Bienaventurados los perseguidos a causa de su fe en Jesucristo, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
La tendencia del hombre es hacer egoístamente su propia voluntad. Ser un pequeño dios.
Por eso, nuestra fe en Jesucristo, se contrapone a la tendencia dominante, que es confiar sólo en uno mismo.
La tendencia es buscar sólo nuestro interés y no la entrega.
Siempre habrá persecución a causa de nuestra fe: en todos los momentos de la historia ha ocurrido.
Algunos no entienden que seamos generosos con nuestra vida, e incluso hay a quienes les molesta que seamos así.
A los cristianos perseguidos de todos los tiempos se les dirigen estas palabras de consuelo.
Pero también en esta Bienaventuranza, Jesús, nos habla de Él mismo.
Jesús crucificado es el justo perseguido del que hablan las profecías del Antiguo Testamento.
Esta Bienaventuranza es una invitación a seguir a Jesús en la Cruz.
Lo novedoso es que Jesús mismo explica el significado de esta Bienaventuranza.
Y nos dice que promete la alegría a los que sufren por Él:
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa (Mt 5,11).
Cuando una persona se porta mal la gente le aplaude. No hay ningún problema. Todo parece que le sale bien,
El problema es cuando uno quiere seguir a Jesús. Entonces casi todo el mundo se le echa encima.
San Josemaría tenía grabado en la parte de atrás de su crucifijo: ahora veo de qué manera tratas a tus amigos.
El Señor permite que sus amigos suframos persecución junto con Él.
Por eso hay personas que cuando intentan seguir al Señor, les va mal, porque hay gente que se pone en su contra
Pero no hay que desconcertarse por que ocurra esto: está previsto
En cambio, a los que no siguen a Jesús puede que se les alabe y se les aplauda, y están bien consideradas.
Pero aunque los cristianos sean masacrados, humillados, perseguidos, crucificados como lo fue Jesús, sin embargo su Reino seguirá.
SU REINO SEGUIRÁ
La iluminación de las calles, los belenes, los regalos, el turrón, el pavo, y los árboles de Navidad nos recuerdan que Jesús permanece.
Hay personas que no les gusta la Navidad: se sienten tristes, precisamente por eso, porque algunos de las personas que ellos quieren, ya no están en este mundo.
Pero aunque nosotros pasemos la Navidad nos recuerda que el Reino de Jesús estará siempre ahí.
Siempre habrá gente –aunque queden pocos– que sean súbditos de este Rey muerto y resucitado.
En algunos países que antes fueron adoctrinados en el ateísmo, como Rusia o Rumanía, hoy el cristianismo está de moda.
En otros, que fueron llamados católicos, en la actualidad, seguir a Jesucristo no está de moda.
Los que son amigos de Dios son etiquetados como «carcas».
Y por la calle, a los curas, que visten de curas, suelen llamarles «cuervos».
Tanto es así que un sacerdote francés se ha extrañó de la falta de educación en algunas ciudades españolas. No importa.
Cuando no está de moda ser católicos. Cuando ser amigo del Señor no está bien visto por la mayoría aquí estamos nosotros para hacer como los primeros cristianos.
COMO LOS PRIMEROS CRISTIANOS
En Roma, durante la época Nerón, un niño cristiano estudiaba en la escuela de pajes.
Y sus compañeros para reírse de él habían hecho una pintada en la que se veía a un crucificado con cara de asno, y junto a él un niño rezando.
Y como lema había escrito el nombre del chico: Anaximeno adora a su Dios.
Pero el muchacho cristiano no se cortó un pelo porque añadió: Anaximeno, fiel.
Esto es lo que tenemos que hacer no desanimarnos sino seguir hablando de Dios. Alguien nos escuchará.
También los fanáticos pueden convertirse: puede ocurrir como en el caso de Pablo
Pero la gente no cambia, cuando nosotros queremos sino cuando le toca la gracia de Dios.
No desanimarnos, porque se metan con nosotros, porque tenemos la suerte de llevar el mensaje del Señor.
Y aunque nos llamen cuervos, habría que decir: –soy un cuervo, pero un cuervo mensajero.
Felices los perseguidos a causa de su fe en Jesucristo, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
BIENAVENTURADA MARÍA
La Virgen fue la madre del condenado. Mucha gente la miraría mal.
Pensarían que le habría dado una mal educación: de tal palo tal astilla.
Muchos se meterían con ella al enterarse que era la madre del ajusticiado.
Y, precisamente por eso ahora es la Reina del Cielo.
Hay un villancico italiano en el que se canta: ¡Oh quanto ti costo l’averme amato!
Eso le decimos nosotros ahora a Jesús: ¡Cuánto te costó el haberme querido!
Pero también se lo decimos a Ella: ¡Cuánto te costó haberme amado!
En la Cruz los dos corazones estaban unidos. Si Él era el justo perseguido, su Madre también.
San Josemaría se refiere a la mirada de María que se cruza con la mirada sufriente de Jesús.
Y dice: ¡Cuántos recuerdos de infancia!
Un cardenal español le decía a Juan Pablo II que él se emocionaba cuando veía en la película The Passion que Jesús se cae con la cruz.
Y en ese momento, en película, se ve una imagen de Jesús niño.
Es una escena retrospectiva, un flash back, en la que se ve que Jesús niño se cae.
Y la Virgen va materialmente corriendo a levantar a su Hijo.
Pues San Josemaría al considerar el encuentro de Jesús con su Madre mientras Jesús llevaba la cruz, dice:
Ha esperado Jesús este encuentro con su Madre. ¡Cuántos recuerdos de infancia!: Belén, el lejano Egipto, la aldea de Nazaret. Ahora, también la quiere junto a sí, en el Calvario.
TAMBIEN MARÍA ES NUESTRA MADRE
¡La necesitamos!... En la oscuridad de la noche, cuando un niño pequeño tiene miedo, grita: ¡mamá!
Así tengo que clamar muchas veces con el corazón: ¡Madre!, ¡mamá!, no me dejes.
Esto es lo que pusimos en la estampa de la novena a la Inmaculada de este año. Y así terminamos: No me dejes, Madre mía.
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