Dichosos los afligidos porque ellos serán consolados.
Es un poco desconcertante decir que se puede ser feliz por el hecho de estar afligido, triste.
Es preferible no agobiarse por nada, no tener que llorar. Es preferible que nadie te tenga que consolar.
HAY DOS TIPOS DE AGOBIO
Hay dos tipos de aflicción, de tristeza.
Una, la de Judas. Judas en algún momento de su vida tuvo fe, y se agobió después de traicionar al Señor, al darse cuenta de lo que había hecho. Se agobió después.
Pero, como era un egoísta y no creía en el amor, la salida fue el suicidio, y se ahorcó.
La tristeza de Judas es la de la persona que descubre la verdad pero que no es generosa.
Eso lleva a agobiarse.
Por eso motivo, hay algunas personas que dejan de hacer la oración. Porque si la hacen, descubren lo que tienen que hacer.
A esta tristeza, fruto de la desesperanza, del egoísmo, y que no tiene consuelo, no se refiere el Señor cuando dice: Dichosos los que están tristes porque ellos serán consolados.
LA TRISTEZA DE PEDRO
San Pedro, después de traicionar al Señor, se encontró con la verdad y también se agobió.
Pero como no era un egoísta y tenía un gran corazón, por eso lloró. No por rabia, sino por amor.
La tristeza de Pedro es la que puede llevar a la conversión, a cambiar la vida.
Es una tristeza que anima, no es desesperanzada como la de Judas.
PEDRO TAMBIÉN SE AGOBIÓ
Pedro, conmovido ante la mirada del Señor, se echó a llorar porque quería al Maestro.
Y luego, fue consolado. Porque, Pedro, fue el primero de los Apóstoles en entrar en el sepulcro y experimentar la resurrección del Señor.
Ante lo que nos pide Dios, cuando en la oración nos enfrentamos con su mirada, nos puede venir la tristeza por tener que cambiar, por tener que dejar cosas.
EL MIEDO ES HUMANO
Hay una novela de la Segunda Guerra Mundial, donde describe el heroísmo de unos soldados polacos.
En el regimiento tenían como lema: Los que se dejan llevar por el miedo no saben querer.
No dicen los que tienen miedo, sino los que se dejan llevar por el miedo.
Los miedicas no saben querer, porque no tienen el amor suficiente como para vencerlo.
Esto ocurría en Polonia, y en el siglo pasado. Por defender a su patria se jugaron la vida.
Hoy en día, en occidente, por desgracia, poca gente da la vida por alguien, como han hecho los santos.
Por eso, ante una sociedad tan egoísta, Dios necesita más de nosotros, aunque hacer su voluntad al principio pueda costar o te dé un poco de miedo.
LE SUCEDIÓ A JESÚS
Jesús ante la cruz le entró miedo. También en el huerto se agobió, le vino la tentación de dejarse llevar miedo, pero lo venció con oración.
Se agobió y lloró, porque le costaba cumplir la voluntad de su Padre.
Jesús, está desvelando su vida interior cuando nos dice: Dichosos los afligidos porque ellos serán consolados.
Como diciéndose a sí mismo para animarse: después de la cruz, vendrá la resurrección.
Y esto es lo que también nos dice a nosotros, que somos sus discípulos:
–Tranquila. Si haces la voluntad de Dios, aunque te cuesten lágrimas, y estés un poco agobiada, ya verás la alegría enorme que te entra.
Pero hace falta fe, porque en esta tierra estamos en un valle de lágrimas.
EN UNA TIERRA DE PENUMBRA
Hay una película, que se llama precisamente así: Tierra de penumbra.
Allí se cuenta la historia de un famoso escritor inglés que se enamora de una chica norteamericana.
Y, después de casarse, se descubre que ella tiene un cáncer.
Hay un momento, estando los dos en el hospital, en el que él, viendo próxima la muerte de su mujer, le dice a ella:
–mientras más sufras ahora, más alegría vendrá después.
Este hombre decía eso porque tenía fe.
PERO NO TODO EL MUNDO CONFIA EN DIOS
Aunque esta iglesia está abarrotada, somos pocos los que seguimos al Señor. Nosotros ahora estamos junto a María.
Ella estuvo sufriendo al pie de la cruz por hacer la voluntad de Dios, junto con sus amigas.
En aquel ambiente lleno de crueldad, de cinismo, de hipocresía, y miedo al qué dirán, un chico y unas cuantas mujeres se mantienen fieles junto a la Virgen.
Como nosotros ahora.
De golpe no pueden cambiar la sociedad, pero se ponen de parte de Dios, sufren con Él, aunque les costara muchísimo.
Dichosos los afligidos porque ellos serán consolados.
Unos días después, esos mismos, por ser generosos, experimentaron la grandísima alegría de la resurrección.
La Virgen, al ser la que más sufrió, también fue la más dichosa. A Ella especialmente se le aplican las palabras de Jesús.
Dichosos los afligidos porque ellos serán consolados.
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