El
arma de la misericordia
Si
somos semejantes al Señor, también seremos misericordiosos. La misericordia es
un arma que Dios nos concede para vencer en esta guerra de paz. Con ese arma
estamos blindados contra el lado oscuro.
Porque
aunque digamos que hay personas que “nos llevan al infierno”, eso no es
cierto. Nadie tiene la capacidad de «hacernos malos» si nosotros no queremos. A Dios nadie
puede hacerle malo, incluso los que van contra Él, acaban
demostrando que el Señor es bueno.
Jesús decía que nuestro Padre Dios hace salir el sol sale para
todos (cfr. Mt 5, 45). Así debe ser el cristiano: una persona
con defectos, pero que sabe querer a todos, con las miserias que ellos
tengan.
A
nosotros, muchas veces nos cuesta actuar así. Pero no a Dios, que es mas humano que nosotros. El
nos ayudará si se lo pedimos...
Orar,
que no es solo hablar nosotros...
Necesitamos
escuchar la voz de Dios. Estar junto a él –como estamos ahora– para
que nos pueda comunicar la forma de ser felices en esta vida.
Recuerdo
que antes de marchar a la primera convivencia a la que asistí, me dijeron que el secreto para
pasarlo bien era hacérselo pasar bien a los demás. Y esto es una paradoja del amor.
Ya
nos dice san Juan que Dios es Amor. El Amor de Dios es radical porque Él
es así…
Siendo Todopoderoso, va y se hace Niño. Teniendo la vida, la entrega, para que
lo maten en una cruz.
Curiosamente,
la gente que lo imita y se entrega a Dios casi toda es joven. Porque
hay que estar un poco loco para darlo todo sin esperar nada.
El
arma de la humildad
Es cierto que en nuestro interior
tenemos deseos de realizar cosas
grandes. Y si logramos que reconozcan nuestra valía entonces estamos felices.Y de lo contrario nos
consideraríamos
unos fracasados.
Lo
mismo que uno se mira en un espejo para ver si está bien. Hay personas que se
miran en el espejo de los demás.
¿Qué imagen
tendrá de mí?
Evidentemente
todos tenemos deseos de que los demás nos vean como importantes.
–¿Doy
buena imagen? ¿Me consideran una persona valiosa?
¿Me
estará saliendo bien esta predicación?
Y
para realizar todos esos deseos de ser importantes, los adolescentes piensan que necesitan
una moto. Un vecino tenía
una con la que podía
ser la envidia del barrio. Porque llevaba a la rubia de la urbanización. Para este chico la moto formaba
parte de su personalidad.
Y
lo mismo que un adolescente puede pensar que conducir un vehículo enriquece su yo.
Para
un adulto es el liderazgo lo que podría hacerle creer que vale más que los demás. El mandar tiene un cierto valor añadido
entre los hombres. Pero el cristianismo dice otra cosa: –Si tienes deseos de
ser grande, hazte pequeño (San Josemaría, Santo
Rosario, prólogo).
El
deseo divino de ser grande tendría que haberlo llenado Satanás con el amor.
Pero
su ego de ángel
se hinchó, tanto, tanto, como un
inmenso globo. Se infló con el
orgullo –que
es un gas pesado y serio– y
por eso no es extraño que el Demonio cayese del cielo por la fuerza de su
propia gravedad.
Y
lleno de amor propio, Satanás utilizó a los demás como si fuesen esclavos. Era de
esperar que su grito fuese "no serviré".
El
arma del rosario
Sin
embargo, nuestra Madre, la Virgen del Rosario, se autodefine como la esclava,
la que sirve a Dios y a los demás.
Así
es como es capaz pisar la cabeza del dragón infernal, con un amor compuesto de
cosas pequeñas y cotidianas, que nosotros llamamos humildad.
Que
son como las diminutas cuentas del rosario bien rezado, constantes y
verdaderas. Y por eso el rosario es un arma poderosa porque está conectado con
nuestra vida, que está compuesta de pequeños detalles de amor.
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