Hubo un hombre bueno que no se fió de
Dios
Ante
la llamada de Dios, la llamada que Dios nos hace en los diversos momentos de nuestra
vida, hay personas buenas que no reaccionan como la Virgen. El
mismo Arcángel que se apareció a la Virgen se apareció a Zacarías. No podemos
decir que fuera otro que no se explicó bien: era el mismo Ángel, pero lo que no
eran los mismos destinatarios… Se
apareció a Zacarías el Arcángel Gabriel, y casi todo fueron pegas…Porque en
definitiva ese hombre bueno no consideraba las cosas con fe, sino con un exceso
de egoísmo. También
el egoísmo tiene su parte de racionalidad, pero la racionalidad del egoísta es parcial,
cateta. Así que esta es la disyuntiva de nuestra vida: fiarnos de nosotros
mimos o fiarnos de Dios. Esto que se nos presenta en cosas grandes a lo largo
de nuestra vida en contadas ocasiones, también se nos presenta en cosas
pequeñas. Y se nos presenta no cuando nosotros queremos sino de forma
imprevista.
Fiarse de uno mismo o fiarse de Dios
Para
tener fe hay que fiarse del Otro con mayúscula. No querer tener todo controlado
por nosotros mismos. Hay cosas que queremos tener «amarradas» pero que no sea por falta de fe. Hay gente que quiere
tener todo «controlado» debido a una enfermedad. En ese caso que le vamos a
hacer, pero hay también personas que amarran todo por falta de visión
sobrenatural, porque no acaban de fiarse de nuestro Señor. Dile:
–Me fio de ti. Zacarías
se quedó mudo, por no haber querido escuchar. Es curioso como el oído y la
lengua están conectados. Parece que no tiene mucho que ver el oído con la
lengua… Pero en la vida espiritual están conectados. En realidad todos los
sentidos están conectados porque sabemos que en la vida espiritual «no hay peor sordo que el que no quiere ver».
No quieren ver con los ojos de Dios. Y entonces se deja de escuchar. –Es que Dios no me habla, se quejan algunos. No noto yo que exista una comunicación fluida.
–Es
que si te falta visión sobrenatural, entonces no puedes escuchar la voz de
Dios. Si te pusieras las gafas de Dios, entonces te hablaría. Y
el que no quiere ver se acaba
quedando mudo, como en el caso de
Zacarías. Si no se escucha a Dios uno se queda mudo. –No hace oración. -Y
¿por qué no hace oración?
En
ocasiones cuando uno no habla con Dios
es porque antes no ha querido oírle. Deja la oración, deja de hablar, se queda mudo
para esa conversación con Dios, porque no quiso escucharle. Hace
ya muchos años, un conocido literato español dejó escrito algo asombroso.
Siendo adolescente se le ocurrió un día, al volver de comulgar abrir el
evangelio al azar y poner el dedo sobre un pasaje. ¿Sabes cuál le salió? Te lo
leo: «Id y predicad el Evangelio por
todas partes». Le
produjo una profunda impresión, entendió que era como un mandato de que se entregara
totalmente a Dios. Pero pensó algo así como: «si sólo tengo 15 años y, además, tengo novia. Demasiada casualidad, se
dijo, ha sido todo muy rápido…»
Y
decidió probar otra vez. Abrió la Escritura y leyó: «Ya os lo he dicho y no
habéis atendido ¿por qué lo queréis oir otra vez?». (Cf. Carta de Miguel de Unamuno el 25 de marzo de 1898 a su amigo Jiménez
Ilundain en Literatura del siglo XX y
cristianismo. Charles Moëller, p. 71 y 72).
El pasaje que leyó Miguel de Unamuno era el del
ciego de nacimiento al que curó el Señor. Y los fariseos se negaban a creer que
había habido un milagro.
Con
este escritor dejó de creer, se declaraba agnóstico. Poco a poco fue perdiendo
ese diálogo con el Señor. Y cuando uno va por el mundo sin Dios, va a ciegas. Sin
embargo el ciego de nacimiento como se fió de Dios escuchó la voz de Jesús. Y
empezó a ver. Pues a este literato le ocurrió lo contrario: se quedó ciego con
el pasaje que leyó.
Así
poco a poco no solo se va perdiendo la vista sino también el gusto por las cosas de Dios, y va
faltando el tacto para tratar a los
demás. Una persona que funciona así, funciona por el contacto, acaba
impactándose con algo o con alguien. Sin
visión sobrenatural, sin querer escuchar a Dios acaba uno desconcertado. Al
principio quizás no, pero sucede cuando en la vida llegan acontecimientos duros
queno no espera.
Sin
visión sobrenatural la Iglesia parecería una asociación clerical a la que por
desgracia tendríamos que estar unidos. Sin
fe no se entiende nada. La vocación no tiene ningún sentido si no se ve a Dios
detrás. Y como la finalidad de nuestra entrega es salvar almas, con la falta de
fe viene también unido el desinterés por hablar de Dios. Si eso no satisface
nuestro «ego» perdería interés para nosotros. La
preocupación por los demás es una clarísima manifestación de que el Señor crece
en nosotros. Que está ahí creciendo en nuestro interior. Por eso no resulta
sorprendente que la Virgen nada más enterarse de la situación de su pariente
Isabel fuera con prisa a visitarla. Era lo más natural, le salió de forma
espontánea.
Ella
fue el primer sagrario de la historia. En su interior estaba a Dios, fue a
llevárselo a Isabel. Así el cuerpo de María aparece como un joyero, que
contiene un corazón que late pegado a ella. En
italiano al lugar de la reserva se le llama tabernáculo, que designa a la
tienda donde acampaban los pueblos nómadas.
El Verbo se hizo carne y puso su tienda
entre nosotros
Y es verdad: el Verbo de Dios se hizo carne y habitó,
puso su tienda, entre nosotros. En este caso la tienda de Dios era María, el
receptáculo donde el Señor se protegía. María
lleva a Dios mismo. No como el pueblo hebreo en el desierto, que en el Arca
llevaban algunos objetos que tenían relación con Yahvé: las tablas de la Ley,
la vara de Aarón que floreció, y el Maná. Pero
en el cuerpo de María, nueva Arca de la Alianza, iba nada menos que el Autor de
la Ley, el verdadero retoño de Jesé, el Pan bajado del cielo.
Y María
en ese viaje es lógico que fuese acompañada de José, que no querría dejarla
viajar sola.
Lo
que llama la atención es que la Virgen no recibiera ninguna indicación expresa, para que fuese a echarle una
mano a su parienta. Que se sepa, el Ángel no le dijo que fuese a visitarla,
simplemente le expuso lo que pasaba. Pues también sucede algo similar en
nuestra vida: mandatos explícitos de Dios, para ayudar a otras personas, vamos
a recibir pocos. Por eso hay que saber descubrirlos.
De forma espontánea
Al
estar cerca de Dios sin darnos cuenta nos entran ganas de hacer favores a los
demás. Es una cosa «espontánea». La
gente que vive muy bien la caridad hace las cosas de forma natural. Y cuando
falla la espontaneidad para servir, es que quizá no tenemos cariño por esa persona.
Quizá
nos falta el cariño suficiente como para vencer la fuerza de gravitación de
nuestro yo. El yo tira mucho… Pero en la atmósfera del yo no respiramos bien,
porque hay mucho mono-óxido. Nosotros
estamos pensados para relacionarnos, para el estéreo, no para el mono. Nuestra
cultura, la del ser humano es la del regalo. Esto lo saben bien los centros comerciales. Amar
es regalar. Nos gusta dar sin recibir nada a cambio. Lo otro sería compraventa.
Pero con el pecado vino el «interés».
Por interés te quiero Andrés… dice el
refrán.
–«Voy a visitar a mi prima porque su
marido está muy bien relacionado en Jerusalén, y seguro que nos podemos quedar
en el apartamento suyo durante la fiesta de la Pascua».
Desde
luego esto no es lo que pensó la Virgen al ir a ver a su pariente Isabel. Aquél
viaje le salió de forma natural.
Necesitaba compartir su intimidad
Llevaba
a Dios dentro y tenía que comunicar aquello. Como
escribió el poeta sevillano:
«Poned atención: / un corazón solitario / no es un corazón».
Un
corazón solitario no es un corazón. Incluso Dios que es uno, también es trino.
Dios no es un ser solitario, es una familia.Y
nosotros tampoco estamos pensados para vivir solos. Si alguna vez pensásemos
que estamos solos, no sería verdad: tenemos al Señor. Estamos pensados para
compartir nuestra intimidad. Incluso las personas tímidas, que tienen dificultades
para abrirse.
Puede
ser que los tímidos muestran mucha reserva, porque son sensibles en exceso. Y
quizá susceptibles, y si no se corrigen pueden caer fácilmente en el rencor.
Pero
incluso las personas tímidas necesitan hablar. Nadie habla más que una tímida,
son cotorras auténticas, si tienen confianza.
Y
si no encuentran a nadie con quien abrir su corazón, tiene un diario para
vaciar su alma, y sentirse escuchadas.
María
necesitaba desahogarse con su prima, su corazón se expansiona. Comunica su vida
interior a quien tenía que hacerlo. —«Mi alma glorifica al Señor». Mi alma se engrandece ante Dios.
Esta
experiencia también la hemos tenido nosotros cuando el Señor nos ha concedido
algo importante. Parece que se dilata nuestra alma. Cuando notamos lo que Dios
ha hecho en nosotros. Así
es la oración que conservamos de la Virgen, una oración exultante. Y eso que
solo conservamos la letra. «Mi alma
glorifica al Señor, y mi espíritu se alegra en Dios mi salvador». Santa
Isabel le da su orientación. Le dice: «Bienaventurada tú que has creído». Como
si le dijera: Tu felicidad te llega por la fe. Cuantas
veces nos han dado este consejo en la dirección espiritual: –Con la fe seguirás estando contento. Confía
en el Señor, El nunca te defraudará.
Dios gobierna tu vida
Una
chica del siglo veinte oyó como el Señor le decía que estuviese tranquila
porque: ¡tu mejor Amigo dirige tu vida! Esta
es nuestra seguridad, la fuente de nuestra alegría: es el Señor el que gobierna
cada momento de nuestra historia. Nada se le escapa. Y
para remachar la idea el Señor añadió a aquella chica: –¿Entiendes que Yo intervengo en todo cuanto te pasa? También
a nosotros, cuando lleguemos al cielo, Santa Isabel nos dirá: –¡Cuánto te pareces a tu Madre!
Bienaventurado tú que has creído.
Y
en días de retiro nuestra oración también tiene que ser exultante. Porque así
le gusta a María: «Glorifica mi alma al Señor, y se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador:
porque ha puesto los ojos en la inutilidad de su esclava.
«Por eso me
llamarán dichosa todas las generaciones. Porque Dios, que todo lo puede, ha
hecho en mí cosas grandes, su nombre es santo» (Lc 1, 46-49).
Dios
se ha fijado en nuestra «inutilidad», no en nuestra perfección. Por eso la
gente pensará al verte: –Ahí va esa
inútil, que tiene tanta suerte.
Interesante sitio, espero poder consultar mas meditaciones. Muchas Gracias
ResponderEliminarmeditacion guiada