida. Pero, gracias a Dios, después de dos días que parecían que no terminarían nunca, vimos la luz del sol.
Así fue la vida de nuestro Señor, aunque más que una tempestad en el mar fue que el Señor murió en la Cruz, pero resucitó (cfr. Segunda Lectura de la Misa: 2 Cor 5, 14-17).
Lo mismo le pasó a Job, que es figura de Cristo. Le pasó de todo. No sólo perdió a sus 7 hijos y a sus 3 hijas. También se quedó sin los 500 bueyes, las 7000 ovejas y los 3000 camellos que tenía. Se quedó sin nada.
Y cuando creyó que ya no podía sufrir más, vio con dolor que sus amigos le echaban en cara que no era una buena persona:
-si te pasa esto, le dicen, es porque Dios no está contigo.
Debemos prepararnos y construir nuestra casa sobre roca, sobre Cristo. Así, los sentimientos no son los que arrastran. Es la voluntad, la decisión, la que debe mantenerse firme y tirar de los sentimientos.
Pero no se trata de crecer en capacidad de sufrimiento, sino de crecer en capacidad de Amor. La persona que está enamorada de Cristo no tiene miedo al sufrimiento. A las madres no les importa soportar todo tipo de dificultades por amor a sus hijos.
El Señor es siempre la solución de nuestra vida. Así lo asegura el salmo: “gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación. Apaciguó la tormenta en suave brisa, y enmudecieron las olas del mar.” (Sal 106, responsorial).
Una persona piadosa sale de todo, aunque sea poco fuerte, aunque se vea muy débil. Si es piadosa sale siempre adelante. Los que no se rompen es porque su amor a Dios es mayor que lo que tenían que padecer.
viernes, 4 de junio de 2021
EL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO
La fiesta del Corpus Christi la quiso Dios directamente para hacernos valorar la Eucaristía.
viernes, 28 de mayo de 2021
SANTÍSIMA TRINIDAD
viernes, 21 de mayo de 2021
PENTECOSTÉS
Casi todos los años se reúnen, en distintas ciudades, miles de personas para celebrar la llegada de la primavera haciendo un macrobotellón.
BORRACHERA SIN ALCOHOL
El día de Pentecostés también se reunieron miles de personas en Jerusalén para celebrar la Fiesta de la cosecha, que se tenía cincuenta días después de la Pascua.
En griego, la fiesta de la cosecha se traduce con la palabra Pentecostés, porque se celebraba 50 días después de la Pascua. Venían de Libia, Cirene, de la actual Irak. Casi todos eran judíos nacidos y educados en países extranjeros; por eso hablaban lenguas distintas. Aquello no dejaba de ser un espectáculo curioso.
En ese día los discípulos del Señor estaban reunidos en un mismo lugar, unidos por el miedo, que es lo más penoso que puede unir. Y, de repente, llegó el Amor de Dios (cfr. Hch 2, 1-11: Primera lectura de la Misa).
«Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar» (Hch 2,4). Se llenaron del Espíritu Santo,vque produce en el alma los efectos del vino y empezaron a hablar.
DESINHIBIDOS
De esta manera pasaron aquellos primeros cristianos del miedo y de la tristeza a la ilusión, a la ilusión de la juventud, y así nació la Iglesia (cfr. Prefacio de la Misa de Pentecostés). En cambio, en el botellón de Granada algunos pasaron del punto al coma, del puntillo al coma etílico.
Hay un filósofo español que ha escrito un libro que se titula: «Breve tratado sobre la ilusión». En castellano la palabra «ilusión» tiene varios significados.
Se habla de un «iluso» cuando una persona tiene ideas que no están fundadas en la realidad. Pero también el término «ilusión» tiene una carga positiva: por eso hay cosas que llamamos ilusionantes Es la ilusión tan propia de los niños, los locos y los borrachos.
LOCUACES
Precisamente uno de los efectos del alcohol es transformar la realidad y hacerte más expansivo.
Me contaron que algunos locutores de radio, antes de salir en antena, se toman un copazo, para tener así más facilidad de palabra. ¡Cómo cambia la cosa cuando se tiene el cuerpo entonado!
Pues el Amor de Dios, el Espíritu Santo, es como el vino que enardece, ilusiona y nos hace hablar con el lenguaje que la gente entiende, el lenguaje del corazón.
Por eso le decimos con la Iglesia: –Ven Espíritu divino (…) riega la tierra en sequía. –Entra en el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. –Infunde calor de vida en el hielo (Secuencia de la Misa de Pentecostés).
Los Apóstoles «se llenaron del Espíritu Santo y hablaron de las maravillas de Dios», nos dice el Libro de los Hechos. Aquel día, los Apóstoles no se cortaron un pelo. De hecho, la gente que les escuchó estaba asombrada y perpleja. Tanto que se decían unos a otros: –«¿Qué puede ser esto?». Y otros se burlaban diciendo:–«Están bebidos» (cfr. Hch 2, 12–13).
Dicen, y es muy probable, que la cerveza la inventaron los monjes. Por algo sería...
ENAMORADOS
Los Apóstoles estaban llenos del Espíritu Santo y, por eso, no les paró nadie. San Pedro gritaría las maravillas de Dios en el idioma de la Capadocia. También Santo Tomás se pondría a hablar con fluidez la lengua de los medos, y San Mateo anunciaría el Evangelio como los bereberes del norte de África. Unieron a todos los que estaban allí hablando del Amor de Dios en distintos idiomas.
UNA LENGUA ÚNICA
Todos recordamos cómo la civilización antigua levantó una torre que acabó separando a los hombres de Dios, y a los hombres entre sí, porque no hablaban el mismo lenguaje.
Eso fue Babel, el orgullo que condujo a la separación. Es lo contrario de Pentecostés. Porque el Amor de Dios no tiene barreras. Nos lleva a hablar en el lenguaje que todo el mundo entiende: el lenguaje del afecto, del amor.
Pero el lenguaje es un vehículo; lo importante es el contenido. El mensaje que nosotros tenemos que transmitir es que tanto amó Dios al mundo que nos entregó a su Hijo. Ésta es la maravilla de Dios (cfr. Hch 2, 11).
VERGÜENZA CORNUDA
El diablo no quiere que la gente sepa esto. Nos tienta para que no hablemos de Dios. Nos mete la idea de que si hablamos, entonces los demás nos mirarán como si fuéramos personas raras.
Nos mete miedo y vergüenza: ¿qué van a decir si invito a este amigo para que vaya a Misa conmigo? o ¿qué pensará si le digo que haga un rato de oración o que se confiese...?
El tentador nos quiere convencer de que si hacemos apostolado vamos a perder puntos delante de los demás. Pues quédate sin puntos, como le sucede a los que conducen borrachos. Quédate sin puntos, pero tú conduce a la gente al Cielo.
–Ven, Espíritu Santo llena los corazones de tus fieles (Aleluya de la Misa).
María es su Esposa. Está llena del Espíritu Santo. Ella nos lleva al Señor casi sin darnos cuenta. Con Ella el amor a Dios entra solo, como el buen vino, y va directo al corazón.
viernes, 14 de mayo de 2021
EL OSCAR
EL SEÑOR se encarnó para poder sufrir por nosotros. Porque Dios no podía sufrir, a menos que se hiciese hombre.
Por nuestro amor sufrió esas tremendas heridas, y muchas humillaciones.
El día de la Ascensión (cfr. Hch 1, 1-11: Primera Lectura de la Misa) llegó Jesús a la Gloria y recibió todo el agradecimiento desbordante, que hasta entonces había estado conteniendo el Cielo.
APLAUSOS
El día que Jesús entró en el Cielo fue como una explosión de alegría. Me acordaba de las Jornadas Mundiales de la Juventud con Juan Pablo II: Santiago de Compostela, Denver, París, Roma, o la última que hubo con Benedicto XVI en Colonia, en la que a lo mejor estuviste.
Impresionaba ver miles y miles de jóvenes, y no tan jóvenes, aclamando al Papa cuando pasaba con el papamóvil entre la multitud: gritos de ¡Viva el Papa!, banderas al viento, gente corriendo intentando seguir el coche blanco…
Podemos imaginarnos así la entrada de Jesús en el Cielo. Tuvo que ser como una explosión de júbilo. Como cuando llega la primavera, que parece que la naturaleza, de repente, despierta de golpe. Se abren las flores y se llena el ambiente de aromas. Incluso la gente parece que tiene una alegría que no puede contener y hablan más. Están contentos casi sin esfuerzo.
Es lo que le pasa a la gente que está a la salida de la Catedral de Granada el día del Corpus cuando ven aparecer la custodia: que rompen a aplaudir con fuerza. Así sería el recibimiento en el Cielo el día de la Ascensión.
Dice la Escritura que ese día los Apóstoles se volvieron llenos de alegría.
EL PREMIO
La gran alegría de que Jesús volviera al Padre pudo más que la tristeza de no volver a oírle y verle como antes en la tierra. Es un día de fiesta, no de ayuno y luto.
La primera Navidad fue un día bonito para los hombres, pero Jesús tuvo que pasar frío. Hoy el Señor también disfruta del momento. Es su día. El día de su Gloria. Dios Padre, que se deshace en cariño y ternura, por la obediencia y la humildad de su Hijo hecho hombre.
Y los Ángeles, que se maravillan, por servir a un Dios tan bueno. Y los Santos que estaban allí con una emoción impresionante: sobrecogidos por un Amor tan fuerte.
EL MEJOR TRABAJO
Un Amor más grande que el dolor y la muerte. El Señor ha transformado esos dos productos del infierno.
Dios, como hace siempre, del mal saca bien, y de un río de maldad saca un océano de cariño. ¡Qué alegría más grande tener un Dios tan bueno!
Dice el salmo que el Señor «asciende entre aclamaciones». Dan ganas de estar allí para aplaudir con fuerza (cfr. Sal 46, 2), en agradecimiento por todo lo que ha hecho Jesús por cada uno.
–Nos alegramos por Ti, Señor, porque has dejado este mundo en el que tanto padeciste, para gozar de la eternidad;
–nos alegramos por nosotros, porque la humanidad ha tomado por asalto la ciudad del Cielo;
–porque Tú, Señor, que en ocasiones nos llamas a compartir tus sufrimiento, nos llamarás a compartir tu Gloria.
A LA ESPERA DE NUESTRO AÑO
Nosotros también somos hombres. Dentro de unos años llegará el momento de recibir el resultado del jurado por nuestra actuación en este escenario de la tierra.
Lo que más se valorará entonces será el cariño con que hayamos interpretado todo, y si hemos sido capaces de trasformar el mal en bien. Esta es la verdadera ciencia del artista.
El Señor recibió el día de la Ascensión el Óscar al mejor hombre que ha existido. Allí está desde entonces a la derecha de Dios Padre (cfr. Ef 1, 17-23: Segunda Lectura de la Misa).
Y nos ha dejado aquí para continuar con su misión (cfr. Mc 16, 15-20: Evangelio de la Misa), que consiste en llevar el secreto de la felicidad a todas las gentes del mundo.
NUESTRA PELÍCULA
Nuestra misión es que mucha gente gane su «estatuilla». Éste será nuestro mejor premio: el que ganen los demás. Cuando entremos en el Cielo –que es Hollywood– mucha gente elegante nos aplaudirá a rabiar, trofeo en mano. Pues nosotros les ayudamos a ellos a ganarlo.
Estaremos igual que los que suben a recoger el Óscar, como en una nube, flotando, pero no durante unos días, sino por toda la eternidad.
La que más se alegró de la Ascensión fue María. Por fin Jesús gozaba de toda su Gloria. Ella disfrutaría de un recibimiento parecido el día que subió al Cielo. Es la mejor entre todas las mujeres. Supo cumplir su misión. No era para menos, «la Astilla proviene de tal Palo».