La soberbia de la vida
Poder versus servicio
Llamar servicio al poder
LA SOBERBIA DE LA VIDA
Entibia el Amor
Al
meditar sobre las tentaciones de Jesús y las nuestras, podríamos
considerar que la peor de ellas, es la que va dirigida a entibiar el
Amor. Sería la tentación contra la Caridad,
a la que san Juan llama soberbia de la vida.
La
otras tentaciones importantes, como la concupiscencia de la carne, y la de
los ojos, también nos conducen al lado oscuro, pero lo peor es la soberbia,
el pecado propio de Satán –príncipe de los diablos–, que sumerge al hombre en
abismos de sombra.
Un
santo moderno calificaba a esa fuerza
como la más “deletérea”, la que más nos destruye interiormente y hace
pedazos la unidad con otros.
Lo que separa
Precisamente
la palabra “diablo”, significa lo que separa, y por eso el pecado
de soberbia es “lo que desune” por que es consecuencia de la acción propia de
los demonios.
Es
la cáritas la que construye “puentes” entre los hombres, mientras
que la soberbia, al querer elevarse por encima de los demás, construye muros de
separación.
Ciertamente
es así. Una poeta española contemporánea dice que si el diablo se hubiera
enamorado no habrían existido las guerras, porque el amor lo perdona todo
(cfr. Gloria Fuertes en La poesía no es un cuento).
Rodearse de súbditos
Satán
carece de amor a los demás y se “rodea” de una corte de súbditos, no tiene
amistades.
Codicia
el poder y no lo delega en los demás, que para él son esclavos a los que “utiliza”
como marionetas; se sirve de ellos, “no
sirve” a ellos.
Y
a los que el Demonio “utiliza” como
aliados, no es que sean sus amigos, sino que están unidos por el odio, la
envidia hacia Dios y a otras personas.
Por
eso el ambiente donde “conviven” esos seres desgraciados es tétrico, están
solos porque detestan la compañía, porque desconfían de todos, por eso alguien
ha dicho que “el infierno son los otros”.
PODER VERSUS SERVICIO
Competidores
Para
los soberbios los demás son vistos como “instrumentos”, no son queridos por si
mismos. Son considerados competidores,
que podría quitarles cuotas de poder; y por eso las cualidades ajenas entristecen,
pues podrían conseguir que “los otros” subieran, por delante, en el escalafón.
Satanás,
sembró en los primeros hombres, la semilla de su soberbia, queriendo que
aspiraran a ser dioses, pero sin contar con Dios.
Cada uno a lo suyo
Y
el Demonio, en forma de astuta serpiente, les incitó a desobedecer, a desoír la
voz del Creador, y consiguió que utilizasen la libertad para querer ser “dueños”
de su destino con el “poder”que habían recibido de Dios. El Diablo le engañó,
haciéndole pensar: –Que ellos no necesitaban de Dios.
No
es nada nuevo, en la actualidad muchos viven como si Dios no existiera
De
alguna forma los pecados más importantes tienen en común la codicia de poseer
el poder. La Serpiente introdujo en Adán y Eva la sospecha. Juan Pablo II
define a Satanás, como el maléfico genio de la sospecha.
El
Diablo les insinuó algo así como que Dios no quería darle el don principal.
Entonces les animó a tomar de esa fruta sabrosa, que es poder, el que no lo
tiene lo persigue con avidez, y el que lo tiene no desea dejarlo.
Serviré
La
codicia del poder se contrapone al servicio
a los demás. Satán también tentó a Jesús con “el poder”, pues se
convenció –como dicen los Padres de la Iglesia– que no era Dios.
Pero
lo que sabía es que era el Mesías y le propuso, que le adorase, porque si lo
convertía en su dios, entonces le daría el gobierno sobre los pueblos de la
tierra, porque después de ser desalojado del cielo, este era su reino, aquí dominaba
él.
LLAMAR SERVICIO AL PODER
Ocultar la codicia
Esa
tentación de detentar el poder es tan fuerte que “el que manda”, a veces,
quiere “encubrirse” diciendo que el gobierno es un servicio.
Es
tan fuerte el deseo de poder que los legisladores de los distintos países han
creado “contrapesos”, para que no se dé la tiranía.
Por
desgracia también en la actualidad estamos contemplando gobiernos corruptos que
intentan perpetuarse en el poder.
Perpetuarse en el cargo
Es
una tentación, que las legislaciones tratan de solucionar con la limitación del
tiempo de los mandatos, porque los dictadores lo que persiguen es mantenerse en
el cargo.
Es
corriente que el poderoso que se perpetua en el tiempo, se rodee de personas
que le aseguren en su sillón de mando.
Las
camarilla de los gobernantes suelen estar compuesta de subalternos de perfil
bajo, o de tecnócratas; pues suele ocurrir que el gobernante no quiere personas
que le hagan sombra, sino que le obedezcan con sumisión.
Incluso
busca a familiares, mujer e hijos para que les sea más fácil perpetuarse en el
gobierno.
El que quiera ser grande
Pero
entre los seguidores de Cristo no debe ocurrir así, y menos en el gobierno de
la Iglesia.
La
codicia por el poder no es cristiana, lo que Jesús enseñó es justamente lo
contrario. El que quiera ser grande que ocupe el puesto de menos rango, que se
haga el siervo de todos, que no busque mandar.
Teresa
de Jesús con mucho tino decía que a los que los desean gobernar en la Iglesia no están capacitados
para ello. Ya el buscar el mando les corrompe en su vida cristiana.
Efectivamente
algunos eclesiásticos pueden buscar mandar para intentar arreglar los asuntos
que marchan mal.
Pero
pensar eso es una ingenuidad, porque el que puede enderezar las cosas es Dios,
y no utilizó para poner las bases de su Iglesia a sabios atenienses sino sino a
pescadores de Galilea, así se ve más claro que la Iglesia la gobierna Él,
mediante su Amor.
Que
se representa como paloma, en el transparente de la Basílica de San Pedro, o
está en María, su Esposa, Madre de la Iglesia, que se da a ella misma el título
de Esclava del Señor, porque lo era.
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