Esta meditación podría titularse "Dios y el fútbol": cada cosa en su sitio. Dice el Señor en el Evangelio (de la Misa: Mt 22, 15-21): «Dad al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios» .
Además, si no se hace así, la cosa no funciona, porque ni el César es Dios, ni Dios es el César. Resumiendo mucho, podríamos decir que, cuando Jesús se refiere al César está hablando de las cosas materiales, y cuando habla de Dios, a las espirituales.
Las dos realidades, la material y la espiritual, pertenecen a este mundo. De hecho, el hombre es alma y cuerpo, materia y espíritu, las dos cosas, no una sola. Somos hombres, no ángeles.
Hay quienes defienden que el hombre es solo materia, y así pretenden quitarse a Dios de en medio. Pues vinieron las de Primero de la ESO, una detrás de otra, para preguntar dos cosas sobre el alma. Una, que desde cuándo tenemos alma. Y la otra que cuál es la prueba de que la tenemos, que cómo se sabe eso. Se fueron todas convencidas cuando se les dijo la verdad. Que el alma la crea Dios de la nada y la infunde en el cuerpo en el momento de la concepción. Y a la segunda que, aunque el alma no se vea como se puede ver una pelota de tenis dentro de una caja de zapatos, si el hombre puede rezar es porque tiene alma.
Si puede tratar a Dios es porque su alma le mueve a hacerlo. Es verdad que hay gente que no reza, pero eso no es porque no tenga alma sino porque no la usa.
En las realidades humanas no hay dogmas. Creer, lo que se dice creer, los cristianos tenemos que creer unas cuantas cosas: el Credo y poco más.
Por eso, porque no hay dogmas, la política, como el fútbol o el mundo empresarial, hay muchas formas de llevarlas a cabo. No hay una sola forma de hacerlo.
Lo que sí hay que conseguir es que esas actividades no estén separadas de Dios, porque lo espiritual es una parte importante en nuestra vida. No es algo que vaya por libre. Y el hecho de que el Señor esté presente en el mundo empresarial, en el mundo de la política o en el deporte depende, en gran medida, de los cristianos laicos que tienen que santificar esas realidades. -Señor ayúdales a que, con lo que hacen, te alaben.
Recuerdo que hace años había un torero famoso que quería mucho al Señor. Le quería tanto que, cuando salía en hombros por la puerta grande de las plazas de toros, después de haber hecho una buena faena, mientras todos le aclamaban y gritaban su nombre, él iba diciéndole a Dios por dentro algo así como: -Todo esta gloria es para ti, Señor, todo para ti. Se lo ofrecía a Dios. Y Dios encantado, claro.
Ahora entendemos mejor las palabras del salmo: Aclamad la gloria y el poder del Señor. Sabemos como darle a Dios su gloria, como lo hacía este torero. Así, lo material queda empapado de lo espiritual, como una esponja queda empapada de agua.
Así se hace presente el Señor en nuestra vida. Siguiendo ahora el ejemplo del fútbol, no se puede decir que haya remates de cabeza «cristianos» o saques de puerta propiamente «ateos», porque hay muchas formas en las que un seguidor de Cristo puede jugar al fútbol.
Además, todos los jugadores han sido creados por Dios. En el libro de Isaías se puede leer cómo el mismo Señor elige a un rey que no era ni siquiera judío y había sido puesto por él (cfr. Primera lectura de la Misa: Isaías 45, 1. 4-6).
Ciro se llamaba este rey, y no era del pueblo elegido. Además, no seguía la política del rey de Israel. Porque el Señor, que es Dios del universo, está por encima de esas decisiones humanas: verdaderamente Él gobierna a todos los pueblos (cfr. Salmo responsorial: 95). -Señor Tú eres rey y nos gobiernas a todos.
Por eso en la política puede haber tantas soluciones válidas como personas, siempre que no se aparten de esa sana ecología que algunos llaman ley natural.
De ahí que no puede haber un partido político que represente a los cristianos, porque en lo humano hay muchas opciones.
Los cristianos no somos de carril único en estas materias. Cuando se ha intentado unir a Dios con un partido la cosa ha salido mal: Dios es de todos. «El hijo del hombre ha venido para dar su vida en rescate por todos» (Antífona de comunión).
Es verdad que puede haber decisiones que se tomen y que vayan en contra de la racionalidad, o del sentido común.
Mucho ha hablado el Papa Benedicto sobre los delitos contra la vida humana, porque eso no son ya decisiones políticas simplemente. Por eso dice san Pablo que los cristianos brillamos «como lumbreras del mundo» (Aleluya de la Misa), porque hay que manifestar el esplendor de la verdad, y el Papa lo hace.
Siguiendo con el ejemplo de Dios y el fútbol, está claro: la Iglesia no hablará de fútbol, pero sí levantará su voz cuando en un estadio no se respete a los demás. Así damos a la UEFA lo que es de la UEFA y a Dios lo que es de Dios.
A la Virgen le pedimos que nos ayude a hacer presente a Dios en lo que hacemos, como hizo Ella en Nazaret.
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